Quiso empezar de nuevo en Europa y decidió ir tras las huellas de sus antepasados para obtener la ciudadanía, una aventura que encaró con temor, pero que le brindó grandes aprendizajes
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Santiago Robetto sintió el piso tambalear bajo sus pies, mientras su corazón latía desbocado. Trató de respirar, pero fue en vano y un miedo profundo se apoderó de él. Anhelaba llegar al Piamonte para lanzarse a la aventura de conseguir la ciudadanía italiana, pero en aquel instante creyó que sería imposible, que su cuerpo caería desplomado allí, en Barcelona, impidiéndole arribar a destino. Vigo, donde había residido por tres meses, ya había quedado atrás, y más lejos aún se sentía Mar del Plata, su tierra de origen. El mundo entero parecía lejano y sus sueños, inalcanzables.
Tras lo que le pareció una eternidad, logró calmar sus temblores, su pulso, y llamó a un amigo, que le brindó esas palabras de aliento que solo ciertas personas especiales saben dar, y con ellas, lo convenció de que suba al micro, uno que lo llevaría al inicio de una historia inolvidable.
“Tuve un ataque de pánico. Esta es quizá la historia que en redes no se cuenta. Irse a intentar una nueva vida en otro lugar no es sencillo”, confiesa Santiago. “Sin saber de dónde salían las fuerzas y a pesar de estar muy asustado, me subí al bus y emprendí la nueva aventura”.
Un joven de Mar del Plata y el sueño de la ciudadanía europea
Santiago nació en Mar del Plata y allí vivió toda la vida, en una familia conformada por mamá, papá y ocho hermanos. Fue el suelo que lo vio crecer y forjar amistades inolvidables a la vera del mar, donde vivió altos y bajos en una urbe compleja, desigual, impregnada de belleza, pero tantas veces acechada por la inseguridad.
Cuando los años escolares llegaron a su fin, el joven decidió estudiar kinesiología, una carrera que concluyó con éxito y que coronó con un viaje de mochilero por tres meses a Europa. Tras su viaje, volver a su tierra y su gente fue dulce, sin embargo, algo había cambiado: “Me di cuenta de que en cualquier momento podía agarrarme el impulso de volver a Europa”.
Aun así, Santiago construyó una rutina marplatense, en donde trabajó duro para terceros durante los siguientes tres años, hasta que, junto a un colega, abrió su propio consultorio: “Lo que vino fueron dos años duros”, cuenta. “Tras la dificultad de todo comienzo, azotó la pandemia, la cual me hizo tomar la decisión de comenzar a ahorrar para irme a Italia a tramitar mi ciudadanía y ver la posibilidad de empezar otra vida”.
La ansiedad, Italia y un cambio de planes: “Allí, en Montafia, es donde realmente comenzó la historia mágica e increíble”
La pandemia y sus condiciones impedían su ingreso directo a Italia, pero Santiago ya no deseaba aguardar un solo día más de lo necesario. Tramitó una visa de estudios para España y voló hacia el viejo mundo, colmado de incertidumbre. En Vigo, Galicia, consiguió un empleo en un hotel, como terapista físico, y allí permaneció durante los siguientes tres meses, hasta que las fronteras amainaron sus restricciones.
En Vigo fue donde las primeras manifestaciones de ansiedad ingresaron a su vida para acompañarlo durante una buena porción de su viaje, hasta llegar a su pico máximo, en Barcelona, de camino a Italia.
Tras el ataque de pánico, no sin temor, recorrió los más de 850 kilómetros que lo separaban de su destino, sin dejar de pensar en su origen y su búsqueda. Ya en Turín, se trasladó a Acqui Terme, para tramitar su ciudadanía desde la comuna donde había nacido su nonna. Conseguir hospedaje a bajo costo, sin embargo, resultó ser una odisea. Sin dudarlo, el marplatense decidió entonces subirse a otro medio de transporte y cambiar su rumbo.
Robetto, podía leerse en su DNI, un apellido que le sugería que debía llegar a Montafia, el pueblo de su nonno, Giuseppe Robetto, un expiloto de la aviación italiana: “Allí, en Montafia, es donde realmente comenzó la historia, que considero mágica e increíble”.
La llegada al pueblo del nonno: “Me sentía parte del lugar, como si siempre hubiese vivido allí”
Santiago llegó a Montafia como un foráneo; aún no lo sabía, pero en cuatro meses dejaría sus calles siendo un integrante más de la comuna. El pueblito de 900 habitantes de la provincia de Asti, en la región del Piamonte, emergió ante sus ojos magnífico, de ensueño. Elevadas en un monte pudo divisar un puñado de casas, que pronto recorrió sin salir de su asombro.
Jamás olvidará aquel día de enero de 2022, el día del inicio de su verdadera aventura. El joven argentino sintió el suelo de su abuelo bajo sus pies y una emoción incontrolable invadió cada centímetro de su cuerpo. Y, apenas se presentó en el primer lugar de atención al público, descubrió que, en Montafia, cada uno de sus habitantes guardaba entre sus mejores recuerdos las historias de Giuseppe, el aviador.
A pocas horas de su llegada, Santiago conoció a los Brunsin –Atilio y Lorenza-, quienes le cedieron una casa para vivir durante el tiempo que le llevara tramitar su ciudadanía. Tantas muestras de bondad por parte de extraños lo tenía desconcertado, al igual que escuchar de la boca de los residentes las proezas de su nonno, entre ellas, que cierta vez había tenido que aterrizar de emergencia en el valle del pueblo.
“Cuando se enteraron de que un nieto suyo estaba ahí se acercaron hasta la casa donde residía, en el medio del bosque, para hacerme una nota en un diario de Asti”, revela. “Por momentos me sentía parte del lugar, como si siempre hubiese vivido allí”.
Montafia, donde todos ayudan: “El piamontés es una persona de pocas palabras, pero de increíbles acciones”
Santiago no sabía cuánto tiempo le iba a demorar tramitar su ciudadanía, por lo que le urgía encontrar trabajo a fin de mantenerse durante aquel período indeterminado. Pronto le consiguieron un empleo como muratore (albañil), una ocupación de la que estará eternamente agradecido.
A partir de entonces, el argentino despertaba cada día a las seis de la mañana y, con su bicicleta prestada, pedaleaba hasta la obra, para luego regresar a las cinco a su casita ubicada en el medio del bosque, “donde me dedicaba a respirar aires de soledad y libertad”.
La vida en aquella colina le sonreía. Atilio y Lorenza le regalaban salsas y mermeladas de su huerta. Natale y Serena Brunsin le daban trabajo dentro de su empresa, como obrero. Solían almorzar o cenar juntos, rodeados de una atmósfera calma, pero alegre, donde el amor brotaba de la simpleza y la felicidad de compartir un buen momento.
“Ellos me educaron en el buen comer. Aprendí y degusté muchísimos platos italianos y piamonteses”, continúa con una sonrisa. “El piamontés es una persona de pocas palabras, pero de increíbles acciones. Quizá no hablábamos tanto, pero con cada encuentro sentía que esa gente me entregaba todo su afecto”, dice Santiago, conmovido.
Un sueño hecho realidad y un nuevo rumbo, Turín
Santiago había escuchado hablar de la burocracia italiana y era el segundo argentino en la historia de Montafia que iniciaba allí su ciudadanía, por lo que creía que los trámites podrían llevar mucho más tiempo de lo esperado. Sin embargo, con la ayuda del sindicado y su asistente todo fue resuelto a una increíble velocidad.
El anhelado sueño se había vuelto realidad, un sueño que no había alcanzado solo, sino con ayuda de todo un pueblo en apariencia cerrado, pero con el corazón más abierto y generoso que jamás había conocido. Cuatro meses habían transcurrido, para él, toda una vida bendecida por aprendizajes. Aunque el deseo de permanecer existía, el joven supo que era tiempo de partir y encontrar un camino propio en la bella Italia.
“Después de esta hermosa experiencia de vivir en el pueblo de mi nonno, y ya con los documentos listos, decidí venirme a Turín, por suerte muy cerca de ellos”.
Fortaleza, madurez, templanza, paciencia y otros regalos del nonno: “Quiero animar a quienes no se atreven a que al menos lo intenten”
Un año ha pasado desde que Santiago dejó tierra argentina para encontrar un nuevo comienzo en la patria de sus abuelos. Su llegada a Italia fue maravillosa, aunque los meses previos en España estuvieron signados por la ansiedad, accesos de angustia e, incluso, un ataque de pánico. Como muchos, el joven de 30 años había partido en busca de un mejor futuro y de sus raíces, una aventura que encaró lleno de ilusiones, pero que presentó un dilema innegable: ir tras las raíces originales implica dejar las raíces del nuevo mundo atrás, aquellas que también crecieron ilusionadas, anhelantes de un futuro esperanzador. Para Santiago, como para tantos otros emigrantes, implicó dejar el suelo que lo vio nacer y crecer, un hecho colmado de incertidumbre, capaz de provocar temores extremos y un fuerte dolor en el alma.
El dolor, sin embargo, menguó con su llegada al Piamonte. Allí su sangre ya no aguardaba, aunque sí la atmósfera de un suelo caminado por sus ancestros. Hacia allá fue sin imaginar que, a pesar de no conocerlos, todos allí pasarían a ser su familia, ¿cómo no abrazar al nieto de Giuseppe Robatto, el aviador? La felicidad solo es real si es compartida...
“En Turín inicie los trámites de validación de mi título para fisioterapista. Y ahora me encuentro trabajando para Decathlon, una empresa de insumos deportivos, así como en la Piazza San Carlo. Pase ya por la empresa de construcción, por una empresa textil y otra de comidas. Aprendí de sus costumbres y espero seguir creciendo profesionalmente ya en mi rubro como fisioterapista”.
“Ahora miro hacia atrás y pienso en todo lo que pude crecer y madurar en esos meses increíbles, fue muchísimo. Adquirí fortaleza, madurez, templanza, paciencia, entre otras virtudes que me regaló el viaje, que me obsequiaron mis nonnos, Dios y la vida”, se emociona.
“En un año siento que sucedieron tantas cosas hermosas para transmitir. Solo quiero animar a quienes quizá por alguna razón lo dudan o no se atreven a que al menos lo intenten; es cierto, tuve mucho miedo, pero siempre habrá una bella experiencia para contar. Más allá de lo que suceda en el futuro, esta historia no la olvidaré jamás”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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