Después de presentarse en sociedad con una ordenada saga de EP en los que probó que siempre se puede renovar con buenas ideas la electrónica bailable –I’m Not Dancing (2013), No Romance (2014), Make It Up (2015)–, la británica Tirzah Mastin se tiró a la pileta con un disco más extenso –38 minutos de música repartidos en 11 tracks– y orientado a mostrar una faceta más singular y desafiante. Devotion –de lo mejor de 2018, sin dudas– agrupa una serie generosa de hits potenciales deliberadamente desvirtuados por un tratamiento sonoro y unas decisiones de producción que provocan más asombro que identificación inmediata.
Estribillos en voz baja, finales abruptos e inesperados, falsos glitches, ritmos irregulares... En sociedad con Mica Levi (Micachu), pieza clave en el proyecto y nominada a un Oscar por la esquelética banda sonora de Jackie, el film del chileno Pablo Larraín protagonizado por Natalie Portman, esta artista nacida hace 30 años en Essex elabora un repertorio de voluntario acabado imperfecto que tiende un puente imaginario entre su dormitorio y el espacio exterior.
Resulta trabajoso definir el estilo de Tirzah o encuadrar a Devotion dentro de los límites de algún género, un dato que reafirma el valor de este disco. ¿R&B minimalista? ¿Pop deconstruido? Reacia a las etiquetas, Tirzah asegura que siente cierta fascinación por el error: "Más de una vez he obtenido buenos resultados de algo que no había planificado previamente. Los errores siempre aparecen. Depende de uno hacer algo con ellos o no".
Tirzah y Mica Levi se conocieron hace más de diez años en The Purcell, una escuela para jóvenes talentos musicales de las afueras de Londres, y fueron detectadas muy pronto por el sello Greco-Roman, a cargo de Joe Goddard (Hot Chip). Ahí grabaron esos tres EP iniciales que podrían acomodarse –como bichos raros dentro de la especie, eso sí– en la batea dedicada al dance, antes de pegar el salto a Domino Records (el sello que alguna vez supo valorar el talento de Juana Molina) para lanzar este último LP que estaría mejor ubicado en el sector del downbeat.
Además de su voz cautivante, Tirzah aporta las letras de todos los temas, con foco en los asuntos sentimentales, pero sin ceder nunca a la tentación del clisé. En una época caracterizada por los vínculos virtuales y fugaces, parece más interesada en reflexionar sobre los vaivenes de las relaciones duraderas y sostenidas por un mayor nivel de compromiso. "Hice un mix de experiencias propias con las de amigos muy cercanos", explica para dar cuenta de sus fuentes de inspiración.
En "Do You Know" la fórmula funciona a la perfección: Tirzah sabe cómo diseccionar la historia de un vínculo con una frialdad que asombra. Lo mismo ocurre con el tema que le da nombre al álbum, donde la voz masculina de Coby Sey, otra joven promesa de la escena electrónica inglesa actual, suma misterio y sugestión en otra plegaria cargada de angustia y deseo de conseguir un poco de atención del otro. Sostenido en el insistente loop de un acorde de piano levemente retocado, "Affection" también nos advierte que es posible crear una canción profunda y conmovedora con una receta de rigurosa austeridad.
Si hubiera que definir de algún modo este disco, sería conveniente desechar las categorías musicales más comunes y tomar prestada por un rato una que inventaron los japoneses, la de wabi-sabi, creada para resaltar la belleza de la imperfección. Hay tres "sencillas realidades", dicen sus cultores: nada dura, nada está terminado y nada es perfecto. Aplica muy bien a Devotion, este disco de Tirzah que nos aleja de las convenciones para invitarnos a sumergirnos en la aventura.
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