“Todos los cambios que hago me duran muy poco”: cómo lograr que una transformación sea duradera
Existen vivencias que no se superan, pero que logran modificar en nosotros algo para siempre; el tiempo de elaboración es la clave para poder “aprehender” y entender muchas cosas
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“Quiero cambiar, pero solo lo consigo durante algún tiempo y después vuelvo otra vez a lo mismo”; “Todos los cambios que realizo me duran muy poco”, estas son quejas comunes de mucha gente que no logra cambios duraderos en su vida. ¿Por qué sucede esto?
Por lo general, los seres humanos aprendemos algo nuevo y ese conocimiento adquirido nos conduce a un cambio. Pero, con el transcurso del tiempo, regresamos a nuestro estado original. Tal vez, en ese período, logramos modificar alguna de nuestras conductas, pero finalmente volvemos a comportarnos de la misma manera.
Una cosa es el cambio y otra, muy diferente, es la transformación. Cuando esta última tiene lugar, no hay forma de volver atrás, por mucho que lo intentemos. El cambio es circunstancial, momentáneo y débil. En cambio, la transformación implica que algo nuevo ya es parte de nuestro ser. Ahora bien, ¿qué se necesita para lograr ser transformados?: tiempo de elaboración.
Hace muchos años, realicé una pasantía en un importante hospital de la Ciudad de Buenos Aires, junto a grandes docentes que estaban al frente de uno de los servicios que allí se brindaban. Y pude aprender muchas cosas valiosas en ese lugar. Pero, solo con los años, logré “aprehender” y entender, en lo más profundo de mi ser, muchas de esas verdades que solo había incorporado intelectualmente.
Si anhelamos ser transformados en nuestra vida, en el área que fuere, necesitamos darnos tiempo para el proceso de elaboración. Solo así las vivencias y los conocimientos que vayamos recolectando no nos producirán un cambio temporal, sino una verdadera transformación desde adentro hacia afuera.
Hay ciertas vivencias que nunca se superan, como por ejemplo la pérdida de un ser querido que nos deja un gran vacío. Pero estas se transforman y, al mismo tiempo, nos transforman a nosotros y nos brindan experiencias, crecimiento y dones que luego podemos poner al servicio de los demás.
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