Aunque fue criada en una familia con padres a los que recuerda sumamente amorosos y su pasión por la actuación estuvo marcada desde muy temprano, cuando a Eliana Fernández (34) le llegó el momento de elegir una carrera para estudiar y se volcó por el teatro, tuvo una gran desilusión. "Creo que desde que tengo uso de razón, me gustaron los medios. Cuando era chica soñaba con ser actriz. Estudié teatro, danzas, comedia musical y dibujo. Terminé el secundario con promedio 9.75 y cuando quise empezar a estudiar teatro de forma profesional, mis padres me dijeron que era mejor dedicarme a algo serio".
Entonces comenzó con Administración Hotelera. Pero no pudo sostener ese esfuerzo por más de un cuatrimestre. Claramente esa rama no era de su agrado. Entonces se inclinó por Producción y Dirección de Cine y TV. Luego hizo una especialización en Producción de Moda orientada a los medios audiovisuales. De inmediato sintió que fluía sin problema en ese ámbito y para el último año de la carrera tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar para Zapping Zone, un programa de Disney que marcó varias generaciones y se emitió entre 2000 y 2012. Luego de esa experiencia, Eliana se sumó al equipo de Art Attack, un ciclo de arte pensado para estimular la imaginación y la creatividad de los más chicos. "Fue una de las etapas más lindas de mi carrera y conservo de ella recuerdos con mucho cariño".
Hacia 2018, luego de contraer matrimonio, con su marido comenzaron a charlar seriamente sobre la posibilidad de alejarse de la vorágine que vivían en Buenos Aires para llevar una vida más tranquila cerca de la naturaleza. Bariloche y San Martín de los Andes aparecieron como las primeras opciones. "Después de la experiencia en Art Attack comencé a trabajar por mi cuenta como productora y eso me permitía manejar mis propios tiempos. Y aunque pensamos en el interior de la Argentina para concretar nuestro plan, fue en la luna de miel por Asia en ese mismo año, donde esa idea empezó a tomar forma y terminamos eligiendo irnos fuera del país. Al contar con pasaporte español, fue España el destino y allí arrancó la aventura. En un país con el mismo idioma y costumbres muy parecidas, sentíamos que la transición no iba a ser tan difícil".
Volver a casa
Actualmente Eliana y su marido viven en Benicasim, un pueblo costero en la Provincia de Castellón, Comunidad Valenciana. "Nuestra primera parada iba a ser en Castellón para luego irnos a Valencia o Barcelona, pero nos enamoramos de este lugar y decidimos quedarnos aquí. ¿Qué tiene de especial? Lo siento como un hogar, y a veces es difícil sentirse en el hogar lejos de casa. La paz, la tranquilidad, el sonido de los pájaros, el color del mar, caminar por la playa o por la montaña (sí, hay mar y montaña a cuadras de distancia), las palmeras de mi patio y en especial la gente que conocí".
Pero más allá de los paisajes deslumbrantes que Benicasim les ofrece, hay algo que conecta a Eliana con el hogar que dejó atrás en Buenos Aires y que supo reconstruir en España. Y tiene que ver con su pasión por las piedras, la astrología y las velas. "En Argentina, apenas llegaba de trabajar, prendía una o varias velas, un sahumerio o palo santo y renovaba mi energía. Lo mismo cuando tenía invitados. Mi casa era mi templo. La vela es un símbolo que a mí me transmite paz. Por otro lado, cuando me sentía muy cargada, me hacía un baño de sales, con distintas fragancias, siempre conectando con lo que quería depurar. Ambos son elementos que tengo en mi vida cotidiana".
El ritual de velas y copas
Inspirada por aquella especial conexión, Eliana pensó en hacer velas de soja en copas de cristal para ofrecer un escape del día a día (@lunaenpiscishome). Primero hizo un estudio de mercado sobre velas de soja. "En España hay por doquier, podés comprarlas en cualquier lado, incluso en los supermercados. Por eso tenía que hacer algo que me diferenciara de los demás. Investigando un poco, vi una colección cápsula de una marca de velas en Australia, que hizo unas velas en copas talladas, y a partir de ahí se me ocurrió hacerlo pero en copas de cristal, para hacer colecciones de lujo. Luego fui buscando colecciones de copas y reciclándolas".
El paso siguiente fue comprar algunos envases de prueba, entonces buscó proveedores de cera. "En el medio te topás con gente increíble como mi proveedor actual de cera, que cuando le conté mi idea, que recién estaba arrancando, amorosamente me envió gratis 1 kilo de cera y elementos para poder empezar. También algunos amigos que fui haciendo en Benicassim, que tenían copas de cristal en sus casas sin usar, me las regalaron. Y de a poco todo empezó a tomar forma".
Mi rincón de bienestar
Y así Eliana armó un taller en su casa. "Mi espacio es una tercera habitación que tenemos en nuestra casa. Tiene una mesa redonda, que la pliego cuando no estoy trabajando. Allí realizo mis velas y sales. Además hay una estantería con parte de las colecciones, el resto las guardo en un armario. Mi espejo decorativo es de fases lunares (el símbolo wicca de Luna en Piscis). Hay una lámpara de selenita que aporta calma, un pequeño buda y piedras para energizar el espacio".
A la hora de hacer velas o sales siempre se maneja con una premisa, su energía tiene que estar al 100 %, porque al trabajar con las manos, parte de ella se va al producto que le va a llegar a otra persona. "Pongo música, sahumerio de sándalo, hago mis intenciones y comienzo a crear. Con las sales tengo otro proceso, energizo con amatistas naturales el blend armado antes de colocarlo en sus frasquitos. Las coloco al sol, junto a la escultura del dios Ganesh y allí las dejo un rato. Siento que mis productos llevan luz y amor a las personas que lo compran".
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