Toda Wendy tiene su Peter Pan
Para muchos terapeutas, los célebres personajes del relato infantil son una herramienta útil a la hora de abordar modelos de conducta femenina que, en el nombre del amor, sólo generan una enorme frustración
El llega a casa, saluda a su mujer y, mientras le relata cómo estuvo su día, va desparramando por doquier la ropa que se quita. Ella lo sigue atrás, murmura insultos ofensivos, pero levanta prenda por prenda. Esta escena se repite día a día en muchos hogares. Tanto es así que algunos psicólogos hablan del síndrome de Wendy o de la mujer madre, un trastorno basado en la necesidad de satisfacer al otro de una manera exagerada y a la imposibilidad de decir que no. Este nombre hace referencia a la compañera de Peter Pan, el protagonista de la obra que el escritor escocés James M. Barrie publicó a principios del siglo pasado y que narra las aventuras de un chico que no quería crecer y una chica que se hacía cargo de todos los niños perdidos que habitaban el País del Nunca Jamás. Y así como se suele decir que detrás de cada hombre hay una gran mujer, detrás de cada Wendy siempre hay un Peter Pan o un hombre inmaduro a quien le cuesta cumplir con las responsabilidades que se imponen a lo largo de la vida.
Si bien también existen hombres sobreprotectores, este rasgo se presenta con más frecuencia en el sexo femenino, aseguran los especialistas. La maternidad y el mandato cultural, producto de una distribución de roles hegemónica hasta hace algunos años, ubicaron a la mujer en el lugar de servir al varón, acompañarlo, dedicarse a él y a los hijos, y postergarse. Décadas atrás, esta situación no se cuestionaba. Así eran las cosas y así estaban bien. Pero la mujer comenzó a ocupar esos espacios que durante siglos le fueron vedados y con eso adquirió otra conciencia de sí misma. Sin embargo, a pesar de estos cambios, todavía hay muchas Wendy. Es que la personalidad se va formando desde la temprana infancia y a veces, producto de la identificación con la figura materna, se repite el modelo de mujeres abnegadas y sacrificadas que viven para los demás.
Pero, ¿qué le pasa a Wendy? La psicóloga Adriana Guraieb, autora del libro El camino de salida e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) asegura que estas mujeres sufren un profundo complejo de inferioridad, un marcado temor a ser abandonadas y una fuerte necesidad de sentirse imprescindibles. Por eso están dispuestas a hacer cualquier cosa, con tal de ser aceptadas y darle el gusto al otro. "Ellas tienen una enorme dificultad para decir que no, aunque esto les complique el día y les impida hacer actividades propias o desarrollos personales. Porque, como una imposición interna, primero deben cumplir con lo que le hace falta al otro, aunque no se trate de algo trascendental: puede ser ir a buscar algo a la tintorería, por ejemplo. Lo que se impone es el temor a que el otro se enoje y las abandone", explica Guraieb.
Esta atención exacerbada la manifiestan con sus maridos Peter Pan, quienes las eligieron justamente por ser contenedoras, proveedoras y hacerse cargo de los compromisos que ellos no son capaces de asumir. "Con el paso de los años, esta mujer se va convirtiendo en una especie de esclava porque no puede disfrutar, tiene que resignarse y sufrir. Suspirar, bajar la cabeza, cumplir con el mandato familiar y servir al hombre para que él brille y tenga éxito. Y si no es así, es ella la que sale como un bombero a apagarle los incendios a su esposo, ya sea porque dejó los cheques en rojo, porque no pagó la escuela de los chicos o por lo que sea", afirma la psicóloga.
Con sus hijos también revelan este rasgo, a quienes, aunque ya estén en condiciones de ocuparse de sí mismos, les hacen los resúmenes de los libros, las presentaciones para la escuela o los dibujos para la Facultad.
En la historia de Barrie aparece un tercer personaje, que es el hada Campanita. Ella encarna la contratara de Wendy. Las mujeres con perfil de Campanita son independientes, tienen proyectos personales, saben de seducción y tienen un buen nivel de autoestima, producto de haber sido mimadas y estimuladas en la infancia. En una relación, ellas están muy bien plantadas, no se frustran ni se amargan porque no están dispuestas a pagar el precio que paga Wendy por retener un hombre a su lado. "Tengo una paciente –relata Guraieb– que es una Wendy y tiene una amiga que es Campanita. Son personas grandes, ambas separadas, y a la amiga le abundan los candidatos. Una tercera amiga decidió presentarle a la mujer Campanita otro candidato y Wendy dijo: ¿Por qué no me lo presentan a mí? Yo la invité a que reflexionara sobre si ella tenía disposición y disponibilidad para armar una relación con un hombre, ya que estaba de acá para allá atendiendo las demandas de los hijos y los nietos. Se trata de renunciar un poquito a cada uno de los otros espacios para ver si uno puede dar lugar al armado de los distintos aspectos que tenemos las mujeres."
Esta imposibilidad de decir que no deja a las Wendy en una calesita que siempre gira al compás de la misma música, y de la que no se pueden bajar. Mientras tanto, se colman de resentimiento porque están en la peor de las situaciones posibles: esperar a que su Peter Pan cumpla con las promesas. En esa espera sólo profundizan su amargura y frustración. Cuando el nivel de estrés va creciendo en su psiquismo, aparecen los primeros indicadores de afecciones como insomnio, dolor de cabeza, acidez o gastritis. "Entonces se queja por la vida que tiene y por todo lo que le duele sostenerla. Con lo cual no cierra que una persona mantenga esa posición", afirma la psicóloga.
Por fin llega un día en que Wendy comienza a poner condiciones y es ahí cuando empiezan las crisis en este tipo de parejas. Comienza una fuerte pulseada porque Peter Pan está muy arraigado en su estructura y hace falta tiempo, conciencia y ganas para cambiar. El amor y la convivencia, según dice Guraieb, tendrían que basarse en una reciprocidad, en un dar y recibir. Pero no sólo para satisfacer la necesidad del otro; tiene que haber algo de deseo también. "Todas tenemos en nuestro interior un poquito de Wendy y un poquito de Campanita. El tema es hacia dónde se inclina la balanza. Si está equilibrada, es lo más parecido a la utopía de la normalidad. Pero si está desequilibrada, cada una se va a tener que hacer cargo del déficit en algún aspecto", puntualiza.
Las mujeres Wendy tienen la necesidad de reforzar la autoestima de afuera hacia adentro. Quiere decir que aquello que no han constituido internamente lo buscan afuera. Pero claro está que los cambios verdaderos y estables nunca son de afuera hacia adentro, sino al revés. Este es el momento entonces para que Wendy pida ayuda y pueda entender lo que le está pasando. Este cambio es fundamental no sólo para ella, sino también para sus hijos. La madre Wendy no es un buen modelo identificatorio, ya que podría estar criando futuros Peter Pan y Wendy. "Por un acto responsable por ella y por su descendencia, sería bueno que esta mujer tome conciencia y se pregunte si este imaginario de ser tan imprescindible es una necesidad de ella. Si no pone un límite nunca va a saber si la aman de verdad o solamente la necesitan", concluye Guraieb.
El tratamiento psicológico para estas personalidades hace foco en que puedan desarrollar una buena autoestima, que aprendan a quererse mejor, que entiendan que tienen cualidades y que pueden darse satisfacciones y gratificaciones. Es importante que comprendan que pueden y deben disfrutar, y que no todo es sacrificio y abnegación.
¿Con quien te identificas?
Las que siguen son preguntas que responden a tests de personalidad orientados a develar personas con rasgos de Wendy, Peter Pan y Campanita. Las respuestas positivas se encuadran dentro de estos perfiles.
¿Sos una mujer Wendy?
Así se define a quienes son más madres que mujer con su pareja. Suelen enamorarse de hombres que se niegan a crecer y a cumplir con compromisos.
¿Te considerás imprescindible?
¿Sos de bancar, hacerte cargo de responsabilidades que tendría que realizar tu pareja?
¿Estás siempre disponible?
¿Preferís disculparlo aunque no tenga razón?
¿Tu miedo a perder la relación afectiva es muy grande?
¿Sos capaz de pedir perdón por el simple hecho de complacerlo, aunque no hayas hecho nada?
¿Acusás a tu pareja de abusar de tu buena fe, pero no hacés nada para cambiar la situación?
¿Te quejás, pero denunciás poco la situación o la minimizás para no enfrentar el conflicto?
¿Lo más importante para vos no es la verdad, sino que no se enoje con vos?
¿Te cuesta mucho decir que no?
¿Sos un varón Peter Pan?
Se denomina de este modo a los adultos que, como niños grandes, se resisten a asumir compromisos acordes con su edad y quieren vivir siempre jóvenes.
¿Es muy importante para vos producir efectos en el sexo opuesto?
¿Necesitás que te acepten, pero una vez que lo lográs, te cansás o aburrís con facilidad?
¿Te has convencido de que tu bienestar y seguridad interior dependen en gran parte de la aprobación de los demás?
¿Tenés facilidad para prometer y no cumplir?
Si tenés que hacer algo por obligación y a la vez te sentís tentado de hacer algo que da placer, ¿elegís el placer?
¿Has escuchado que se dice de vos que sos un irresponsable?
¿Te angustia mucho el paso del tiempo, envejecer?
¿Primero sos un gran conquistador y luego se decepcionan de vos?
¿Has dejado muchos proyectos inconclusos?
¿Considerás casi siempre que la culpa de tus problemas la tienen los que te rodean?
¿Sos una mujer Campanita?
Según el famoso relato, Peter Pan consideró a Campanita como el perfil de lo que se ha dado en llamar una mujer femenina y segura de sus atributos.
¿Te considerás audaz?
¿Sos una mujer de carácter fuerte?
¿Te han comentado que tenés mucha presencia?
¿Sos visualmente atractiva?
¿Tenés autoconfianza?
¿Te gustan los desafíos amorosos?
¿Utilizás todos tus recursos a la hora de la seducción?
¿Te considerás inteligente y sociable?
¿Te encanta llamar la atención?
¿Sos sexy?
MAS ESTERIOTIPOS
La mujer intelectual: Se interesa solamente por su estudio pues tiene una enorme curiosidad y es allí donde ella pone toda su energía.
La rubia tonta: Presenta a la mujer blonda como poco inteligente. Pueden ser profesionales muy destacadas, pero si son rubias, parecería que algo falla. Esto se encuadra dentro de prejuicios aún vigentes en la sociedad.
La mujer orquesta: Tiene familia, trabaja y quiere cumplir con todo con mucha exigencia. Se reparte entre su casa, su trabajo y las actividades de sus hijos.
La abuelita cariñosa: Es quien tiene que estar a disposición de los nietos, no importa si es una profesional, si tiene vida propia o si está armando una pareja. Sus hijos le exigen que esté siempre abocada a sus nietos.
La mujer fatal: Es quien gusta de los hombres casados o con compromiso estable. Esta conducta responde a raíces muy arcaicas, donde seguramente la mujer no pudo resolver la rivalidad con la madre respecto del cariño del padre. Esa tensión se traslada a su vida adulta y reedita la problemática en cada situación amorosa que se le plantea.