Hay risas por aquí, algún llanto de un bebé que en apenas minutos encuentra varias manos que lo atiendan, confidencias por allá… En el flamante Palacio Paz Hotel Boutique, frente a Plaza San Martín, las Trillizas y su "squad de oro" –compuesto por sus hijas, sus nueras y su madre, Chichí– se preparan para la producción navideña de ¡HOLA! Pasaron la noche juntas, quizás como un modo de festejar, aunque tarde, sus 60 años (cumplieron el 5 de julio, pero la cuarentena, en su fase más estricta, les impidió juntarse). En el salón contiguo adonde se maquillan está reunido el resto de las cuatro generaciones: Chichí (muy coqueta, no va a revelar su edad) mece en el cochecito a Borja, su bisnieto numéro catorce (tiene un mes y medio y es hijo de Paulina Trotz, por lo tanto, nieto de María Laura), mientras escucha con atención a su nieta mayor, Emilia "Mili" Zavaleta (hija de María Emilia), que dice: "Somos una tribu de mujeres fuertes, que nos sobreponemos a lo que venga porque sabemos que nos tenemos las unas a las otras y siempre permanecemos unidas". Sus palabras resumen lo que se ve ahora, lo que fluye en el aire: son todas para una y una para todas.
–¿Es como dice Mili?
Eugenia: Somos una tribu muy fuerte porque las hijas de trillizas son más que primas, son como hermanas. Y las hermanas, cuando todo está bien, son una tribu que se apoya y permanece unida.
Laura: La fortaleza tiene que ver, además, con la edad, con la seguridad ganada. Uno se pone cada vez más grande, pero con mayúsculas.
Emilia: Somos un gran clan, mamás de todas y tías de todas. Chichí, nuestra madre, tiene diez nietos y de ellos sólo tres son varones, uno por familia. Las demás somos todas brujas.
–¿Qué es lo que más admiran de sus hijas?
Eugenia: Son muy distintas, pero ante la adversidad son muy unidas y eso ayuda a afrontar muchas cosas. Pilar tiene mucho carácter y lo que se propone lo logra; Laurita es un poco más temerosa pero apoyada por su hermana y por su entorno, que es su marido, logra las cosas que sueña.
Laura: Admiro su maternidad hoy, en una época en que muchas mujeres dan prioridad a otro tipo de situaciones. Paulina y Bárbara son profesionales, pero la mejor ocupación que tienen ahora es ser mamás. Creo que la profesión te espera, ser mamá no lo sé.
Emilia: Yo admiro la profesionalidad de Mili y de Sonia, que son muy buena gente y muy buenas hijas.
–¿Qué rol cumple Chichí en esta tribu?
Eugenia: Es la Reina Madre. Ella es hija única, jamás imaginó tener tantos nietos y bisnietos. Es muy fuerte, sufrió bastante en la vida. Perdió a su padre muy chica, después se casó muy joven y nos tuvo a nosotras, ¡lindo susto! Ver esta maravillosa familia que ella formó es alucinante. Está muy bien de salud, así que nos acompaña mucho. Hace ocho años que vive en el mismo barrio de Pilar que Emilia y yo, por lo que fue una bendición haber estado tan acompañada en esta cuarentena por su "elenco estable", como decíamos nosotras.
Laura: Chichí transmite valores con su ejemplo y con una sabiduría que no pasa de moda.
Emilia: Le dejás un bisnieto y actúa como mamá o como abuela. Mi nieta, Augusta, de 2 años, cuando me visita duerme la siesta en brazos de Chichí.
–Este año, Paulina volvió a vivir un tiempo con vos, Laura; y Laurita, con Eugenia. ¿Cómo fue que vuelvan al nido?
Laura: Soñaba compartir mis 60 con mis hijos. Y la pandemia me los devolvió porque Paulina, después de nueve años de vivir afuera, volvió; y Bárbara y Ernestito, que son los que van y vienen todo el año, esta vez no se fueron. En el caso de Paulina, los primeros tres meses se instalaron en casa, así que pude conocer mejor a mis nietos y a mi yerno. Una alegría. Ernesto [Trotz], mi marido, estaba como loco porque Paulina ordena, cocina, lava, plancha, todo lo que a mí me cuesta, así que cuando se fueron corría llorando detrás del auto y decía: "Volvé Paulina, nunca más voy a comer rico". [Se ríe].
Eugenia: Tuve la suerte de convivir con Laura, que volvió de Europa recién casada y vino a hacer la cuarentena a casa y después se quedó. Descubrí un matrimonio maravilloso, no lo conocía tanto a Eugenio, fue un placer.
–¿Qué fue lo más difícil de la pandemia?
Eugenia: He vivido una situación muy fuerte y dolorosa en mi vida [dos años atrás murió su hija Geni], y me había ido a vivir a Buenos Aires, sólo estaba en Pilar los fines de semana. Pero estando en Pilar nos agarró la pandemia y no me pude volver. Me reencontré con mi casa que me traía recuerdos bastante duros. Al principio me costó muchísimo porque mi hija vivía enfrente. Fue dura también la incertidumbre del primer tiempo, de no saber cómo iba a seguir todo, y pensar tanto me jugó en contra. Pero me ayudó seguir con el programa, Mañanas nuestras (lo hicieron dos años y medio por KZO) vía Zoom. Con el correr de los meses me amigué con la casa, volví a quererla y a tener recuerdos lindos.
Laura: La incertidumbre, que un día te decían una cosa y después no servía fue brava.
Emilia: Para mí lo peor fue no tener contacto con la familia, como les pasó a casi todos. No estar con mis hermanas, trabajar juntas pero vernos por una pantalla, saludarla a mamá por la ventana...
–¿Y los nietos?
Eugenia: Tengo dos y los fines de semana prácticamente vivían acá, así que me bajoneó mucho cuando dejamos de poder vernos. Pero nos conectamos a través de la computadora.
Laura: Fue difícil, pero las posibilidades de comunicación que hoy existen te acercan. Paradójicamente, te acercan más cuando tus hijos y tus nietos están afuera que cuando están acá con vos, porque estar tan conectados te aleja.
Emilia: La tercera semana ya no te querían ver porque ellos ya tenían sus propios Zoom de colegio. Pero estando todos en la misma, intentamos tomarlo con humor.
–¿Descubrieron nuevas habilidades?
Eugenia: Yo cocino muy bien pero mi hija Laurita cocina otro tipo de platos, entonces me sumé a sus recetas y ella a las mías. Perfeccioné mi hobby gracias a que lo compartimos.
Laura: Me encanta leer y es algo que no perdí.
Emilia: Descubrí mi huerta, que ya la tenía, pero ahora está increíble. Tengo esa habilidad, así que estoy sacando yuyos todo el día.
–En el medio, cumplieron 60. ¿Cómo las encontró el cambio de década?
Eugenia: Me encuentran bien los 60, no tan bien como hubiera querido, pero siguiendo este camino que me tocó. Esta vez no nos pudimos juntar, pero hace ya algunos años que lo pasamos sin Laura porque a mitad de año solemos viajar con Horacio y nos acompañan siempre Emilia y Clemente [Zavaleta]. Pero nos gusta festejar.
Laura: Me sentí acompañada, me gustaron los llamados, los regalos que me mandaron… Tengo un grupete de amigas que ya pasaron los 60 o están por cumplirlos, es importante seguir con la gente de tu generación porque hablamos el mismo idioma. Lo tomé bien. Además, soy abuela de siete nietos, no puedo hacerme la de 25 años. Doce y un minuto nos estamos llamando las tres, esa es nuestra tradición.
Emilia: Como soy la que nací primero, siempre les gano de mano y soy la primera en llamar. Las décadas no me importan en absoluto. Esta me encuentra bien, con mis hijos con sus familias, con mi marido todavía nos elegimos... Si sobreviví la cuarentena y pandemia con Zavaleta es porque realmente nos amamos de una forma increíble.
–Si cierran los ojos, ¿qué recuerdos les vienen a la mente?
Eugenia: Las Navidades con todos nuestros hijos y sobrinos. Pensar que ahora están la mayoría casados y con hijos y que nuestros nietos viven lo mismo que vivimos nosotras... Es increíble como la historia se repite.
Laura: Tal cual. Pienso en las reuniones familiares con mis tíos que ya no están. También veo esas caras de tantos adultos niños que nos recuerdan y siguen desde Maria, María y María, o El club de Mickey...
Emilia: Nosotras siempre apostamos a la familia, así que pienso en ellos. Y la verdad es que tengo una familia maravillosa: un marido que amo, unos hijos sanos y unos nietos soñados. El estado de abuela es uno de los más gratificantes, los nietos se disfrutan. Una se pone feliz cuando te los traen y feliz cuando se los llevan. [Risas]. Agradezco haber tenido la salud para estar en el nacimiento de mis nietos, es un amor insuperable.
–¿Sueños?
Eugenia: Siempre hay sueños… Que mis hijos y nietos sean felices, que puedan vivir en un país de paz, donde todos seamos iguales, puedan trabajar tranquilos… Y hay que dejarlos volar, como nos han dejado a nosotras.
Laura: Desde lo profesional, creo que lo hicimos todo. Sin embargo, me encantaría volver a hacer cine, publicidad y teatro. En cuanto a lo familiar, sueño ver casados a mis nietos, con sus familias.
Emilia: No tengo sueños pendientes, sólo tener salud y seguir como estoy. Soy muy afortunada de tener a mis hermanas que amo y con quienes comparto todo, a mamá, a mis sobrinas… Por ahí puedo parecer muy ególatra, pero estoy bien con lo que soy y lo que tengo.
–¿Cómo se ven los próximos diez años?
Eugenia: Me veo casando a mis nietos. Ya tener bisnietos sería un lujo. Por supuesto, al lado de mi marido, que es, fue y espero que siga siendo un pilar impresionante en mi vida. Eso ayuda mucho a atravesar situaciones que algunas veces no entendés.
Laura: Me veo exactamente igual que hoy: atrás de mis nietos, divirtiéndome con mis hijos y laburando.
Emilia: Este año proyecté de todo, carrera, "Bailando…". Pero aprendí que no voy a proyectar más. Agradezco a Dios cada día que me levanto y tengo a mi familia bien.
–En estas fiestas, cuando levanten la copa, ¿por qué van a brindar?
Eugenia: Por seguir unidos, con salud y por aprender a vivir el día a día, disfrutar lo que tenemos y vivirlo.
Laura: En estas fiestas, puntualmente, voy a levantar la copa por volver a festejar las Navidades como antes, todos, en familia.
Emilia: Brindaré para que 2020 se vaya rápido y vengan cosas buenas. Y si tuviera una lámpara mágica pediría que venga alguien a salvar este mundo, que es una locura. También por mi familia, para agradecer lo que tengo desde los afectos, que es mucho.
Producción: Sergio Barbaro
Agradecimientos: Carmela Achaval, Rapsodia, Bartolomé Joyas, Prüne, Maru Botana; @tienda925; Ana Clara Zlogar (arte y diseño floral, @anaclarazlogarflorista), Sentido Buenos Aires (mesa), Florencia Méndez Casariego, Palacio Paz Hotel Boutique
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