Un almacén para acercarse más al arte
Hasta el martes, una feria, en el Hipódromo de San Isidro, permite conocer artistas emergentes y adquirir obras
Un perro gigante hecho con tambores de metal recibe al público en la entrada de Arte Espacio-Almacén de Arte en el Hipódromo de San Isidro. Allí, las enormes flores de papel de Pilar Lassalle conviven con las pinturas de Claudio Roncoli y los cuadros hechos con conchillas de mar de Sebastián Manuele. Las obras de Milo Lockett están cerca de las esculturas en metal de Eric Franco y las de Pablo Vodopivec, en maderas recicladas. La feria -que puede visitarse hasta el martes en Espacio Darwin- es un lugar donde los artistas se relacionen directamente con el público.
Julia Alemán es directora general de la feria desde su primera edición, en 2009, aunque confesó que la idea de un espacio en el que hubiera más contacto entre artistas y público la tuvo hace más de 30 años en París.
"La idea es que éste no sea un espacio VIP, sino PIV: personas íntegramente valiosas -explicó Alemán a la nacion-. Que el artista esté presente y el público pueda disfrutar de él y no sólo de la obra."
En sus dos plantas -abajo está el espacio joven-, hay más de 150 stands con artistas emergentes de diferentes disciplinas y estilos. Según Alemán, la feria busca tener un ambiente descontracturado en el que no es necesario saber de arte para disfrutar. "Acá la gente pierde el miedo a preguntar", dice.
Gustavo Talón tiene su stand en la primera planta. Es la primera vez que expone en Arte Espacio, aunque ya participó de otras ferias. "Acá hablás mucho con el público, te hacen preguntas y quieren saber de tu obra; eso no es así en otros espacios."
Alejandro Madorno y Camila Draghi se dedican a la equitación y llegaron a la muestra por casualidad. Mientras miraban ilustraciones de caballos en uno de los stands, Alejandro contó: "Si mi hermana no expusiera acá, no hubiera venido, pero en verdad me gusta mucho lo que veo".
Raquel Tassart, que vive en Pilar, visitaba la feria por primera vez: "Ahora me arrepiento de no haber venido a las anteriores; hay mucha variedad. Estuve mirando precios, pero todavía no compré nada", dijo.
Si bien muchos de los visitantes sólo se acercan a mirar las obras como si se tratara de una exposición, otros, como Marta, buscan agrandar su colección de arte. "Vi un cuadro de unas puertas, que cuesta cuatro mil pesos, y creo que lo voy a comprar", dijo mientras paseaba por la feria.
Para que haya precios accesibles a diferentes bolsillos, todos los expositores deben presentar, sí o sí, por lo menos 15 obras en formato chico valuadas entre $ 100 y 500. El resto queda a criterio de cada artista. Los carteles de "$ 500" se ven en la mayoría de los stands y, según la organización de la feria, los precios más altos llegan a los $ 30.000.
El año pasado, durante la feria se vendieron 1540 obras. "El efecto posferia es increíble -contó Teresa Tedín, responsable de la producción de arte-. Por eso en el catálogo está el contacto de todos los artistas." Paula Sammartino, encargada de la producción comercial, agregó: "Cualquiera puede llamar al artista, pasar por el taller para mirar su obra tranquilo y quizá comprar algo que en la feria no había visto".
Entre las instalaciones que hay en el predio de la feria se encuentra la de Javier Iturrioz y Mercedes Gálvez, que colocaron fotos en tamaño natural del artista Martín Taylor para recordar los personajes y el ambiente de la Belle Époque. El público puede fotografiarse con ellas y sentirse en el Hipódromo de hace dos siglos.