Sus reflexiones y pensamientos lo convirtieron en un referente de los aforismos. Con sus frases cortas llenas de sentimientos, José Narosky sigue escribiendo a los 93 años
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Apenas tenía 7 años cuando se cruzó con un aforismo por primera vez. Fue gracias a que su padre fumaba unos cigarrillos que costaban 20 centavos el paquete, y traían en su interior un pequeño cartón con una promoción. A quien juntara 10 de ellos, le regalaban un atado. En ese cartoncito venía impreso un aforismo. Josecito los guardaba, releía, copiaba.
Ochenta y pico de años después, ese niño, convertido en José Narosky, lleva escritos 12 libros con sus aforismos, que en total rondan los 17.000. Ha vendido más de 1.200.000 ejemplares y aseguran que compite con Jorge Luis Borges como uno de los autores argentinos más leídos. Su obra fue traducida a 13 idiomas.
Poeta por elección, Narosky tenía un porvenir laboral asegurado: tras hacer los estudios de derecho correspondientes, quedó a cargo de una escribanía en la localidad bonaerense de Lanús. Recién pasados los 40 descubrió su amor por la escritura. ”La profesión no me interesaba”, comenta al revivir aquellos inicios. Tiene tres hijos, Analía y dos varones, que siguieron sus pasos. Cada uno con su propia escribanía. Daniel y su nieto Diego heredaron la familiar. Eduardo armó la propia. Él sigue escribiendo a su antojo. “No pensaba ganar plata con los aforismos pero se fue dando, y al final, me redituó más que poner la firma”, explica. “No lo busqué y no lo busco, la inspiración siempre vino sola”.
Su larga carrera como escritor la complementó con participaciones en los medios audiovisuales. Estuvo casi 40 años junto al célebre conductor radial Leonel Godoy contando historias, relatos. Actuó junto a la actriz Irma Roy en el radioteatro “La piel de Buenos Aires”. También apareció en televisión en “Grandes valores del tango” y en “Sobremesa con Crespi”, entre otros programas que marcaron época. También trabajó muchos años para el diario El Mundo.
- ¿Cómo se animó a publicar “Si todos los hombres” (1975), su primer libro?
- Hacia tiempo que escribía aforismos en cuadernos, papelitos. Y los junté, me animé. Envié todo a editorial Planeta, y les gustó. Ellos publicaron mi primer libro y los siguientes seis. Pero lo que más me ayudaba para difundir mis aforismos era que mis amigos los leían en la radio. Así sucedió el milagro.
- ¿Además de escribir, le gusta leer?
- Es mi vicio máximo. Soy amante de (William) Shakespeare. Es más, creo que descubrí mi vocación por la literatura. De tanto leer…
“Todo soñador tiene asegurada una porción de felicidad”, dice para arrancar con la cita de sus aforismos. Como para saltar el pequeño bache que se hace en la conversación. “¿Lo conocías?”, pregunta. ¿Y éste? “Tu silencio junto al mío es un idioma”. ¿Este otro? “Tantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos”. Se lo siente feliz, joven. No para.
Aunque sea usual encontrarlos en los sobrecitos de azúcar, el aforismo es considerado un género literario. Breve en comparación al ensayo o la novela, pero género literario al fin. En la Grecia clásica, Hipócrates, Heráclito de Efeso, Píndaro, solían expresar máximas aforísticas. Los estudiosos dicen que el aforismo es hermano del axioma, el proverbio, la máxima, el adagio. Y que a lo largo de la historia le han echado mano personajes que van desde Santiago Ramón y Cajál, Benjamín Franklin, Charles Baudelaire, Antonio Machado y Albert Camus, entre otros.
Más que papelitos
¿Rutina para escribir? “Jamás”, dice, teléfono del línea en mano, en su departamento porteño de Salguero y Libertador. Si aparecía la inspiración en el colectivo, anotaba lo que salía. Donde nacía, lo escribía. Siempre a mano. Narosky aún hoy no sabe escribir a máquina. Sin embargo, construyó un éxito que perdura. “La vida se mezcló con los aforismos. Nunca escribí para ganar dinero. Hoy hay más de 200 escritores de aforismos, muchos mejores que yo, pero no tuvieron mi suerte”, comenta tratando de sonar modesto.
- ¿Narosky, cuántos años tiene?
- No se los voy a decir
- Coqueto…
- Sí, muy.
- ¿Ganó muchas mujeres gracias a los aforismos?
- Las mujeres me gustaron mucho. Pero tuve una única mujer, Beatriz. Aún está a mi lado. Siempre creí más en la afinidad espiritual que en los papeles. Como ya le dije: “No eres la única mujer pero eres única”.
- ¿Cómo conoció a su mujer?
- En un club de barrio, en un baile. En Lanús. Me pareció hermosa, después descubrí sus otras cualidades. Ella es pintora, no tuvo la misma suerte que yo con la difusión, pero es muy buena. Tiene una sensibilidad. Siempre digo “la sensibilidad pesa pero permite volar”.
Cada vez que la entrevista se frena (NdeR: como cualquier conversación tiene palabras y vacíos) él vuelve a arremeter con un aforismo. “El más popular -dice- es el del vidrio roto. ¿Lo conocés? Lo empiezo y vos lo terminás”, propone. “Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa. Pero hay quien…”. Risas. “Dale, terminalo”, insiste pícaro. “Pero hay quien se agacha a recogerlo”, remato entre risas.
- ¿Usted se considera un poeta?
- Escribo con sentido poético, no me considero un poeta. He tenido mucha suerte, nada más.
- ¿Cómo definiría un aforismo?
- Son como refranes. Pero no son anónimos. Ya está.
- ¿Cómo transcurren sus días?
- Colaboro con muchos diarios del interior del país. Con eso me distraigo. Hace un mes tuve una caída y aún me estoy recuperando, por lo que no estaré saliendo hasta que cure. Rengueo.
- ¿Alguna asignatura pendiente?
- La vida me ha dado satisfacciones de distinto tipo. Hubiera querido cantar. Tangos, seguramente. Aunque lo que más me gustó siempre fue la música clásica. Igual, soy feliz con lo que fui y soy.
- Podría haber cantado “Yo soy del 30″
- No le voy a decir mi edad (responde entre risas).
Narosky también ha sido un gran amante del fútbol. Niño de potreros. Defensor. Y hasta presidente del equipo de sus amores, Lanús. Por un día. Hasta que eso sucedió era socio e iba a ver los partidos. Pero para un recambio de autoridades, un grupo de clientes de su escribanía, lo propuso. Ganó. Fue en los ´60. Pero duró sólo 24 horas en el cargo, desistió y le pasó el mando a uno que era tesorero de la AFA. Traer en el tiempo esos recuerdos, lo hace decir: “Quién se emociona por lo siemple suele no ser siemple”. Suma otro: “Se puede ser feliz sin talento, pero no sin pasión”.
- ¿Cómo ve hoy a la Argentina?
- Siempre tengo fe. El país es rico pero hoy sus habitantes son pobres. Es una etapa y las circunstancias que lo provocan se van a solucionar. No leo el diario pero veo la televisión y si bien no estoy ciento por ciento actualizado con lo que pasa, entiendo que un intento de magnicidio, la violencia, no puede ser. Y eso va más allá de Cristina. Me da pena el país. Conste que no tengo ideología política.
Cuenta que una vez un amigo le había aconsejado que llevara siempre encima una hoja en blanco y una lapicera para escribir cada vez que se le aparecía un aforismo. El le hacía caso. Tanto que un día, volviendo de las vacaciones, le avisan que ese amigo acababa de fallecer. Triste, dejó a su familia en casa y se subió al auto para ir a despedirlo a la sala velatoria en Capital. Después de andar un rato, se miró en el espejito retrovisor, y tras ver su rostro apesadumbrado, frenó y escribió: “El dolor es el dibujante de la fisonomía”.
Para rematar, como quién prefiere cambiar de tema, mete otro aforismo. Galán de pura cepa, me lo dedica: “Este es para vos”, dice. Y susurra: “Cuando descubro un ser cálido, olvido la frialdad del mundo”. ¿Lo improvisó o es viejo?, pregunto vanidosa. “Lo que vos prefieras”, responde. Así termina la entrevista, y pese a la tentación, me resisto a buscarlo en Google.
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