Mourvedre, Garnacha y Cariñena ¿Te suenan? Es muy probable que no. Pero son uvas que vienen en ascenso. En una góndola dominada por Malbec y Cabernet, es alentador saber que hay vida más allá y que un puñado de uvas viene a renovar los sabores.
En el último siglo y medio (para poner un recorte preciso aunque arbitrario) el mundo del vino, el del prestigio, estuvo dominado por las uvas bordelesas. En particular por una: el Cabernet Sauvignon que, desde las orillas del río Garona, en Burdeos, conquistó a través del Atlántico el paladar mundial. Con ella, también Merlot, Cabernet Franc y Malbec.
Pero en el mundo del vino hay otras, muchas variedades de uva que hoy ganan predicamento y de las que nuestro país ofrece un escenario de curiosa exploración. Mientras que el dominio del prestigio fue, por así decirlo, Atlántico, el calentamiento global y el desarrollo de zonas nuevas pone el ojo en el Mediterráneo para encontrar otros estilos de vino.
Razones para este giro hay muchas. Pero en nuestro medio (y aquí incluyo a Chile), con latitudes relativamente bajas comparadas con Burdeos, con solazos de más de 300 días y climas secos, intentar gobernar el equilibrio de las uvas bordelesas parece más quimera que realidad. Con la excepción del Malbec, claro.
La búsqueda de la uva justa
Así, académicos y productores de vino hoy exploran el mundo mediterráneo –desde el Sur de España a Turquía– para hallar variedades de uva y modelos de vino que se adapten bien a otras condiciones. Un ejemplo valioso es el que encabeza el suizo José Vouillemoz, especialista en la materia, que busca variedades caídas en el olvido entre Grecia y el Levante, cuya adaptación a zonas cálidas suponga una repuesta al cambio climático. Eso, sin entrar en los muchos híbridos que explora. Recomiendo seguirle los pasos.
Para muchos productores, en cambio, el Ródano, en el sur de Francia, es hoy el norte a seguir.
En dosis homeopáticas, y siguiendo esta tendencia, ya comienzan a verse nuevos varietales en las góndolas. Tintos que ofrecen un perfil gustativo diferente al que estamos acostumbrados: si las bordelesas dan vinos profundos, con fruta roja y negra y buen cuerpo, algunas variedades mediterráneas ofrecen tintos ligeros de color, aromas frutales y especiados, con paladar suelto o tánico, según los casos.
Es ahí donde ganamos los consumidores: pasamos de una góndola monocromática y monocorde a una que policroma y, digamos, más sinfónica.
¿Qué vinos probar?
Con este escenario, entonces, conviene prestarle a atención a algunos vinos de otras variedades. Por ejemplo:
Garnacha en España, Grenache en Francia, domina el mundo Mediterráneo, con vinos de muy variable estilo según el productor y la región. Aquí, buenos ejemplos de tintos livianos y aromáticos son Tigerstone (2017, $858), Ver Sacrum (2018, $680) y Desquiciado (2018, $425).
Mourvedre, también conocía como Monastrel y Mataró en España, es el corazón de muchos tintos en Provence y el Ródano Sur, con epicentro en la pequeña y prestigiosa apelación de Bandol. Con cuerpo y buena frescura, ejemplos locales son Alma Gemela (2018, $700) y Ver Sacrum (2018, $680). También en cortes, como los GSM –Garnacha, Syrah y Mourvedre– que están de moda, como De Moño Rojo GSM (2018, $930) y Corazón de Sol Luminoso (2016, $950).
Cinsault. Uva provenzal que da origen a buena parte de los rosados de la región, precisamente porque no ofrece buen color pero sí frescura. En Chile manda en Itata, al sur, donde le están moviendo la aguja a los tintos encorpados de Maipo. Se consiguen dos lindos ejemplos chilenos: A Los Viñateros Bravos (2014, $750) y Montes Outer Limits (2015, $1990).
Carignan o Cariñena en España. Es una variedad mediterránea con buen predicamento. Su dificultad radica en que, como planta, le lleva tiempo alcanzar el equilibrio. Una vez ahí, los vinos son distintos, bien frutados, de rica frescura y con taninos finos. VIGNO, del otro lado de la cordillera, ofrece los mejores ejemplos. Aquí, Alma Gemela (2018, $700) en plan local, y algún importado como El Insolente (2015, 1590) o el rosé provenzal Chateau Pas du Cerf Le Merle Cotes de Provance (2017, $1855).
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