Dejó la Argentina con dolor, sufrió el choque cultural y descubrió que la meritocracia lo es todo: “EE.UU. es un posgrado en todos los sentidos”
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No fue una decisión fácil. A Matías Pagano, la sola idea de dejar su barrio, Caballito, su ciudad y su querida Argentina, le dolía. Aun así, cuando observaba a sus hijos se preguntaba si realmente podrían desarrollar todo su potencial en una nación endeble, anhelaba que aprendan idiomas y se nutran de otras culturas.
Y él, que había estudiado Comercio Internacional, recordaba su propia infancia, lejos de los viajes, pero apegado a los libros y a la sección de internacionales de los diarios. En aquellos instantes volaba con la imaginación y soñaba con la idea de ver el mundo, algo que logró de grande: “Por trabajo empecé a viajar y era feliz hablando con los taxistas, la gente del hotel y empleados de los restaurantes. Les preguntaba cómo vivían, cómo veían a sus políticos, sus economías, fútbol y demás. Quería que mis hijos tengan todo esto incorporado como experiencia de vida y herramientas para desenvolverse mejor”, cuenta Matías, quien por aquel entonces se desempeñaba como gerente general de Sushi Club.
Cuando surgió la posibilidad de desembarcar en Florida como director de expansión, la idea de emigrar junto a su familia comenzó a tomar forma hasta materializarse. El entorno acompañó la decisión, aunque ver partir a los hijos, nietos, sobrinos, hermanos, amigos, resultó ser una de las instancias más difíciles de sus vidas. La despedida fue entre lágrimas y esperanza ante el nuevo comienzo.
Arribar en Florida: “No siempre se llega a la orilla que uno había pensado, pero es importante no parar hasta cruzar”
Llegaron a Estados Unidos sumidos en un torbellino emocional. Para Matías, la energía de lo desconocido chocaba con el peso de estar solo, tratando de que los hijos y su pareja se pudieran adaptar cuanto antes hasta sentir aquel extraño lugar como su hogar.
Pero aquella no era la única dificultad, existía también la presión de estabilizar la economía familiar y resolver cuestiones burocráticas: “En mi caso, tanto la energía positiva de lo nuevo como estos desafíos a veces complejos, me llevaron a concentrarme en seguir nadando hasta llegar a la otra orilla, pase lo que pase y con el tiempo que sea necesario. No siempre se llega a la orilla que uno había pensado, pero es importante no parar hasta cruzar”, asegura.
Tras los primeros tiempos caracterizados por cierta inestabilidad, la familia decidió instalarse en Weston, una localidad situada a unos 40 minutos de Miami, un rincón de Florida muy ordenado, con normas sociales claras. En aquel entorno, Matías comenzó a apreciar el respecto reinante, las pautas transparentes y la facilidad que halló para llevar a cabo su sueño de emprender: “El respeto por las normas hacen más fácil la vida de todos, las reglas son iguales para todos y se cumplen sin excepciones. Esto también permite tener claridad para encarar cuestiones como los negocios”.
“Creo que las oportunidades en este país son inmensas, el mercado es gigante, el consumo también, Todas las áreas no paran de crecer. Hay oportunidades de trabajo en todos los rubros”.
Emprender en Estados Unidos: “La meritocracia claramente manda y es el motor de este país”
Tras la apertura de Sushi Club, Matías, con su cartera de contactos sólida y su vasta experiencia, supo que era tiempo de desarrollar su propia empresa en el gran país del norte. Finalmente, tras mucho esfuerzo, abrió las puertas de KAO, una empresa dedicada a desarrollar y expandir proyectos gastronómicos propios y de terceros a nivel internacional, con el foco puesto en las propuestas gastronómicas innovadoras, multimarcas y multiconcepto. El trabajo arduo se tradujo en la inauguración de restaurantes propios (KAO Sushi & Grill en Coral Gables, J&J Fresh Kitchen en Boca Ratón, y KAO Bar & Grill en Hallandale Beach), más allá de brindarle alas a terceros.
Si bien el argentino ya conocía las formas de los estadounidenses, el día a día, tanto en lo laboral como en lo personal, no fue sencillo y debió habituarse a las relaciones más distantes en su nueva cultura: “Cuesta acostumbrarse, cuesta que sea tan difícil llegar a estar más cerca”, manifiesta.
“Pero el hecho de haber elegido un buen destino nos ayudó mucho a integrarnos y estar rodeados de gente querida, cosa que no pasa en todos los lugares. Es importante investigar bien, hablar con gente que ya está allí, y así dar con el lugar correcto. Pudimos formar lazos con grupos donde la gran mayoría son argentinos y es muy parecido a estar en casa”, continúa. “En cambio en la parte laboral todo cambia bastante, no se llega mucho a conectar con la gente, todo es puramente profesional y muy difícil llevar la relación a otro plano, más allá de esto todo se desarrolla en un clima muy bueno, agradable y de respeto”.
“La calidad de vida es muy buena y hay muchos aspectos que suman para poder crecer de manera sostenida y estar más tranquilo en cuanto a seguridad: créditos accesibles, colegios públicos, bibliotecas estatales y parques que son de primera y hacen que uno se sienta muy bien. La meritocracia claramente manda y es el motor de este país junto con la inmensa cantidad de emprendedores que es cada vez mayor y tiene una tasa muy superior a otros países desarrollados”.
“Tomando las decisiones correctas las oportunidades son infinitas”
Cada día, Matías extraña a su gente, a su Argentina querida. Ama volver, abrazar a sus padres, a su hermano y amigos. En sus visitas suele salir a recorrer Caballito, así como las calles de San Telmo, La Boca y aquellas más céntricas de Buenos Aires, todas impregnadas de una atmósfera única y bien porteña. Pase lo que pase, alienta a Ferro y a la selección, y a veces le cuesta recordar por qué se fue. Entonces rememora su infancia, sus ganas de ver el mundo y nutrirse, y sus hijos lo regresan al presente y a su búsqueda: poder vivir en un lugar donde, en muchos sentidos, el cielo es el límite.
“Las posibilidades que brinda Estados Unidos son infinitas, es un mercado que no se parece a ninguno, aunque hacen todo según los usos y costumbre de acá y hay que adaptarse a eso. Los mercados son distintos, así como los consumidores y la cultura, donde no solo se trata de adaptarse al norteamericano. Acá hay latinos que no tienen nada que ver en sus costumbres con otros latinos, hay rusos, árabes, indios... es un aprendizaje que nunca termina”, dice Matías, quien en sus 20 años de trayectoria le tocó abrir locales en Argentina, Uruguay, Paraguay, México, El Salvador y España.
“Cuando uno se abre al mundo, aprende a adaptar conceptos, comunicaciones y culturas”, continúa. “Pero Estados Unidos es como el posgrado en todos los sentidos, es todo único, con lo bueno y lo malo. Estar bien asesorado es clave, si no, la curva de aprendizaje es dura, costosa en tiempo y plata, hay quienes pierden mucho, pero tomando las decisiones correctas las oportunidades son infinitas”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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