Tiene nueve años, es cordobés y arrasa con sus explicaciones sobre física cuántica: Jano, el niño que no para de indagar
Es un apasionado de la materia y dice que cuando sea grande quiere trabajar en el Gran Colisionador de Hadrones de Suiza; además, es fan de la música y toca el clarinete
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Jano tiene apenas nueve años, pero su capacidad para explicar los intrincados conceptos de la física cuántica sorprende a propios y a extraños. A través de su canal de YouTube y de su perfil en Instagram, este niño cordobés se dedica a la divulgación de una de sus grandes pasiones, aunque su avidez de conocimiento no se agota en los sistemas atómicos y subatómicos.
“A Jano le empezó a interesar la física cuántica más o menos hace dos años”, cuenta la madre del niño, Florencia Allessandria, en diálogo con LA NACION. “Él me comentó que vio un video y ahí algo le hizo un click adentro y empezó a investigar”, explica y aclara que desde pequeño Jano siempre estuvo interesado en temas del universo y la astronomía.
“Empezó a investigar solo, a ver más videos, a bajarse documentos de Internet. Algunos estaban en otro idioma, así que se bajaba solo el traductor de Google y ahí leía”, recuerda Florencia. El interés por la física cuántica comenzó a crecer y Jano empezó a hacerse preguntas que ni sus propios padres podían responder. Necesitaba compartir su conocimiento con alguien y poder conversar sobre la temática que tanto lo estaba apasionando, así que la familia tomó la decisión de buscar un profesor.
“Ni yo, ni el padre estamos vinculados a la ciencia, así que no lo podíamos acompañar en esta. Decidimos ponerle un profesor. Costó conseguirlo, pero encontramos una persona excelente, ideal para Jano. Pegaron onda rapidísimo, él lo supo acompañar, lo supo llevar muy bien”, dice la madre y todavía se lamenta por un llamado que llegó desde Europa. “Le salió un trabajo en Alemania con computadoras cuánticas y se tuvo que ir, así que Jano se quedó sin profe. Pero ahora está con los libros y sigue viendo videos”, dice.
La partida del profesor fue tan importante que Jano decidió dedicarle un posteo. “Les presento a mi profe de física. Se llama Federico y fue muy importante en mi vida, ya que me enseñó con dedicación mucho de lo que sé”, aseguró. “Hoy nos juntamos a desayunar y a despedirnos porque se va a trabajar con computadoras cuánticas a Alemania. Voy a extrañar mucho sus clases. Profe, te deseo lo mejor para tu nueva etapa. Te quiero mucho”, cerró el mensaje y adjuntó una foto en la que se lo puede ver a pura sonrisa con Federico.
Esta necesidad de conversar con alguien, y de contar con dedicación todo lo que sabe, fue lo que llevó a los padres de Jano a pensar en las redes sociales. “Decidimos abrir un canal de YouTube y una cuenta de Instagram, que las administro yo -aclara Florencia- para que él pudiera expresarse y hablar. Porque a él le gusta mucho divulgar, tiene como un tipo de gen docente, le gusta explicar, que la gente aprenda lo que a él le gusta tanto”, asegura.
Jano y el arte, su otra gran pasión
Florencia hace énfasis en que la física cuántica no es la única pasión de Jano. Es un niño con múltiples intereses y según su madre, “tiene muy marcado el amor por la ciencia y el amor por el arte”. Es fanático de la música desde chiquito, lo que sin dudas heredó de su mamá, que se define como melómana. Atentos a su gusto por los instrumentos musicales, los padres decidieron anotarlo en el Método Suzuki, un programa de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), dedicado a la enseñanza y a la formación artístico-musical de niños y jóvenes con este método japonés que cree que la habilidad musical no es un talento innato, sino una habilidad que se puede desarrollar.
Gracias a este programa, comenzó a aprender piano. Luego dejó y se anotó en una escuela de niños músicos y está aprendiendo tocar el clarinete. También le gusta mucho cantar, la madre dice que lo relaja. “Todo lo que piensa con respecto a la física, después lo relaja con el arte. Es una combinación bastante equilibrada”, reflexiona Florencia.
A pesar de su corta edad, Jano ya tiene decidido qué quiere ser cuando sea grande. Su objetivo es dedicarse a la física, su pasión, y dice que quiere trabajar en el Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN), en Suiza, donde se encuentra el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más grande y potente que jamás haya existido. “El sueño de Jano es descubrir una partícula nueva”, revela su madre. “Le preguntaron en un video si quiere ganar el Premio Nobel, dije que no porque para él es más importante descubrir algo que ser reconocido, le va más por ese lado”, comenta.
Además del tiempo que le dedica al estudio de la física cuántica, que el año pasado le valió el primer premio en un concurso de la Olimpiada Argentina de Física, Jano va a un colegio de doble escolaridad y a inglés. “No es un niño que tenga demasiados amigos, tiene algunos, pero cuesta encontrar temas en común con los niños de su edad por sus intereses, que son medio diferentes. Pero no tiene ningún problema para socializar, se vincula perfectamente con sus compañeros”, aclara Florencia.
Como padres lo apoyaron desde siempre. Cada vez que Jano mostró interés en alguna actividad, le concedieron la oportunidad de intentarlo. “El papá de Jano y yo estamos divorciados, pero tenemos una muy buena relación y entre los dos tratamos de acompañarlo, cada uno a su manera”, comenta la madre. “Desde chiquito siempre fue un niño muy curioso, muy de investigar, desarmaba todos los juguetes para ver cómo estaban hechos, para conocer el mecanismo. Siempre lo dejamos muy libre que experimentara, nunca jugó con juguetes tradicionales, siempre jugaba con cosas pequeñitas, tornillos, cosas raras. Mi casa siempre era un caos, todo tirado, pero lo dejábamos”, recuerda.
“Él nos decía ‘quiero ir a piano’, y lo llevábamos a piano. ‘Quiero ir a un taller de arte’, lo llevábamos a un taller de arte. Él va marcando el camino y nosotros vamos acompañando, es hijo único y todo lo que hace es de un interés 100 por ciento genuino. No somos de esos padres que estamos ‘hacé esto, hacé lo otro’”, asegura Florencia.
Las redes sociales, por ahora, son de uso exclusivo de mamá. Jano no puede administrar, ni ver qué comentan sus casi más de 8000 seguidores. “Instagram lo manejo yo -remarca Florencia-. Él se filma los videos. El padre le regaló un trípode, así que él se sienta en un almohadón y filma. Ni siquiera tenemos aro de luz, nada, lo pongo abajo de la lámpara para que lo ilumine”, dice entre risas. Como viven en una zona con bastante tráfico de la ciudad de Córdoba, suelen grabar los videos a la noche. Y los edita el propio Jano con un programa que se descargó.
“A veces tiene ganas de ponerle stickers, a veces no. Es muy casero todo y lo administro yo, él no tiene acceso a las redes sociales. Yo le voy leyendo lo que voy viendo, le leo los comentarios”, comenta Florencia.
Por último, remarca que su hijo es un niño con muchos intereses. “Si bien la física cuántica lo apasiona, todo el tiempo está ávido de conocimiento en muchos campos, en muchas áreas. Y necesita ampliar el conocimiento en todas las áreas que le interesan”, explica la madre y asegura: “Uno no le puede dar una respuesta simplona porque él va a ir hasta el fondo del asunto”.
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