Topless, llamas y divorcios: por qué 1992 casi destruye a la realeza británica
Para la familia real británica, el año 1992 no fue simplemente malo: fue "horrible".
Durante 12 fatídicos meses, una seguidilla de tragedias y separaciones sometió a los Windsor a un nivel de tensión y escrutinio público inédito incluso para una dinastía que ya estaba acostumbrada a los escándalos.
El que debió ser un momento de gran alegría para la reina Isabel II, que celebraba ese año el 40° aniversario de su ascensión al trono, fue en cambio un período de gran agitación, que sentaría las bases de los graves problemas que aquejarían a la corona más adelante.
La situación fue tan mala que derivó en un momento de honestidad brutal por parte de la monarca, usualmente conocida por su discreción: "1992 no es un año al que vaya a recordar placenteramente", dijo en el comienzo del ahora famoso discurso con el que conmemoró su coronación.
19 de marzo
El divorcio fue siempre un tema espinoso, aunque inusual en la corona británica. Prueba de ello es que debieron pasar casi 80 años para que se concretara uno nuevo: el de la princesa Margarita, hermana menor de Isabel y el fotógrafo Antony Armstrong-Jones en 1976.
A partir de 1992, sin embargo, se volvería dolorosamente común para los Windsor.
Quien dio el puntapié inicial fue el príncipe Andrés, el tercer hijo de la reina. A comienzos de marzo, anunció su separación de Sarah Ferguson, duquesa de York, luego de apenas seis años de matrimonio y dos hijas.
Aunque proyectaban una imagen de pareja feliz, se dijo que los numerosos compromisos militares de Andrés -era oficial de la marina británica- y la dura manera en que los paparazzis trataban a Ferguson desgastaron el matrimonio. El 19 de marzo anunciaron su separación, aunque lo peor estaba por venir.
23 de abril
Poco más de un mes después, lo siguió su hermana mayor, la princesa Ana, quien tras 15 años y dos hijos se divorció del capitán del ejército Mark Phillips.
Aunque al principio se hablaba de las infidelidades del militar, después aparecieron una serie de cartas de amor dirigidas a la princesa firmadas por Timothy Lawrence, un edecán de su madre, con quien finalmente se casaría en diciembre de ese mismo año.
8 de junio
A comienzos de junio, la familia real se vio sacudida por la publicación de Diana: su verdadera historia de vida, una biografía de la princesa de Gales escrita por Andrew Morton.
El texto, en el que la propia Lady Di hablaba en profundidad de sus problemas maritales con el príncipe Carlos y, en particular, de su amorío con Camilla Parker-Bowles, cambiaría para siempre la manera en la que el gran público percibía a los Windsor.
El libro rápidamente se convirtió en un éxito de ventas, fue adaptado a la televisión y sirvió como preámbulo para el inminente y publicitado final del matrimonio entre Diana Spencer y el heredero de la corona.
20 de agosto
La separación entre el príncipe Andrés y Sarah Ferguson volvió a ser tapa en agosto, cuando el tabloide amarillista Daily Mirror publicó fotos de la duquesa de York en topless junto a su nueva pareja, el financista estadounidense John Bryan.
El episodio dio por tierra con cualquier intento de reconciliación con su expareja y marcó su exilio definitivo de Buckingham. El divorcio entre ambos se concretó el 30 de mayo de 1996.
24 de agosto
Apenas cuatro días después de que aparecieran las fotos picantes de la duquesa de York y en medio de la "Guerra de los Gales", como se llamó a las peleas entre Diana y Carlos, el periódico The Sun reveló la existencia de una serie de grabaciones que comprometían a Lady Di.
Se trataba de varias conversaciones telefónicas grabadas antes de 1990 en las que Diana conversaba en términos más que afectuosos con su amigo personal James Gilbey, quien se refería a la futura reina consorte del Reino Unido como "squidgy" (un término cariñoso que refiere a algo "suave, esponjoso y mojado").
El suceso, bautizado burlonamente Squidgygate, fue visto por muchos como un intento por ensuciar la imagen de Diana, quien finalmente se separó de Carlos en diciembre y pasó el resto de su vida con miedo a volver a ser la víctima de otro episodio de espionaje.
20 de noviembre
Cuatro días antes de que se festejara el 40° aniversario de la coronación de Isabel se produjo un importante incendio en el castillo de Windsor, una de las residencias de la reina, cuya construcción data del siglo XI.
Según las pericias posteriores, el fuego comenzó a las 11.15 de la mañana en la capilla privada de la monarca y fue causado por el contacto prolongado de un foco encendido con una cortina. Los daños a la estructura fueron severos y debieron destinarse 36,5 millones de libras (casi US$50 millones) para su reparación.
La cifra era tan importante que se decidió abrir las puertas del Palacio de Buckingham al público y destinar el 70% de lo recaudado en entradas a la restauración del edificio. La propia reina aportó dos millones de libras adicionales y, como gesto solidario, aceptó empezar a pagar el impuesto a las Ganancias a partir de 1993.
El 24 de noviembre, en el discurso que brindó en el edificio municipal de Guildhall como parte del aniversario de su coronación, Isabel reflexionó sobre el pésimo año que a ella y los suyos le había tocado vivir. "En palabras de uno de mis corresponsales más comprensivos, resultó ser un 'Annus Horribilis' ("año horrible", en latín). Sospecho que no soy la única que piensa así".
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