Cuando la paisajista Maggie Cavanagh llegó a esta casa, supo que había mucho trabajo por hacer. Su idea era crear un jardín soleado que priorizara las vistas del cielo y la laguna. Por eso, la primera tarea que encaró fue sacar los árboles que proyectaban su sombra y una bignonia rosada, en el terreno del vecino, que avanzaba hacia el jardín de su clienta. Después de concebir un proyecto definido en tres terrazas, que permitiera aprovechar al máximo el terreno, la paisajista convocó a una agrimensora, quien –entre otras tareas– le dio las cotas de nivel, un dato que iba a determinar si la obra era posible.
La primera terraza quedó como estaba, con la pileta rodeada de un cubresueloen el que se combinaron Erigeron y Dietes vegeta, a los que se sumaron agapantos y un sector de césped. Tres escalones de madera llevan a la segunda terraza, donde un camino de granza conduce al fogón, rodeado de Trachelospermum jasminoides. La tercera, al nivel de la laguna, se destaca por el increíble colorido de las especies lacustres: los Iris louisiana y los Zephyranthus. Allí, un viejo bote de madera se rescató como elemento funcional y decorativo. Ubicado entre las flores, resulta ideal para sentarse a contemplar la laguna.
Aciertos
- El diseño en terrazas para aprovechar el espacio en un terreno abarrancado.
- Extraer árboles no significativos que daban mucha sombra al jardín, y transformarlo así en un lugar soleado desde donde puede verse el cielo.
- La elección de las especies, que permite tener flores en todas las estaciones.
Con la idea de dejar la menor superficie de césped posible, la paisajista eligió el jazmín de leche como cubresuelo para una gran extensión. Los lapachos y el laurel existentes se conservaron porque ayudaron a anclar la casa. En el contrafrente, se levantaron los panes de césped para utilizarlos luego de que se hiciera el movimiento de los suelos. En este sector, la paisajista decidió colocar un cerco de oleas a ambos lados, para tapar las casas vecinas. Del lado derecho, plantó un jacarandá, y del izquierdo, tres lagerstroemias.
Aunque el jardín no es muy grande, el proceso llevó mucho tiempo, ya que había que hacer un importante movimiento de suelos. Maggie Cavanagh cuenta que la lluvia dificultó la obra, tanto que llegaron a estar varios días sin poder avanzar. Sin embargo, esto no la desalentó. Sin duda, la satisfacción por el fruto de su trabajo compensó esos momentos de frustración.
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