Decenas de cadáveres arden en llamas mientras una congregación de familiares y amigos los despiden. El aire no huele a muerte, sino a un incienso que se mezcla con la madera utilizada para prender el fuego. El ritual de cremación se realiza a orillas del río Ganges, en la ciudad india de Benarés. La ceremonia es observada por algunos turistas curiosos, entre ellos, Mariano, de 36 años.
En otra parte del mundo, Tomás, de 26 años, firma un contrato antes de comenzar un tour. En esas páginas deja en claro que, de tener algún problema de salud luego del recorrido, no iniciará acciones legales contra la agencia de viajes ni el gobierno ucraniano. Después de pasear durante horas por la ciudad de Chernóbil y su planta nuclear, destrozadas luego de la explosión de 1986, se somete a una revisión para chequear los niveles de radiación en su cuerpo. Los estudios dan normales.
Mariano y Tomás son turistas oscuros, una nueva tendencia en viajes que pone la muerte como epicentro del itinerario.
El tanatoturismo o turismo oscuro tiene sus cimientos en personas que, por un motivo u otro, prefieren alejarse de un destino convencional y vacacionar en zonas donde la muerte fue o es parte de su cotidianidad. El boom es tan grande que hasta Netflix lanzó Dark Tourist, una serie documental de ocho capítulos que muestra el fenómeno. "Estar en un lugar donde pasó algo malo, como el predio de una prueba nuclear o el patio de un asesino serial, es una buena manera para que alguien piense en la muerte si le tiene un poco de miedo. Creo que para algunos eso es saludable, en vez de hacer de cuenta que no existe", le explica a Brando David Farrier, el periodista neozelandés que conduce la serie.
La necesidad de agonía del turista oscuro no tiene fronteras: zonas de guerra en actividad como Siria y sitios devastados por desastres naturales y nucleares como Fukushima se comercializan como destino, aunque también entran en la categoría espacios de memoria y reflexión como Auschwitz. Incluso, existen agencias especializadas en armar tours por las áreas más peligrosas. "Actualmente, Siria es el viaje más requerido. El interés sigue las noticias: cuando Irak estaba en el foco del periodismo, era el más solicitado", sostiene Rick Sweeney, CEO y fundador de War Zone Tours, una agencia que desde 1993 realiza este tipo de viajes basados en los estrictos planes que organizan exmilitares. Otro ejemplo es Corea del Norte, país que bajo el régimen de Kim Jong-un suscita la curiosidad del turista oscuro. "Los pasajeros tienen que seguir una serie de reglas, como no sacarles fotos a soldados o siempre estar en compañía de un guía", cuenta Sabrina Wang, de la agencia Explore North Korea.
A pesar del exhaustivo planeamiento, a veces aparecen ciertos riesgos para el pasajero. "Turkmenistán me asustó mucho, siempre nos estaban observando. Y los periodistas simplemente desaparecen ahí", recuerda Farrier, de Dark Tourist, acerca de la grabación de uno de los episodios de la serie. Algo similar le ocurrió en un distrito de Famagusta, la ciudad de Chipre que quedó en parte abandonada y vallada luego de la división del país en 1974. Hoy, bajo el dominio de facto de la República Turca del Norte de Chipre, las autoridades no permiten ingresar, sacar fotos o filmar en sus cercanías. Pero Farrier y su equipo lo hicieron de todas formas. "Nos llevaron a la comisaría, nos sacaron los pasaportes y nos interrogaron. Nosotros entramos y salimos, pero otros no vuelven a sus casas ni para buscar sus cosas", cuenta el periodista.
"Actualmente, Siria es el viaje más requerido. El interés sigue las noticias: cuando Irak estaba en el foco del periodismo, era el más solicitado", sostiene Rick Sweeney, CEO y fundador de War Zone Tours
Las razones ocultas
Entonces, teniendo en cuenta los distintos riesgos a los que se enfrenta, ¿por qué un turista prefiere viajar a un lugar así? Para Farrier, es simplemente por curiosidad. "Queremos saber cómo vive la gente y en qué cree", dice. Pero, para Peter Hohenhaus, un alemán aficionado del turismo oscuro y colaborador del libro Dark Tourism and Place Identity, la respuesta no es tan simple. "En 20 años de estudios académicos sobre el tanatoturismo no se llegó aún a una respuesta generalizada", comenta, y agrega: "El carácter auténtico de estos destinos puede ser una parte de la razón: usualmente, hay un elemento de peregrinaje involucrado, de dar los respetos de cada uno".
Un detalle no menor es el conflicto ético que presenta el morbo de vacacionar donde otros sufren o mueren. Y ni hablar de sacarse una selfie. "Me crucé con pasajeros que dejan mucho que desear, como gente masticando chocolates en el campo de concentración de Sachsenhausen o sacándose fotos en los Campos de la Muerte de Camboya. Pero son excepciones, no la regla", recuerda Hohenhaus. Farrier completa: "Algunas personas van a estos destinos simplemente para tener la foto en Instagram, pero otros analizan y reflexionan sobre lo que están viendo". ¿Y qué pasa al volver a casa? "En cierta forma, aprendí a tenerle menos miedo a la muerte", concluye el periodista.
Los principales destinos, según el nivel de oscuridad*
- 1 - Auschwitz, Polonia: El campo de concentración y exterminio nazi hoy funciona como un museo y espacio de memoria y reflexión.
- 2 - Hiroshima y Nagasaki, Japón: Ambas ciudades fueron destruidas con bombas atómicas en la Segunda Guerra Mundial.
- 3 - Chernóbil, Ucrania: En 1986, un accidente nuclear devastó la ciudad, y se convirtió así en uno de los desastres medioambientales más graves de la historia.
- 4 - Centro de la Memoria del Genocidio Murambi, Ruanda: El sitio recuerda el genocidio de ese país en 1994, donde el 75% de la población tutsi fue asesinada.
- 5 - Campos de la Muerte, Camboya: Allí yacen casi un millón y medio de cuerpos, asesinados por el régimen de los Jemeres rojos en la década de 1970.
*Fuente: Peter Hohenhaus en dark-tourism.com
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