Mariano Rosales era de La Matanza y después de algunos años decidió que su vida no estaría definida por sus circunstancias...
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“¿Qué hubiera pasado si mi infancia hubiese sido diferente?”, se interrogó alguna vez Mariano Rosales. Fue inevitable preguntárselo, pero pronto descubrió que aquel camino se halla impregnado de excusas y que, aferrarse a ellas, significa condicionar la existencia a las circunstancias.
“¿Qué hubiera pasado si me hubiese atrevido a perseguir mis sueños, mis pasiones?” Esa es la pregunta que supo que debía tratar de evitar a toda costa, esa incógnita que indica que en algún momento crucial el miedo tomó control, provocando ese tipo de parálisis que deja pasar las oportunidades que se presentan en la vida.
Desde muy temprana edad, Mariano se propuso luchar para concretar sus sueños y alejar los arrepentimientos, los ¿qué hubiera pasado si...?
Una infancia dura: “O las dificultades te quedan grandes, o con las dificultades te hacés grande”
Mariano Rosales creció en el barrio de Lomas del Mirador, partido de La Matanza. En su familia predominaban los problemas económicos y las discusiones entre sus padres, que lo llevaron a vivenciar instancias muy complejas. Crecer en aquel seno fue duro, pero forjó en él un carácter resiliente, colmado de fortalezas, donde hasta hoy predomina el aprendizaje a través del dolor y la búsqueda de no repetir patrones.
En su adolescencia fue aquel chico de barrio que se juntaba con sus pares, muchos de ellos también provenientes de hogares lastimados; experimentar con los límites era moneda corriente, así como estar expuesto, a veces, a situaciones vulnerables. Pero mientras se movía en aquel mundo podía sentir que no era donde deseaba estar y que algo mejor había para él.
Cuando los conflictos en casa llegaron a un extremo, los padres de Mariano decidieron separarse. Su mundo, por un lado, se vino abajo, pero, por el otro, sintió que por fin el torbellino familiar se detendría. Otra realidad, sin embargo, golpeó a su puerta: a sus 16 años debía encontrar trabajo para subsistir en el marco de las nuevas circunstancias.
Su primer empleo fue vendiendo calzados. No ganaba lo suficiente para solventarse en el día a día, pero tampoco necesitaba mucho: “Con un alfajor y un vaso de agua me las arreglaba”.
“Atravesé situaciones que en su momento eran tristes, difíciles, pero creo que haber vivido eso me ayuda hoy a afrontar el día a día con otra entereza”, asegura al recordar su historia. “Las dificultades existen para todos y considero que hay dos caminos: o las dificultades te quedan grandes, o con las dificultades te hacés grande”.
“En mi caso empecé a trabajar temprano por una urgencia y no es algo deseable, pero reconozco que me llevó a aprender de la calle, del mundo exterior, de las personas. Todo eso aceleró el proceso de ir forjándome. A veces, cuando iba a vender de puerta a puerta, era un gran reto para mí tocar el timbre; me generaba vergüenza y miedo, pero eso mismo te hace vivir cosas que te hacen crecer mucho y me hizo ver qué quería para mi vida y no tomar un camino incorrecto. Muchos chicos de barrio piensan que son sus circunstancias y yo soy un convencido de que no sos lo que te sucedió, no sos tus condiciones, sino tus decisiones”.
Un camino largo donde la pasión es clave: “Cuando no hay pasión las dificultades nos sacan muy rápido del juego”
El camino hasta transformarse en un emprendedor, creador de alianzas y estrategias de marketing, así como motivador seguido por más de 1 millón de personas fue largo. Lo que sostuvo a Mariano, suele decir, fue siempre su pasión, algo que recalca a todo aquel que desea recorrer un camino similar: “No es fácil, por eso es importante que hagamos algo que nos apasione. Cuando no hay pasión las dificultades nos sacan muy rápido del juego y eso es lo que les pasa a muchos emprendedores”.
Avanzar fue complejo, el paso, lento, las preguntas, una constante. Jamás olvidará cierto día, después de meses de esfuerzo, cuando llegó agotado a su hogar, miró por la ventana y las lágrimas de frustración comenzaron a caer. Antonella, su mujer, se acercó a él, lo abrazó y le dijo que sabía que iba a lograr sus objetivos. Para Mariano, interrogarse si hacía lo correcto fue recurrente, los miedos lo asaltaban, así como las autoexigencias y las dudas. Pero, a pesar de las lágrimas derramadas, su determinación lo empujaba lo suficiente como para no bajar los brazos, así como el apoyo incondicional de su mujer, tan importante para que llegara aquel día en que la siembra rindiera sus frutos.
“Tener un pilar, alguien que crea en vos es importantísimo. Y cuando empezás a ver resultados, a vivir cosas que no imaginabas, mirás para atrás y te das cuenta de que el camino fue una aventura, fue hermoso, algo que tienen que vivir todos los emprendedores. El primer paso no te lleva de inmediato a donde querés estar, pero te saca de donde estás. Es largo, es mucho trabajo, recuerdo días y días de comenzar al alba, reunirme, llevar ideas y regresar a la una de la madrugada, muchas veces sin resultados. Aun así, respiraba hondo y al día siguiente volvía a la carga. Y a quienes hoy me siguen les digo que no se preocupen por el qué dirán. En los últimos días de su vida las personas no se suelen arrepentir de lo hecho, sino de lo que no se animaron a hacer”.
La pandemia y las pantallas: “Entendí que era ahí donde tenía que estar mi empresa, en el mundo donde ahora estaban puestos todos los ojos”
A medida que Mariano estudiaba y leía más acerca del mundo que despertó su pasión -las finanzas- ciertas personas ingresaron a su vida, seres que lo fueron guiando en su camino, brindándole cada día mayor seguridad. Allí entendió que los mayores referentes de las finanzas, en general, no se hallan únicamente involucrados en el mercado clásico, sino también en la creación de aplicaciones, la participación en las redes sociales y el universo digital en su totalidad. Ver todo lo que podía hacerse desde un celular o una computadora lo dejó fascinado y él mismo comenzó a proyectar un nuevo emprendimiento con miras a adentrarse por aquellos canales.
Pero fue cuando llegó la pandemia, que Mariano sintió que no tenía más opción que sentarse en la computadora y animarse a cruzar las fronteras. Podía usar las redes sociales para mirar la vida de los demás, o utilizarlas para crecer. Sin dudarlo, optó por utilizar la herramienta para su desarrollo con el fin de aportar valor.
“A nivel salud la pandemia fue catastrófica, pero para muchos fue un momento donde no quedaba otra que aprender por vía digital y seguir aprendiendo. Entendí que era ahí donde tenía que estar mi empresa, en el celular, en la computadora, en el mundo del aprendizaje, en el mundo donde ahora estaban puestos todos los ojos”.
“El mundo de la digitalización está recién iniciando. Con mi empresa estamos mucho en el metaverso, en el mundo criptográfico, pero también estamos impartiendo cursos sobre todo en lo que es aplicaciones. Hay mucho por hacer y mucho por aprender. No solo en el mercado de los valores, de las divisas, en el mundo financiero, también hay muchas otras cosas en el mundo digital donde uno puede invertir, no solo dinero, sino tiempo de desarrollo”.
“Se dice que la infelicidad está muy cerca de la pérdida de control, mucha gente ha perdido el control de su tiempo, y también de su dinero. Cuando uno puede recuperar ese control es cuando uno puede acercarse a la felicidad”.
La popularidad como motor: “Un pibe común puede crecer e ir tras sus sueños”
Con el crecimiento llegó la popularidad, una instancia que Mariano primero vivió con algo de vergüenza, aunque también sirvió como motor para no rendirse y avanzar. Junto a su equipo, hoy asesora en finanzas, pero en sus redes comparte asimismo parte de su día a día junto a su familia: “Con ello las personas que me siguen pueden ver que soy una persona común y corriente que se animó a emprender. Es lo que quiero transmitir, un pibe común puede crecer e ir tras sus sueños”.
“Siempre hago hincapié en que lo fundamental es la educación, no solo la tradicional, sino la autoeducación. Hoy internet es una vía excelente para educarse. Y no solo escuchemos a quien tiene la teoría de cómo se hacen las cosas, sino a quien ha caminado el camino y tiene los resultados. Fundamental también es aprender a trabajar en equipo, aprender a hacer una oferta irresistible, encontrar un nicho específico y, como dije, nunca rendirse y buscar su propósito de vida. Cuando a uno le gusta lo que hace lo material viene como consecuencia, queda secundario”.
Apostar por la Argentina: “Hay que preguntarse qué es lo que uno puede aportarle al país y no lo que el país te está dando”
En la actualidad, Mariano se define como un apasionado de la Argentina, por lo que siempre incentiva a todo su entorno, a la gente que lo sigue, a que apuesten por su país, teniendo en cuenta que a una nación la conforman las personas.
Al igual que en los consejos que da en sus charlas y cursos respecto a finanzas y emprendimientos, considera que para salir adelante es clave ser amable y priorizar la educación: “Creo que es tiempo de empezar a mirar más para adentro, más allá de las decisiones políticas. Somos nosotros los que construimos. No tenemos que esperar que nuestro crecimiento dependa de nadie más, de un tercero, más allá de que obviamente la situación económica no sea buena. Nuestra moneda ha perdido mucho valor. Hoy un empleo en pesos hace que a muchas personas no les alcance. Pero ahí es donde hago hincapié: todos podemos generarnos un tiempo libre para crear un proyecto, para trabajar en nuestra pasión. No esperar que alguien nos dé un beneficio, sino que salir a buscar nuestro propio crecimiento. Eso empieza desde casa, desde lo que aportamos, de lo que hacemos. La tecnología hoy nos permite el desarrollo y atravesar fronteras. Es hora de preguntarnos dónde está nuestro valor. Ahí es donde empezamos a hacer la diferencia en el país”.
“La persona que todos los días se mira al espejo, vos, es la que se puede salvar. Entonces, sí, les digo a los jóvenes que apuesten por la Argentina, pero siempre partiendo de la base de preguntarse qué es lo que uno puede aportarle al país y no lo que el país te está dando”.
“Aun así, quiero aclarar que a mí no me gusta mucho la idea de las fronteras. Para mí somos todos uno, somos una familia, el planeta todo, por eso lo que podamos aportar tiene que salir de la propia ciudad e ir al mundo. La tecnología hace esa diferencia y ahí también se encontrará la abundancia”.
Los aprendizajes: “Cada uno tiene que lanzarse a vivir su vida, luchar por sus pasiones y no esperar que llegue el último día y preguntarse: ¿qué hubiera pasado si...?”
Allá a lo lejos han quedado las calles del barrio, los conflictos familiares, el dolor y los miedos. En un camino muy largo, Mariano emprendió y cayó una y otra vez hasta que, finalmente, un buen día supo cómo sortear las piedras en el camino.
Hoy, considera que en la vida de cada uno hay una línea imaginaria, de un lado están los miedos, los para qué lo hago, que paralizan; para él, quedarse de ese lado de la línea, sin apostar por cosas nuevas, también es una decisión.
“Cuando empecé fue clave seguir caminando, seguir respirando profundo para avanzar. Cuando uno comienza a caminar empieza a atravesar esa línea imaginaria y a sentir cómo se siente atravesarla, cómo se siente vivir estas experiencias de vida. Intento transmitir lo que se siente, todos podemos hacerlo. Todos podemos tener disciplina, constancia”.
“No es inalcanzable. Muchas veces nos sentimos juzgados y eso hace que muchos abandonen sus sueños, les pasó a todos los referentes, es algo natural, hay que pasar por esos desafíos. Eso forma tu carácter. El miedo en el ser humano es normal, pero lo que no hay que normalizar es no tener coraje para afrontarlos. A veces, cuando nos paralizamos, se debe a que ese sueño tal vez no era tan importante. Cuando es importante, ese miedo tiende a quedar chico. Cuando el miedo es más grande que nuestros motivos, abandonamos, de lo contrario avanzamos. Cuando avanzamos los resultados llegan para todos. Cada uno tiene que lanzarse a vivir su vida, luchar por sus pasiones y no esperar que llegue el último día y preguntarse: ¿qué hubiera pasado si...?”
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