Toulouse-Lautrec La vida en los márgenes
Noches de Montmartre, la exposición inaugurada el miércoles en el Centro Cultural Borges, reúne más de 60 trabajos de Henri de Toulouse-Lautrec, que proceden del Museo Hannover, capital de la Baja Sajonia, en Alemania. Las litografías que integran la muestra -muchas de ellas verdaderos iconos del mundo del afiche- estarán en Buenos Aires hasta el 28 de noviembre
Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec, hijo del conde de Tolouse y de la condesa de Marquette, nació en Albi, Francia, en 1864, y murió en el castillo familiar a los 37 años. Su corta vida le alcanzó para dejar una obra personal e inconfundible, que excede largamente su aporte generoso al mundo del afiche publicitario.
Toulouse fue un maestro del cartel. Trabajó para el Moulin Rouge, el cabaret donde pasó buena parte de su vida, que por lo general fue nocturna. Allí bebió muchas de las copas que aceleraron su enfermedad. A los 35 años era un alcohólico grave y debió ser internado de urgencia en una clínica de Neuilly. Después de tres meses de internación se refugió en el campo, en la casa familiar, sin fuerzas y sin futuro, para morir poco después en brazos de su madre.
Aristócrata y rico, Henri tuvo una infancia triste y solitaria. Sus padres vivían separados y él estaba obligado a permanecer en cama a causa de fracturas en las dos piernas, probablemente de origen genético, que le impidieron crecer como un chico normal. Casi no podía moverse y su cuerpo con el tiempo se fue deformando. Como contrapartida, tenía el don del dibujo. Con increíble facilidad llenaba papeles con dibujos de animales, retratos y paisajes que interesaron a su padre, que le recomendó tomar clases con el maestro animalier René Princeteau. A los 20 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de París, y al poco tiempo se hizo amigo de Van Gogh, con el que compartía la fascinación por las estampas japonesas, las mismas que marcaron a fuego el arte de los impresionistas. Pero su verdadero maestro fue, sin duda, Edgar Degas: refinado, exquisito, pintaba caballos -especialmente escenas de carreras- y bailarinas. Compartieron la temática, sólo que las bailarinas de Toulouse frecuentan el cabaret y no la Opera. Mientras Degas pasa horas pintando a las alumnas de la escuela de ballet en el palacio Garnier, Toulouse toma nota de los gestos, las actitudes y la ropa de esos personajes de vida mundana, que son su compañía y el tema central de su producción.
El primer afiche que pinta Toulouse es en 1891. El éxito es inmediato, recibe el halago del público y el encargo de los clientes. En 1893, diseña el primer afiche de Jane Avril, que fue su gran amiga, musa y bailarina del Moulin Rouge. Dos años después viaja a Londres y se encuentra con Oscar Wilde y con Beardsley, planean el proyecto ambicioso de una muestra que se concretará años más tarde en una galería de Regent Street.
Es el comienzo del fin. La crítica adversa lo empuja a la depresión y la bebida. ¿Una paradoja? El artista que mejor retrató la vida mundana, muere víctima de sus propias reglas. Otro rechazo era demasiado.
De Hannover a Buenos Aires
La última vez que Toulouse fue noticia en la Argentina fue a causa del robo de dos pequeños dibujos que integraban la colección del MNBA. Esas obras, que fueron reemplazadas y a las que el director Glusberg no les atribuyó un alto valor económico, no eran las piezas más importantes que del artista francés tiene nuestro museo mayor. Para destacar es el Retrato de Suzanne Valadon, realizado en 1886, adquirido por el museo en 1936. Alllí se ve claramente la influencia de Degas en la paleta baja y en el tratamiento impresionista de la pintura. Fuera del mundo de la noche, donde el artista se siente a sus anchas, el panorama se le presenta sombrío. Noches de Montmartre es una selección realizada por la curadora Marjan Groothuis, con obras que proceden del Sprengel Museum, de Hannover, fundado en 1979 con el legado de Bernard Sprengel, un fabricante de chocolates que dejó su colección de arte a la ciudad de Hannover. Las colecciones del Museo Sprengel ampliaron el legado original para convertirse en una importante pinacoteca del siglo XX, con obras de Paul Klee, Picasso, Max Ernest, Ludwig Kirchner y Gerhard Richter, entre las firmas más cercanas en el tiempo. La colección de Toulouse que ahora visita Buenos Aires ha sido considerada por la crítica como un punto de partida para las obras de muchos artistas de este tiempo, que encontraron en la vida en las márgenes -la prostitución, el circo, el cabaret- su fuente de inspiración.
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