Tras los pasos de Stieg Larsson
Murió a los 50 años sin ver publicadas sus obras. Ahora es el escritor sueco más exitoso, con 15 millones de ejemplares vendidos de su trilogía Millennium. LNR visitó, en Estocolmo, los escenarios de las obras de Stieg Larsson y descubrió que su legado es una nueva novela: la lucha por los derechos artísticos y por una herencia de unos 70 millones de euros
Los claroscuros de la noche dibujan figuras fantasmales en las esquinas de Södermalm, la isla más grande de Estocolmo, barrio de obreros en la época de oro del capitalismo, ahora lo más "in" de la bohemia artística e intelectual de la capital sueca. Con paso decidido, pero sin apuro, el periodista Mikael Blomkvist recorre los 500 metros que separan la redacción de Millennium -en la céntrica Gotagatän, sobre las oficinas de Greenpeace- de su ático en Bellmansgatan 1, desde donde dispone de una de las mejores vistas del lago Mälaren.
Alguien persigue a Mikael Blomkvist, editor en jefe de una revista que investiga los negocios más sucios de la clase dominante y el alto empresariado de Suecia: estafas, asesinatos, manejo de información secreta, tráfico de drogas, prostitución.
Alguien muy poderoso persigue a Mikael Blomkvist. Pero él no parece dispuesto a darse por vencido.
Y mucho menos, a tener miedo.
Había una vez un periodista sueco llamado Stieg Larsson que decidió darse un gusto siempre pospuesto: escribir novelas policiales. Este periodista -nacido y criado en una ciudad del norte de su país, Skellefteå, donde los inviernos duran una eterna noche de seis meses de oscuridad y frío- agregó horas a su trabajo como editor en jefe en la revista Expo, de reconocida raigambre antifascista y antirracista, y escribió de un tirón -que duró entre dos y tres años- los tres primeros libros de la Trilogía Millennium, que en 2000 páginas relata de un modo a veces no tan fácil de distinguir entre ficción y realidad los aspectos más oscuros del aparentemente perfecto modelo nórdico. Como hilo conductor de la trama, Larsson -un confeso trotskista, rebelde y libertario- elige historias centradas en la subordinación y la violencia (real y simbólica) contra la mujer.
Pero poco después de entregar el último libro de la trilogía sucedió algo que nadie esperaba: el periodista (fumador de dos atados diarios y adicto al café) sufrió un infarto. Y se murió. Era un día lluvioso y gris de noviembre de 2004. El 15 de agosto ha
bía cumplido 50 años.
Sus libros se publicaron igual. Y se convirtieron en un éxito jamás soñado por la historia editorial sueca: 15 millones de ejemplares distribuidos en 41 países (en la Argentina, editado por Planeta, 45.000 en menos de un año y siempre ubicado entre los cinco primeros puestos de los rankings) y tres películas vendidas a 27 países (entre ellos, el nuestro).
Vaya paradoja, al morir, el hombre que defendía a las mujeres dejó a su compañera de toda la vida sin una corona ni derecho alguno sobre su obra y -además- enfrentada a dos hombres: la ley, en Suecia, está basada en el derecho germánico medieval, que privilegia la sangre por encima de todo. Como Eva Gabrielsson y Stieg Larsson nunca se casaron ni tuvieron hijos, cada céntimo de Millennium y todos los derechos artísticos fueron heredados por Erland y Joakim Larsson, padre y hermano del periodista. Eva no tiene siquiera el derecho de reclamar frente a la Corte.
El legado de Stieg Larsson parece una nueva novela: están en juego los derechos sobre su obra y una cifra que nadie quiere precisar pero que podría alcanzar los 70 millones de euros.
Un hombre único
Eva Gabrielsson llega puntualísima a la cita en la plaza de Slussen, la primera estación de metro en Södermalm. No ha sido difícil reconocerla entre la gente: su cabello rubio a los hombros, anteojos, un abrigo liviano y un cigarrillo encendido. Después de los saludos de rigor, explica que de nuestro país conoce algunos buenos vinos y la desaparición de la estudiante sueco-argentina Dagmar Hagelin, de 17 años, en 1977, mientras pronuncia no sin dificultad el nombre y apellido de su captor, Alfredo Astiz.
Caminamos algunas cuadras hasta la terraza de Mosebacke, el exclusivo barrio donde se muda la protagonista de la Trilogía, Lisbeth Salander.
"No, no nací en Estocolmo. Vine aquí en 1977, con Stieg, a estudiar arquitectura. Nos habíamos conocido en 1972, en Umea. Stieg nos reclutó a mí y a mi hermana Asa para un grupo opositor a la Guerra del Vietnam. Teníamos un gran enojo contra la injusticia."
Eva dice que no fue "amor a primera vista" y que el primer beso -apasionadísimo, como siempre sería su relación- vino recién un año después.
-Se fue dando gradualmente -recuerda-. La atracción era muy fuerte; nos parecíamos mucho. Gente muy intelectual, que no aceptaba mentiras, que quería hacer cosas... Finalmente había encontrado a alguien que hacía posible que me diera cuenta de lo que yo quería hacer. Yo supe que ese hombre cambiaría mi vida y él supo lo mismo de mí. Entonces no fue un romance: fue mucho más. A menudo la gente se convierte en una pareja romántica; entonces, funciona por unos años; nada más. Pero nosotros siempre encontrábamos cosas nuevas; nunca nos sentíamos estancados. Teníamos profesiones distintas, y eso hacía muy interesante el intercambio. Yo había pensado en ser periodista, como mi padre, pero luego decidí que no.
-¿Por qué no tuvieron hijos?
-Mis padres se divorciaron cuando era muy pequeña y fue algo horrible. Uno nunca sabe qué pasará en la vida, y yo buscaba fortalecerme en el terreno laboral. Cuando estuve más ubicada, no pude quedar embarazada. Y después la industria de la construcción se vino a pique.
-¿Y por qué nunca se casaron?
-Porque en Suecia todos los registros de datos de los ciudadanos son públicos. Stieg había escrito sobre la extrema derecha desde los años 90 y en Europa estaban muy interesados en saber quién diablos era este periodista. Los grupos de derecha son marginales, pero poderosos. Tienen sus listas de enemigos y atentan contra ellos. La cuenta de la electricidad y del teléfono estaban a mi nombre, y él no estaba casado con nadie. De ese modo no lo perseguirían ni me perseguirían a mí.
-Dicen que si hubiera dejado un testamento usted podría haberlo heredado...
-¿Un testamento? ¡Si no teníamos nada! Sólo nuestro departamento, de 56 metros cuadrados y que después de cuatro años de enfrentamientos con su padre y hermano está a mi nombre.
Eva da una pitada larga a su cigarrillo. "Soy una buena pagadora de impuestos", dice secamente, como para no dejar lugar a ninguna pregunta, y mira los anillos de su anular izquierdo: una alianza de oro común y otra más grande, con un diseño. "Era de Stieg", dice, triste.
-¿Stieg estaba enfermo?
-No que él supiera. O yo. En su familia materna es común morir jóvenes: la madre murió a los 56 años. Había tenido cáncer de mama, pero murió de un derrame cerebral. El día en que Stieg murió había tenido que subir los siete pisos de Expo por escalera; no funcionaba el ascensor. Creo que eso, más el estrés, lo aceleró. Pero no iba a llegar a viejo. Estaba escrito en sus genes.
Un amigo kurdo
Stieg Larsson lo hace aparecer con su nombre y apellido en el tercer libro. La relación que unía a Larsson con el periodista y escritor kurdo Kurdo Baksi, refugiado en Suecia desde su adolescencia (llegó a los 14 y tiene 44), parece ser muy cercana y estrecha, y de eso dará cuenta el libro que Baksi publicará, a principios del próximo año, por el mismo sello que editó a su malogrado amigo. "Se titulará Mi amigo Stieg", dice orgulloso Kurdo en su simpático español, que afirma haber aprendido cuando vivió en Cuba -también asegura haber estado en Buenos Aires, aunque nunca contará ni cuándo ni para qué.
Kurdo y Larsson se conocieron a principios de la década del 90, cuando un delincuente racista, "el Hombre del Láser", asesinaba gente de cabello oscuro por las calles de Estocolmo con una pistola láser. "Como representante de los inmigrantes convoqué a reuniones y hasta a un paro, para expresar nuestra preocupación -recuerda Kurdo-. Stieg fue uno de los que propusieron que también adhirieran todos los suecos, rubios o no... (se ríe)."
En 1995, la bancarrota amenazó a Expo. Entonces Kurdo, que editaba la revista Blanco y Negro, sobre temas de inmigración y minorías, incluyó Expo dentro de su propia revista. Y la salvó del derrumbe, dice.
"Stieg siempre quiso escribir, pero trabajó desde 1978 hasta 1999 en la agencia T y T como dibujante y gráfico, el mismo trabajo que hizo su papá, Erland -recuerda-. No pudo ingresar en la facultad de periodismo porque no tenía las calificaciones y creyó que entrando en una agencia como gráfico tendría la posibilidad de escribir: fueron 23 artículos en 21 años. Los tengo en mi poder. Después pidió el retiro voluntario y desde el año 2000 se concentró en Expo y en sus novelas. Nunca tuvo demasiado dinero: hasta dejó de fumar cigarrillos de marca para comprar tabaco y hacérselos él mismo."
Kurdo dice que a fines de este año va a casarse. "Lo decidí después de ver lo que le pasó a Stieg -asegura-. Toda la vida medié entre la gente, pero nunca me tocó que una parte no quisiera venir a la mesa de discusión -explica-. La mujer de Stieg quiere todo. Es muy difícil. Los periodistas me dicen «ayuda a esa mujer, ayúdala». Pero ¿cómo voy a ayudarla si no quiere hablar?"
Una coescritora
"Kurdo no es malo; tan sólo un oportunista. Necesita dinero y utiliza la historia de Stieg para lograrlo", afirma Eva Gabrielsson. "Puede que, para él, Stieg fuera su mejor amigo, pero no era lo que Stieg sentía por él. Sus verdaderos amigos no salieron a promocionarse."
-Algunos dicen que en la computadora que usted tiene (y que en realidad es propiedad de Expo, la revista donde Stieg trabajaba) está el cuarto libro de la saga...
-No puedo responder. Protección de fuentes.
-¿Pero algo de eso formará parte del libro que usted piensa publicar?
-Tampoco puedo responder. Mi libro está terminado y relata todos estos años sin Stieg.
Otra vez, Eva Gabrielsson se refugia en el ritual del cigarrillo. Después de apagarlo con firmeza, toma la colilla y la guarda en el atado. Curiosa fumadora, preocupada por el medio ambiente. Y vuelve a navegar en sus pensamientos.
-Stieg y yo teníamos planes. Muchos planes. El iba a escribir diez libros. Los primeros tres serían económicamente para nosotros. El cuarto, para Expo; el quinto, para grupos de defensa de mujeres abusadas y maltratadas. Y también queríamos construir nuestro cottage en Sandham (N. de la R: una isla distante hora y media de navegación de Estocolmo, y donde transcurre parte de la historia de Millennium). Ya están los planos, yo misma los diseñé. Una casa totalmente ecológica. No dejo de soñarla...
Eva dice que Stieg tenía una voz melodiosa y firme y ojos color miel, que era bromista y nada tímido: "Caía muy bien a las mujeres, pero nada que ver con su personaje".
Eva agrega que tanto Stieg como ella fueron criados por sus abuelos. "Mis padres se divorciaron cuando yo era muy chica. Los padres de Stieg eran jóvenes y no podían ocuparse de él, aunque enseguida tuvieron otro hijo; entonces, él se fue a vivir con sus abuelos maternos hasta los 9 años -recuerda-. El abuelo Severino era un militante trotskista torturado en un campo de concentración nazi. Cuando murió Severino, Stieg se fue a vivir con su padre, su madre y su hermano, pero no tenía nada en común con ellos. Es muy difícil tratarlos. ¿Qué quiero? La plena posibilidad de manejar el legado literario y un porcentaje de los derechos de su obra. Esto significa evitar que los editores y la familia vendan todo sólo por dinero, que es lo que están haciendo, incluidas las películas, algo que Stieg no quería hacer, al menos no de una manera tan inmediata y no con esta compañía, sino con gente más capacitada y que cuidara realmente el producto. Pero nadie pone freno a esto: los personajes ya se vendieron para continuar la historia."
El departamento que Eva y Stieg ocupaban en la isla de Reimersholmer, a 15 minutos del centro de Estocolmo, es inaccesible para los desconocidos, incluida la prensa. "Estrictas razones de seguridad -vuelve a explicar Eva, mientras acepta la cita en el puente que une la pequeña isla con Södermalm-. Vinimos a vivir aquí porque la isla tiene una sola salida y, ante algún atentado, era posible cerrar ese puente (algo que le habría dado a Larsson la idea para su primera novela).
Buena parte de la historia se desarrolla en Estocolmo, en lugares reales. "Stieg no tuvo tiempo para investigar -dice Eva-. Y usó parte de la investigación que yo estaba haciendo sobre la ciudad. Además, discutíamos siempre los contenidos de sus historias; yo estaba familiarizada con todos sus textos."
Nordstedts, la elegida
Stieg Larsson y Eva Gedin no se conocían hasta que él, aconsejado por un amigo en común, fue a verla con los manuscritos de los dos primeros tomos de Millennium a las elegantes oficinas de la editorial Nordstedts en el centro de Estocolmo.
Gedin, de 46 años, está a cargo del departamento de Ficción de la casa, y confiesa que el negocio editorial le corre por las venas, ya que es sobrina de un editor muy conocido en Suecia e hija de una traductora también muy vinculada al mundo editorial. "La obra de Larsson, desde el inicio, fue algo poco común -explica-. Es muy raro que un escritor novel venga con los manuscritos de dos libros y también es raro que en una semana se decida editarlo, sabiendo que aún faltaba concluir un tercero. Pero así fue con él. De golpe nos encontramos con un autor muy maduro, con buenos argumentos y buena narrativa. Y una persona de muy buen carácter."
Desde que Stieg fue a Nordstedts por primera vez hasta su muerte pasaron 9 meses. "Cuando murió fue un shock tremendo -recuerda-. Y también un caso muy difícil como negocio. ¿Cómo vender un libro póstumo de un autor desconocido?"
El primer libro fue publicado en agosto de 2005. Y los dos siguientes siempre en agosto, de 2006 y de 2007, respectivamente, porque es buen mes para editar libros en Europa según las sagradas reglas del marketing. Eva Gedin no quiere hablar de ganancias, pero el fenómeno Larsson, dice, es único en la literatura sueca.
-¿Cuál es su posición respecto de la herencia y los derechos de Larsson?
-La ley es mala; la relación que tenían Eva Gabrielsson y Stieg era igual a un matrimonio. Pero la ley es clara y yo soy la editora; no puedo quebrarla: sus herederos son el padre y el hermano.
-¿Larsson firmó contrato para las películas?
-No, para los tres libros. Pero desde muy temprano discutió los planes sobre las películas, porque Nordstedts vende derechos de libros, de films y de obras de teatro. De hecho, tuvo una reunión con los productores. De todos modos, sus herederos son el padre y el hermano, y con ellos hemos firmado esos contratos.
-¿Conoce a Eva Gabrielsson?
-Claro. Y traté de integrarla; le he enviado originales. Pero ella se rehusó a mantener trato que no fuera a través de sus abogados. Comprendo su situación, es terrible.
-¿Existe un cuarto libro?
-No sé, nunca lo vi. Pero si existiera, los derechos les pertenecerían al padre y al hermano.
Encuentro en Estocolmo
La cita con el padre de Stieg, Erland Larsson, en el lobby de uno de los más lujosos hoteles de Estocolmo. Erland, de 74 años, llegó esta mañana de Umea, la ciudad a 1200 km al norte de la capital sueca donde vive junto Gun Aberg, la mujer que lo acompaña desde 1993, después de enviudar de la madre de Stieg, Vivian, una activa sindicalista que militaba para la socialdemocracia sueca.
Erland Larsson cuenta que Stieg nació cuando él y Vivian tenían sólo 19 años y, como eran tan jóvenes y les faltaba casa y buen trabajo, el primogénito quedó al cuidado de sus abuelos. "Pero nos veíamos todo lo a menudo que podíamos; varias veces al año", asegura Erland, que fue decorador de vidrieras y dibujante, como Stieg.
Cuando la familia se reunió nuevamente, ya en Umea, dice Erland que a Stieg le resultó muy fácil integrarse y que siempre fue muy buen alumno. "Cuando tenía 14 años le regalamos una máquina de escribir -recuerda-. Pero como hacía mucho ruido porque se quedaba escribiendo hasta bien tarde le rentamos un ático para que nos dejara dormir a nosotros... Tenía 17 cuando conoció a Eva. El padre de ella, Alvar, era alcohólico y la maltrataba. Eva vino a vivir con nosotros; lo descubrimos porque la cuenta de la comida era más grande... Yo traté de ayudar a su padre, que tenía problemas financieros, varias veces..."
El relato de Erland Larsson se hace ininteligible. Y comienza a hablar en sueco con Kurdo Baksi, que acompaña la charla. Quedamos fuera de una conversación que los mantendrá dialogando por unos 5 minutos. ¿Qué dirán? Imposible saberlo.
-¿Le parece justa la situación de Eva Gabrielsson?
-La ley es lo que es. Se puede discutir, pero es así. Todos los años, mi esposa y yo le pedíamos a Stieg que se casara. O que tuviera un hijo. Vamos a ver, si Eva tuviera la herencia, ¿sabe a quién iría cuando ella muriera? A su hermana. Porque Stieg no dejó ni siquiera un testamento. Yo no estoy casado con mi actual mujer: no quiero que cuando muera mi herencia pase a sus nietos. Mi otro hijo, Joakim, también quedó viudo y no está interesado en volver a casarse. Cuando nosotros no estemos, la herencia quedará dentro de la familia, para mis nietos, los hijos de Joakim: Matías y Therese.
Erland dice que él y Stieg se llevaban muy bien, pero que él siempre fue más moderado: "Stieg era demasiado zurdo", comenta, haciendo un gesto de exageración. Los libros que escribió su hijo, confiesa, le han gustado mucho, aunque "tienen demasiado sexo". Y que no hay más películas previstas: las tres que se han filmado.
-¿Ha pensado qué hará con tanto dinero? Porque es millonario...
-Es cierto, pero hay que aprender a serlo; no se crea que es fácil (risas). Dimos algunos millones de euros a Expo, la revista donde trabajaba Stieg; también, a una institución para discapacitados; me compré un auto... (piensa). No necesito ese dinero. Es sólo dinero.
-¿Entonces? ¿Estaría dispuesto a compartirlo con Eva Gabrielsson?
-Sí, y lo hemos dicho. Pero ella dice que no quiere ningún dinero.
-¿Qué quiere Eva?
-Los derechos sobre la obra.
-¿Y se los otorgará?
-No.
-¿Por qué?
-Eva parece tener algún problema mental. Su padre, su madre y su abuelo, todos terminaron en el manicomio. Ella no es una persona capacitada para esa tarea.
Para saber más: http://www.visitsweden.com/sweden/Regions--Cities/Stockholm/Culture/The-Millenium-tour ,
http://www.stieglarsson.com
La saga en el cine
La primera película se vio en Europa, con gran éxito en Cannes, España, Alemania, Dinamarca y Suecia, protagonizada por Michael Nyqvist y Noomi Rapace. La segunda y la tercera se verán en Europa en octubre y noviembre de este año. En la Argentina, la primera se estrenará a inicios del 2010.
Pipi y Kalle
Pipi Calzaslargas es uno de los personajes más famosos de la escritora sueca Astrid Lindberg (que murió en 2002) e inspiró a Stieg Larsson. El mismo dijo que a menudo se preguntaba qué habría sido de la vida de la controvertida Pipi (una niña sin padre ni madre, rebelde, osada) y del ingenioso detective niño Kalle Blomkvist si la pluma de la escritora los hubiera hecho llegar a la adultez. De esa proyección habrían nacido sus personajes.
La trilogia
Libro 1
Los hombres que no amaban a las mujeres
Harriet Vanger desapareció hace 36 años de la isla Hedeby, propiedad de la poderosa familia Vanger. No se encontró rastro de la muchacha, de 16 años. Nadie sabe qué pasó: el caso está cerrado, los detalles olvidados.Pero su tío Henrik Vanger, un empresario retirado, sigue recordando a Harriet y ya en el final de su vida vive obsesionado con resolver el misterio. Vanger contrata a Mikael Blomkvist, periodista de investigación y editor de la revista Millennium, que investiga los trapos sucios del mundo de la política y las finanzas...
Libro 2
La chica que soñaba con una cerilla y un bidon de gasolina
Lisbeth Salander se ha tomado un tiempo: necesita apartarse y salir de Estocolmo. No contesta ni llamadas ni los mensajes de Mikael, que no entiende por qué ha desaparecido. Mikael vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y reconocimiento profesional. Tiene entre manos un reportaje apasionante sobre el tráfico y la prostitución de mujeres del Este. Las vidas de Mikael y Salander parecen haberse separado. Pero dos asesinatos de una crueldad inexplicable y la irrupción de oscuros personajes los unirán otra vez.
Libro 3
La reina en el palacio de las corrientes de aire
Lisbeth no está muerta, aunque con una bala en el cerebro. Le esperan semanas de confinamiento en el mismo centro donde un paciente muy peligroso sigue acechándola: Alexander Zalachenko, Zala. Desde la cama del hospital, Lisbeth hace esfuerzos sobrehumanos para mantenerse alerta y sabe que sus habilidades informáticas van a ser, una vez más, su mejor defensa. Mikael se siente muy solo. A medida que sus investigaciones avanzan, sabe que no puede dejar en manos de la Justicia y del Estado la vida y la libertad de Salander. Pesan sobre ella durísimas acusaciones...
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