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Al entrar en el pueblo montañoso de Pera Melana, en el sur de la península griega del Peloponeso, es probable que escuches el estruendo de los ciclomotores que se deslizan por los estrechos caminos y los trinos de los pájaros que roban la fruta madura de los árboles. Pero si te acercás al café central del pueblo, vas a oír un sonido bastante inusual. Es el zumbido de las conversaciones entre los ancianos en una lengua de 3000 años de antigüedad llamada tsakonio.
Los hablantes son los descendientes lingüísticos de la antigua Esparta, la emblemática ciudad-estado griega, y parte de la rica herencia cultural de la región de Tsakonia.
Thomais Kounia, conocida como la “emperatriz de Tsakonia” por su dominio del idioma, le habla a su amiga sobre el pan que horneó esa mañana. Estas señoras son las últimas que hablan con fluidez una de las lenguas vivas más antiguas del mundo.
Hoy en día, solo unos 2000 de los 10.000 de la región, principalmente ancianos, hablan todavía el idioma tsakonio. El alcance del idioma se limita a 13 pueblos, aldeas y caseríos situados alrededor de Pera Melana.
Mientras que el griego es el idioma oficial de la región, el tsakonio se habla a menudo en casa y ocasionalmente en público. Sin embargo, su futuro sigue siendo incierto. “Estamos perdiendo el tsakonio sin maestros auténticos”, dice Kounia. “He intentado preservarlo durante los últimos 40 años. Es mi deber hacerlo”.
El tsakonio no solo es importante para la identidad y la cultura de estos griegos, sino que es el único legado de los antiguos espartanos que permanece. También es el idioma vivo más antiguo de Grecia -precede al griego moderno en unos 3100 años- y uno de los más antiguos de Europa.
“Si perdemos nuestra lengua, no podemos pretender ser tsakonios”, explica Eleni Manou, escritora y profesora en la cercana ciudad de Leonidio, la capital de facto de Tsakonia.
El tsakonio se basa en la lengua dórica hablada por los antiguos espartanos y es el único dialecto que queda de la rama dórica occidental de las lenguas helénicas. En cambio, el griego desciende de los dialectos jónicos y del ático en la rama oriental. Mientras que cada uno de ellos utiliza un alfabeto similar, el tsakonio tiene más símbolos fonéticos y difiere en estructura y pronunciación.
No es de extrañar que esté más cerca del griego antiguo que del moderno, pero ninguno de estos idiomas son inteligibles entre sí.
Herederos del famoso grito de Leónidas
Una famosa frase, propia del tsakonio, fue acuñada por Leónidas I, rey de los espartanos, en la batalla de las Termópilas del año 480 a. C., cuando lideró a 300 de sus hombres y a alrededor de 1000 griegos más en una batalla contra 500.000 persas.
Dada la desigualdad de fuerzas, el comandante persa exigió que Leónidas entregara todas las armas o muriera. Leónidas respondió en laconio: “¡Ven y tómalas!”.
El laconio era el dialecto dórico hablado en el estado espartano de Laconia, y en la Edad Media se conocía como tsakonio o tsakonika.
“La lengua es la principal prueba de nuestra conexión espartana”, señala Manou. “Y de corazón, somos descendientes directos. Para mí y para muchos otros tsakonios, cuando vamos a Esparta, nos sentimos como en casa”.
Aunque Pera Melana y los otros pueblos donde todavía se habla tsakonio se encuentran a unos 55 a 100 km al noreste de la antigua Esparta, su distancia geográfica de la capital que una vez los gobernó ha ayudado a preservar la lengua.
Después de que los visigodos saquearan Esparta en el año 396 d. C., la ciudad fue finalmente abandonada y los espartanos que quedaban huyeron y se asentaron en estas zonas montañosas.
A lo largo de los siglos, el tsakonio se ha conservado en estas comunidades agrícolas aisladas que transmitieron la lengua de generación en generación. Estas comunidades permanecieron relativamente aisladas hasta después de la Guerra de Independencia griega (1821-1829), la cual dio lugar a la educación masiva y a la mejora de las infraestructuras.
“La construcción de carreteras y puertos le dio a la gente una salida de las aldeas y pueblos”, asegura Kounia. “Muchos residentes nunca regresaron.”
En la década de 1950, la introducción de la electricidad en todos los pueblos de Tsakonia y la exposición a los medios de comunicación nacionales conectó aún más a los residentes con el mundo exterior.
Muchos también se trasladaron a otros países para buscar mejores oportunidades de trabajo. Uno de ellos fue Panos Marneris, ahora profesor de tsakonio, poeta y compositor, quien dirige el sitio web de este idioma. “Hasta 1970, cuando me fui a los Estados Unidos, Tyros y otros pueblos de la zona donde crecí hablaban tsakonio al 100% “, cuenta.
Menospreciada “lengua de campesinos”
“Pero cada año que volvía de visita, más y más gente no lo hablaba y eso me molestaba. La carretera de Astros a Leonidio fue construida en 1958. Veinte años después, la gente dejó de hablar tsakonio”.
Alrededor de 5000 personas aún hablaban Tsakonio a finales de los 50, según Manou. Pero este número disminuyó a más de la mitad en las décadas siguientes, ya que el griego moderno se convirtió en el idioma nacional en 1976 y profesores externos vinieron a Tsakonia para enseñarlo.
Además, el tsakonio fue estigmatizado como una “lengua campesina”. Como resultado, el padre de Manou, que era hablante nativo, se negó a enseñárselo porque lo consideraba innecesario y vergonzoso. De hecho, su generación lo reprimió en gran medida en sus hijos, una decisión que muchos lamentan ahora, ya que el tsakonio está catalogado como una lengua “en peligro crítico” por la Unesco.
Hasta la década de 1990, esta lengua todavía se enseñaba junto con el griego en algunas escuelas locales, pero luego se convirtió en algo exclusivamente optativo. Actualmente, casi no quedan escuelas en estos pueblos envejecidos porque muy pocos niños viven allí.
Sin niños a los que transmitirles la lengua
“Solo 12 niños viven en mi pueblo hoy en día”, se lamenta Kounia. “Es un gran problema no tener una generación más joven para pasarle el idioma”.
Aunque la viabilidad a largo plazo del tsakonio sigue siendo dudosa, su estigmatización ya ha desaparecido. “En los años 60 y 70, se produjo un cambio de actitud hacia el tsakonio, pasó a ser visto como algo que atesorar en lugar de ocultarlo”, describe Manou.
“De hecho, muchos jóvenes del lugar se enfadaron con sus padres y abuelos por no hablarles de esta lengua. Yo le rogaba a mi padre que se lo hablara a mis hijos, pero él se negó. Ahora está de moda entre la generación más joven”.
Hoy en día, los profesores, filólogos y políticos están tratando de revivir el idioma. Como mínimo, están dándole el respeto que merece como lengua del rey Leónidas, en lugar de como lengua de los campesinos.
En Leonidio, carteles bilingües en tsakonio y griego dan la bienvenida a los visitantes. Uno afirma con orgullo: “Nuestro idioma es el tsakonio. Pídele a la gente que te lo hable”. También está presente en un museo especializado de la ciudad; en los Archivos Tsakonios, una asociación para conservar el patrimonio fundada en 1954 para preservar el tsakonio escrito. También en el festival anual Melitzazz, cada verano. En este último se presentan la música, la danza, tejidos y arquitectura de esta cultura.
De nuevo es un tesoro
“Hoy en día es una vergüenza si no hablás tsakonio”, señala Haralambos Lysikatos, el alcalde de Kynouria del Sur, en Leonidio, que está muy orgulloso de su herencia tsakoniana. “Mi sueño es que la mayoría de los tsakonios lo hablen.”
Históricamente, el tsakonio era una lengua oral. Debido a su estilo de vida, austero y sencillo, los dorios usaban la lengua solo por necesidad y no escribían nada. De hecho, la palabra “lacónico” viene de Laconia, cuyos habitantes eran conocidos por su brevedad verbal y sus frases concisas.
Por lo tanto, hay relativamente pocas palabras en este lenguaje: una cantidad estimada de 8000 a 10.000, comparado con los 5 millones del griego moderno.
“Por eso no hay literatura tsakoniana”, dice Maxim Kisilier, jefe del Departamento de Estudios Bizantinos y Griegos Modernos de la Universidad Estatal de San Petersburgo en Rusia, que es aclamado por los tsakonios como uno de sus mejores oradores. “Pero hay expresiones de amor”.
“Lo importantes es la calidad y no la cantidad”, bromea Kounia.
La falta de vocabulario no es un problema, ya que toma prestadas palabras que no tiene del griego e incluso un puñado del francés. El mayor desafío es preservar el idioma por escrito. “El tsakonio tiene una fonética muy especial y es difícil escribirlo”, sostiene Kisilier.
Esfuerzos para que no se pierda
El mejor esfuerzo hasta la fecha es un diccionario de tres volúmenes que fue publicado por el tío de Kounia en 1986. Ahora varios oradores están buscando actualizarlo y volver a publicarlo en línea. Los municipios de Kynouria del Sur y del Norte y los Archivos Tsakonianos apoyan la iniciativa, pero carecen de los fondos para llevarla a cabo.
“Lo que no está escrito se desvanece”, señala el autor Sotiris Steniotis, que ha comenzado a recopilar palabras para un nuevo diccionario. “En esta era de la información, con internet, no debemos perder un idioma. Cada pueblo [de la región] debería tener un centro [de aprendizaje] para sus residentes y se deberían ofrecer clases en Esparta y Atenas”.
Petris Dimitris, alcalde de Prastos, pretende crear dicho centro en una taberna abandonada de su casi desierto pueblo.
Este año, el Covid-19 inspiró a Manou a ofrecer clases online por primera vez del idioma, abriendo una gran oportunidad para expandir su enseñanza. También espera iniciar un programa de radio regional para unir las zonas de habla del tsakonio. La revolución digital ha llegado incluso a los polvorientos Archivos de Tsakonika, que pretende respaldar digitalmente todas sus publicaciones.
“Más gente debe involucrarse, especialmente los jóvenes. Les ruego que se involucren para preservar este lenguaje”, insta Marneris.
En los corazones de los tsakonios, su lengua sobrevivirá, pero será una batalla difícil. Los modernos diccionarios digitales pueden salvar las últimas palabras de los antiguos espartanos, pero solo si los habitantes los usan. Como diría Leónidas: “¡Venid y tomadlos!”.
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