Son los más jóvenes los que desafían las prohibiciones para subir hasta la cima de esta mole en Bangkok, protagonista de un proyecto de lujo que no llegó a concretarse
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Son cerca de las seis de la tarde. Faltan, aproximadamente, unos 40 minutos para que comience a anochecer en Bangkok, capital de Tailandia. Pese a que está prohibido, varios grupos de jóvenes locales ya se encuentran sobre los 185 metros de la Torre Sathorn Unique, un rascacielos de 50 pisos con 600 departamentos de lujo, en pleno centro de la ciudad que habitan unas 10 millones de personas.
Algunos fuman o toman alguna cerveza, otros se quedan conversando aprovechando los últimos rayos de sol de “la ciudad de los ángeles”, como se la conoce a la atrapante Bangkok y su gran variedad de atracciones turísticas. Todos esos jóvenes, en “La Torre Fantasma”, se quedan contemplando la inmejorable vista que entremezcla el encanto clásico y cultural con las comodidades modernas. Un encanto oculto que no se imagina al ver el edificio, pero que el boca en boca se ha encargado de poner en el puesto número uno de los buscadores de Selfies sin temor al riesgo.
Sathorn Unique: un proyecto glamoroso
Parece increíble que nunca nadie haya vivido en este lugar cuyos constructores lo imaginaron un verdadero lujo, pero que desde hace 24 años se encuentra abandonado y lejos del glamour que quisieron darle.
A mediados de la década del 90, muchos de estos jóvenes que hoy desafían el peligro subiendo hasta la cima de este edificio tailandés, no habían nacido. Algunos eran niños y, seguramente, no tengan los recuerdos de la prosperidad económica que tenía ese país que por aquel entonces gozaba de las mayores tasas de crecimiento del mundo.
Eran tiempos de modernización y de proyectos. De apuestas e inversiones. De planificaciones ambiciosas y de sueños sin fronteras. Entre ellos, aparecía la idea de construir la Ghost Tower ( Torre Fantasma ), cuyo nombre oficial era Sathorn Unique, un mega edificio de 50 departamentos de lujo con vistas exclusivas y envidiables al Río Chao Phraya, el más largo y, por su caudal, el más importante de Tailandia.
Además, los planos incluían 50 negocios especialmente reservados para las marcas más exclusivas que instalarían sus mejores tiendas. Un gran esfuerzo por tratar de emular a los principales centros comerciales de occidente como París, Milán, Londres o Madrid. Sin lugar a dudas Bangkok quería estar a la moda y ser el referente en esas áreas en el sudeste asiático.
La bonanza económica que atravesaba el país por ese entonces permitía soñar a lo grande. Nada era imposible. Sathorn Unique sería un nombre muy repetido por los tailandeses y por la gran cantidad de turistas que recibe ese país año tras año.
¿Por qué terminó abandonado?
Con todo el entusiasmo y una mano de obra capacitada para este fin, se lograron colocar los cimientos de lo que sería el lujoso edificio. Luego se construyeron los 50 pisos, se revistió la estructura de hormigón, se pusieron los cables y las cañerías. Sin embargo, a mediados de 1997 cuando solamente restaba edificar una parte pequeña la construcción fue abandonada.
Parece mentira que estuvieran tan cerca de llegar al final de la meta y, de golpe, todas las ilusiones se cayeran como un castillo de naipes, una metáfora que suena casi perfecta para describir la desazón y el fastidio de quienes tiempo atrás imaginaron a la “Torre Fantasma” casi como una revolución en oriente, un guiño cómplice a occidente.
El paso que acercaría a los inversionistas al éxito, nunca llegó. El 2 de julio de 1997, una fecha que los tailandeses no olvidarán jamás, derrumbó más de una esperanza. Y es casi seguro que muchos de los padres de estos jóvenes que hoy en día se juntan en la cima del Sathorn Unique recordarán que ese día se desató la crisis financiera asiática que, más temprano que tarde, se desparramaría por el mundo.
Uno de los llamados “Tigres Asiáticos” se vio forzado a devaluar su moneda, el baht, como consecuencia de los daños ocasionados por la sobre expansión a la que la habían arrastrado los mercados financieros e inmobiliarios.
Lo que ocurrió dos meses antes de ese duro golpe para la vida de los tailandeses fue que varios inversores internacionales utilizaron la especulación contra la moneda tailandesa por lo que el gobierno debió gastar un 90% de sus reservas de divisas para evitar la catástrofe. Sin embargo, eso no fue posible. Finalmente, colapsó la economía y la construcción de 300 proyectos de rascacielos Bangkok, entre ellos el Sathorn Unique, quedaron paralizados.
Muchas veces los inversores le echan la culpa a las diferentes crisis económicas que suelen ocurrir en los países. Y este caso no fue la excepción, pero lo que sí llama la atención es que de esos 300 edificios de lujo que frenaron sus obras a mediados de 1997 solamente uno nunca las retomó. Por supuesto, se trató de la Sathorn Unique, cuyos propietarios no consiguieron financiación y préstamos para edificar lo poco que restaba. Algo así como llegar a la orilla del río para terminar ahogándose. Y desde ese momento el edificio quedó abandonado. Una pena.
Los peligros que encierra la Torre Fantasma
Quienes visitaron el lugar cuentan que las escaleras no son seguras por lo que estos jóvenes que suponen ser valientes podrían tener consecuencias no deseables si no toman los recaudos necesarios o, mejor dicho, sino acatan la restricción de no subir hasta el punto más alto del edificio.
Si las escaleras no son para nada seguras, tampoco lo son los pasillos que se encuentran repletos de agujeros y, además, no cuentan con la iluminación necesaria para evitar accidentes por mala visión.
“El folleto original prometió a los inquilinos una maravillosa vista de la ciudad y en ese sentido no estaba mintiendo. El panorama es simplemente increíble. El paisaje urbano es nítidamente moderno y está yuxtapuesto por el encanto del río Chaopraya de la ciudad. Sin embargo, los únicos residentes permanentes que el rascacielos atrajo fueron los perros salvajes que han establecido su residencia en el primer piso”, describe la webviajerosdelmisterio.com luego de explorar el lugar.
Como suele pasar en estos casos, el abandono terminó siendo una excusa para los aprovechadores de turno que entraron al lugar para saquear lo poco que había allí adentro. Y con el correr de los años se fue deteriorando hasta quedar casi en ruinas.
Parece casi imposible que si en 24 años no encontraron la solución para retomar lo que iba a ser un proyecto tan ambicioso como extravagante, aparezca algún interesado en poner mucho dinero para intentar levantar ese gigante que, en definitiva, nunca pudo tomar altura.
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