Un balneario democrático
Mar del Plata fue, en el siglo XIX y comienzos del XX, el primer recreo chic del país, una villa de verano de clase alta que fijaba tendencias
Ícono de la costa atlántica bonaerense, Mar del Plata se distingue por haber incorporado, a lo largo de su Historia, a todos los sectores sociales. La ciudad balnearia por excelencia fue, en el siglo XIX y comienzos del XX, el primer recreo chic del país, una villa de verano de clase alta que fijaba tendencias; pero desde los años 30, y especialmente con el peronismo, sumó a la clase media y a los obreros, lo que la convirtió en el destino más intenso y variado de la costa argentina.
Tras lograr autonomía en 1879, en 1886 llega el ferrocarril y con él la modernidad, y las familias que podían pasar largas temporadas de descanso estival. Desde entonces Mar del Plata fue un lugar exclusivo, donde las clases altas se paseaban por la rambla y se exhibían en las fiestas del Bristol Hotel. En ella se iba a conciertos y se daban distinguidos paseos, en los que se lucía lo último que esas familias habían traído de París. La ciudad era la versión local de los balnearios europeos, como retrató magistralmente el pintor tunecino Eugenio Alvarez Dumont.
El caso es interesante: Alvarez Dumont se forma en Madrid, y se especializa en pinturas de temáticas bélicas, pero luego se mete con escenas costumbristas en una línea impresionista, tendencia que hacía furor en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Por eso, la imagen se asemeja tanto a un Renoir o un Monet.
Dumont viene a la Argentina en 1906, muestra sus pinturas en la exposición de arte español y en los festejos del Centenario. Trabaja para embellecer mansiones de argentinos en plena Belle Époque, y entre sus pinturas aparece ésta dedicada al café de la terraza de la rambla de Mar del Plata, de 1912. Muere en Buenos Aires en 1927, pero deja una imagen que define como pocas la época refinada del mayor balneario argentino.
Sin embargo, para entonces Mar del Plata empezaba a cambiar. Como muestra la historiadora Elisa Pastoriza, entre los años 20 y 30 llegan nuevos grupos sociales y el balneario se va democratizando; no es casual que lo gobiernen los socialistas. Caras y Caretas, la primera gran revista argentina, lo describió con contundencia: "¡Mar del Plata se ha puesto al alcance de todos los bolsillos!".
La ciudad acelera su desarrollo urbano, mientras surge como política atraer turistas con ofertas, boletos combinados con alojamiento y descuentos en ciertos hoteles. Se crea nada menos que una Asociación de Propaganda y Fomento con el explícito objetivo de atraer más gente. Para ello, se filman documentales, se editan guías y se contratan afiches. La palabra veraneo es desplazada por la mas moderna turismo. La afrancesada rambla Bristol (que había pintado Alvarez Dumont) deja paso al monumental complejo Casino y a la nueva explanada. Asoma una Mar del Plata de masas, una revolución de sombrillas y heladeritas va a invadir las arenas.
Los nuevos turistas de clase media empiezan a llegar en auto y en ómnibus: en 1938 se inaugura la ruta 2, un cambio sustancial que, a la vez, moviliza la población más hacia el sur (playa Grande). Caras y Caretas describe el cambio: "Ya no se hace, ni es posible hacer vida mundana en nuestro Biarritz, porque la avalancha de elementos nuevos todo lo invade". Agrega que, la crème de la crème debe recluirse en sus reuniones privadas. Esto explica el boom de construcción de edificios y la desaparición de muchos bellos palacios de la Belle Époque.
El nuevo Mar del Plata democratizado no estaría completo hasta los años de Perón, cuando una política de estado explícita favoreció la popularización de la ciudad con el congelamiento de tarifas de transporte, el turismo social, las colonias de verano y el impacto de las mejoras en derechos sociales (aguinaldo, vacaciones). En 1930, Mar del Plata recibía 65 mil turistas por año, y pasó a más de un millón anuales en los años 50.
La Biarritz argentina pasó a ser la Perla del Atlántico, un balneario atravesado por todas las clases sociales: las elites, los sectores medios y las familias obreras. Ni obrera ni aristocrática solamente, Mar del Plata es una metáfora del progreso social de muchas familias de trabajo y emerge como un balneario en el que pueden convivir todos. En palabras de Pastoriza, "el significado de Mar del Plata es ser la representación de la recreación democrática en la Argentina". Todos compartiendo el mismo mar, el mismo placer de disfrutar un descanso en familia.