Christian Delaporte, un hotelero tucumano convertido en uno de los mayores especialistas de estos históricos modelos en el país, se encarga de restaurarlos con piezas originales y de hacer viajes con turistas
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Es una escena que se hizo habitual en el centro de Tucumán: cruzarse con un rutilante Ford A que avanza a un ritmo majestuoso. Está impecable y da la sensación de haber salido recién de la cadena de montaje de la planta de La Boca donde la empresa de Henry Ford se instaló y ensambló cientos de miles de vehículos a partir de 1917.
Los cromados de esa reliquia mecánica de otros tiempos reflejan los rayos del sol, como para hacerse notar aún más en medio del uniforme tránsito actual. Imposible no notarla. O mejor dicho notarlas, porque en realidad son varias, con carrocerías roja o azul. Son modelos Phaeton de cuatro puertas (una de las múltiples versiones que tuvo ese exitoso vehículo a lo largo de cuatro años de producción) y fueron armados por Ford en la Argentina en los años 1928 y 1929.
En cualquiera de sus versiones, casi siempre está al volante Christian Delaporte, un hotelero tucumano convertido en uno de los mayores coleccionistas y especialistas de aquellos históricos modelos. Con sus piezas de museo, Delaporte armó un emprendimiento único en el país, Antique Tour Experience. Organiza traslados, participa en eventos y programa recorridos por las sierras de Tucumán. También arma expediciones a pedido hasta las vecinas provincias de Salta y Jujuy.
Tours vintage
La “flota” de Antique Tour Experience está a punto de crecer gracias a la llegada de un nuevo auto de colección, otro Ford A, cuya rehabilitación está en curso. Delaporte solo utiliza piezas originales, tanto para la parte mecánica como para el resto del auto. No menciona dificultades particulares para hacerse de repuestos originales, aunque no abundan, porque ha sido un modelo masivamente producido. Las enciclopedias mencionan que más de cuatro millones de unidades salieron de todas las plantas de Henry Ford entre 1927 y 1931. En la Argentina, la empresa había elegido La Boca para su primera instalación en América Latina y su segunda a nivel mundial fuera de Estados Unidos. “Fue un éxito también en nuestro país y en la actualidad se puede estimar que quedaron todavía unos 3500 Ford A en el país. Pero no todos funcionan”.
En realidad, el coleccionista reconoce que más difícil que la restauración fue la VTV, un trámite que estas piezas de museo sobre ruedas también deben aprobar para poder circular en la vía pública. “No es tanto por el estado del vehículo, que está impecable y en mejores condiciones que algunos que vemos circular. Es porque el volante está a la derecha”.
En realidad, el coleccionista reconoce que “más difícil que la restauración fue la VTV”, un trámite que estas piezas de museo sobre ruedas también deben aprobar para poder circular en la vía pública. “No es tanto por el estado del vehículo, que está impecable y en mejores condiciones que algunos que vemos circular. Es porque el volante está a la derecha”. Aquellos Ford A son, en efecto, recuerdos de otros tiempos, cuando la circulación en el país era similar a la de Inglaterra, una realidad que perduró hasta el mes de septiembre de 1945.
A pesar de los años, los dos Ford A de Christian Delaporte trepan sin problema por la ruta empinada que lleva hasta Tafí del Valle, uno de los circuitos más populares y pedidos por los turistas de paso por Tucumán. “Son autos muy resistentes y no tienen los problemas de los autos actuales, más bajos y con mecánicas más delicadas, para circular por rutas de ripio. Fueron hechos para este tipo de caminos. Hay que acordarse de que cuando fueron construidos todavía no había rutas asfaltadas”.
El modelo rojo de los Phaeton de Antique demostró toda su vigencia durante un viaje de más de 5000 kilómetros que Christian y Mirta, su esposa, realizaron antes de la pandemia. El antiguo vehículo los llevo sin problema por la Ruta 40 hasta el extremo sur del país. Fueron más lejos aún, y llegaron hasta Miami, cruzando todo el continente.
Cruzando el Altiplano
No es casualidad entonces que el coleccionista haya sido el representante de la Argentina durante un encuentro de propietarios de Ford A latinoamericanos que tuvo lugar en Cuzco a fines de agosto. Viajó desde Tucumán, en caravana, con otro tucumano y una pareja de brasileños. Desde la ruta, cuenta que “formamos un grupo de tres autos y siete personas. Un matrimonio amigo vino desde Curitiba. Un amigo mío de Tucumán se unió con su propio Ford T. Por mi parte, invité a dos fanáticos, uno de Ecuador y otro de México para acompañarme en esta expedición. Luego de haber cruzado el norte de la Argentina por la Quebrada de Humahuaca, cruzamos el Altiplano en Bolivia y Perú para llegar a Cuzco, con paradas en el Salar de Uyuni y Puno”.
Para la vuelta, el pequeño grupo bordeará la costa pacífica e ingresará de nuevo a la Argentina por el Paso de Jama, a más de 4200 metros sobre el nivel del mar. “La altura no es un problema para estos autos, porque tienen mecánicas manuales, a diferencia de los vehículos modernos”, cuenta Delaporte. “Los tres Ford A de esta caravana fueron construidos en 1929 y 1930. Son originales al 100 %. Cuando circulamos en altura, solo hay que disminuir la cantidad de combustible que entra al carburador. A menor cantidad de oxígeno en el aire, menos cantidad de nafta y el auto funciona correctamente, aunque con menos potencia. Habitualmente andan a unos 70 km/h. En la Puna, llegan así a 55 km/h”.
Coleccionista, hotelero y también mecánico. Delaporte tiene que poder hacer frente a cualquier eventualidad mecánica que llegue a ocurrir durante el viaje. “Para este viaje hasta Cuzco estoy llevando lo mínimo indispensable: una rueda de auxilio, dos cámaras de repuesto, un condensador, una tapa y un cuerpo de distribuidor, algunos elementos más y herramientas. Pero lo que hay que hacer en un viaje así es más que nada ajustes de piezas y la regulación del embrague y los frenos”.
De padre a hijo
Cuando vuelva de este nuevo viaje, el Ford A Phaeton de Antique sumará una hazaña más en su haber y Christian Delaporte tendrá más aventuras para contar a sus pasajeros, confortablemente instalados sobre la banqueta trasera del coqueto vehículo. Ya tiene mucho para compartir, y no solo sobre la mecánica y la historia de los Ford A, que marcaron las calles argentinas con su presencia en los años 30 del siglo XX. Le gusta recordar su travesía por la Argentina, bajando desde Tucumán por la 40 y subiendo por la 3 a lo largo de las costas de la Patagonia. Cuenta también su viaje por Sudamérica: “El auto cruzó muchas fronteras y nunca tuvimos problemas. La documentación está en regla y es igual a la de los demás autos. Tuvimos un solo percance en América Central. Nos habían adelantado que está prohibido circular con el volante a la derecha en Costa Rica, así que tuvimos que enviar el auto por barco desde Cartagena, en Colombia, hasta Guatemala”.
Por el estallido de la pandemia de coronavirus, la pareja no pudo ir hasta la meta final de esa aventura, que era Alaska. El viaje terminó en la Florida y los Delaporte tuvieron que volverse a Tucumán. Es una de las muchas anécdotas que Christian cuenta a sus pasajeros, con las manos firmemente agarradas del volante y una sonrisa permanente sobre la cara. Disfruta sin lugar a duda de los comentarios elogiosos de sus pasajeros, de las charlas espontáneas en los semáforos con otros conductores y de los gestos amigables que le hacen los peatones con la mano.
Seguramente esta sonrisa es también provocada por el recuerdo de las numerosas horas que Christian pasó junto a su padre sobre los motores y las carrocerías de aquellos antiguos y hermosos autos. Emigrado desde el Valle del Loire, la región de los castillos del Renacimiento francés, el padre del hotelero trabajó en Tucumán como obrero metalúrgico. Con el tiempo logró abrir una fábrica de muebles de exterior que llegó a tener una red comercial expandida por buena parte del continente. Cuando todavía no había “hecho la América”, el primer auto que logró comprarse con sus ahorros fue un Ford A. Delaporte padre lo vendió por otros más modernos cuando llegaron momentos de prosperidad, pero volvió a comprar uno en los años 80 y lo restauró con la ayuda de su hijo, transmitiéndole su pasión por ese modelo.
En total he restaurado cuatro Ford A. Cada uno con piezas originales”, cuenta el emprendedor. Hasta el cuero de los asientos se hizo exactamente igual que en los modelos que salían de la fábrica de La Boca.
“Así comenzó la aventura de Antique Tour Experience. En total he restaurado cuatro Ford A. Cada uno con piezas originales”, cuenta el emprendedor. Hasta el cuero de los asientos se hizo exactamente igual que en los modelos que salían de la fábrica de La Boca.
¿Cuál será el próximo desafío de aquellas máquinas incansables, antes de cumplir cien años? Les queda por supuesto el desafío truncado por la pandemia e intentar de nuevo llegar a Alaska. Delaporte y su esposa reconocen que su gran pasión es viajar a bordo de sus antiguas máquinas, de modo que solo les queda volver a intentar la aventura.
Antique Tour Experience propone varios circuitos: traslados desde el aeropuerto de Tucumán hasta el centro (Romantique Transfer); un city-tour; recorridos hacia Villa Nouguès, los Valles Calchaquíes, los caminos de la yungas, la ruta del vino; y viajes hasta Salta y la Quebrada de Humahuaca.
Contacto: (0381) 430 5445, info@antiquetour.com.ar, www.antiquetour.com.ar.
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