Thomas Tryon, el galán que dejó todo por el terror
En la historia de Disney no hay nada muy tenebroso. Ni siquiera Kylo Ren, el villano de la última trilogía de Star Wars, da mucho miedo. Más bien, todo lo contrario: da ternura. Todo en el universo de Disney es bastante tierno: hay pajaritos y ciervos, hadas madrinas, princesas y príncipes. Ni siquiera apreció nada muy truculento cuando empezó a hacer series televisivas para adultos a fines de los 50. Sin embargo, en una de aquellas series apareció Thomas Tryon. Era una especie de galán del prime time televisivo, cuya obsesión no era la fama que le otorgaba Disney sino el terror, el miedo, el horror.
Tryon fue un actor de cine y televisión que nació en 1926 en Estados Unidos. Su pico de rating lo vivió cuando protagonizó Texas John Slaughter (1958-1961), un programa de Walt Disney Pictures que se basaba en la historia de un sheriff llamado igual que la serie. Tryon interpretó el papel protagónico de ese programa. Cuando aparecía en escena lucía un traje de vaquero y un sombrero blanco enorme que fue ícono del programa. “John Slaughter les obligó a hacer lo que debían, y si no lo hacían, morían”, decía la canción de apertura del programa.
A pesar de que Tryon no tenía mucho interés por la actuación −y sí por la literatura− rápidamente consiguió un buen lugar en el star system norteamericano. Comenzó su carrera en 1952, cuando participó como productor del musical Wish You Were Here, una obra estrenada en Broadway en la que actuaba Jack Cassidy, un actor norteamericano que fue un ícono del cine clásico y que llegó a protagonizar muchas otras producciones más, como la serie Misión: Imposible (1966) que dio origen a las películas que se hicieron en las décadas posteriores.
En esos primeros pasos Tryon aparecía como una gran promesa para el cine norteamericano. Era joven, lindo, estaba formado −había estudiado artes en Yale e interpretación con Sanford Meisner− y, lo más importante, era talentoso.
La carrera actoral de Tryon es muy extraña: en un periodo muy corto de tiempo conquistó teatros, cines y trabajó con grandes actores como George Cukor y Otto Preminger. Incluso protagonizó series televisivas que fueron un éxito. Pero el éxito duró un poco más de 10 años.
Siempre fue un aficionado de la literatura, y en 1969, cuando estaba en el mejor momento de su carrera, se retiró. Nunca más volvió a actuar.
Para él era imposible hacer coincidir sus dos pasiones. No encontró la forma de mezclar el terror de las historias que tenía en su cabeza con su trabajo como actor. En algo tuvo razón: sus papeles en westerns y películas de humor no tenían mucha relación con las historias de niños macabros que aparecieron en sus libros posteriores.
A diferencia de lo que le había pasado cuando empezó a actuar, cuando dijo que iba a dedicarse a la literatura se generaron dudas: nadie creía que fuese posible que tuviera un éxito repentino y rápido en el mundo de las letras, como le había pasado en el cine. El público y los críticos no le tenían mucha fe al galán del momento. Nadie pensó que detrás de ese actor sexy que hacía de cowboy podía existir una buena pluma que fuese capaz de escribir historias de terror. Sin embargo, con el transcurrir de los años encontró un lugar en el mundo de la literatura y llegó a ser algo así como un autor de culto dentro del género.
Empezó su carrera como escritor con El otro, una novela publicada en 1971, apenas dos años después de darse de baja en el mundo del espectáculo. Para sorpresa de todos, esta ópera prima fue un éxito comercial y se mantuvo durante seis meses en el ranking de los libros más vendidos que publicaba The New York Times. Cincuenta años después la editorial española Impedimenta reeditó este libro, que llegó recientemente a la Argentina.
El éxito que tuvo El otro fue algo inusual. El público que había construido Tryon en sus años de actor de cine y televisión poco tenía que ver con el género del terror. Él ni siquiera había participado en producciones que se acercaran a la historia que contó en su primer libro.
Cuando la novela apareció fue bien recibida por la crítica y también por otros colegas de su época que trabajaban el mismo género que él. Anthony Burgess, el autor de La naranja mecánica, publicó un texto sobre la primera novela de Tryon en el que afirmó: “Igual que a la mayoría de los escritores profesionales, me molesta El otro, ya que Tryon debería continuar con el trabajo de ser un buen actor y no escribir buenos libros también. Ya es suficiente. El otro es una lectura altamente recomendable”.
Después, Stephen King le dedicaría a Tryon varias de sus columnas sobre literatura publicadas en The New York Times durante la década del 70 y reconocería en El otro el libro que lo impulsó a escribir. Además, King y otros autores del género, como Ira Levin, reconocerían a este autor como una de sus principales referencias.
Hermanos del horror
El otro es una novela de terror muy particular. No es de esas historias explícitas, como las de las películas, en donde lo que asusta no es lo que se ve, sino la forma en la que se suceden las cosas. Leer El otro es entrar en una especie de trance en donde todo lo que parece cotidiano e inocente se convierte en algo perverso. Lo siniestro está flotando en el aire, todo el tiempo.
La novela cuenta la historia de la familia Perry, que vive en un pueblo de Nueva Inglaterra. Todos los vecinos comentan la muertes que está arruinando la familia Perry: primero Vining, el padre, cae por las escaleras de la despensa de la casa mientras guardaba unas manzanas que acababa de juntar del patio; después, muere Russell, un sobrino de Virgin, ensartado accidentalmente en un rastrillo que el jardinero, supuestamente, había guardado. Pero esta serie de muertes se sale de la familia y empieza a meterse en la casa de los vecinos con la desaparición de una anciana del barrio.
En la casa de los Perry viven los gemelos, hijos de Virgin, Holland y Niles. Son idénticos, exactamente iguales. Pero, como casi todos los gemelos, tienen personalidades antagónicas: Holland es sarcástico e introvertido, todo el mundo lo considera la oveja negra de la familia; en cambio su gemelo, Niles, es dulce, generoso, todos en la familia y el pueblo lo adoran. La particularidad de estos gemelos es que juntos son bastante macabros y tienen la habilidad de saber qué está pensando el otro.
Así, Tryon pone en el centro de la escena a esta pareja de niños. Detrás las caras adorables están las personas que a lo largo de la historia −y perdón el spoiler− se vinculan con todas las muertes y desapariciones que ocurren en el libro. El autor trabajó con un arquetipo que después sería icónico dentro del terror: el niño diabólico o maldito. De esta manera, la novela de Tryon se ubica en ese imaginario que muestra a los niños como seres terribles o llenos de maldad.
La novela El otro, incluso, dio pie para que muchas otras producciones se sumaran a este grupo: varias de las obras de Stephen King sucederían en universos de niños, como es el caso de Carrie, publicada en 1974, y también de It, novela lanzada en 1986.
Ese imaginario se puede encontrar en la literatura argentina actualmente. Dos buenos ejemplos de eso son: Distancia de rescate (2014), de Samanta Schweblin −novela en la que un niño muerto por los agrotóxicos se comunica telepáticamente con una mujer que agoniza en un hospital−, y Nuestra parte de noche (2019), de Mariana Enríquez −en este segundo caso, el hijo de un médium se convierte en un chico perturbado y con poderes sobrenaturales−.
Imágenes de una pesadilla
Con el éxito que tuvo El otro, ese sheriff del lejano oeste de las series de Disney quedó en el olvido para que naciera un escritor que cuenta historias de niños telépatas y macabros. Algo de esa conversión lo vuelve un personaje singular y pone en evidencia que todo puede cambiar rápidamente y que nada es para siempre.
Después de la publicación de esta novela en el mundo del cine también empezaron a aparecer muchas películas que retomaron la idea de que los niños perversos sean los protagonistas de la historia: El exorcista (1973), La profecía (1976), Los chicos del maíz (1984), El pueblo de los malditos (1995) y La llamada (2002), por mencionar algunas.
Sin embargo, el propio autor tomó dos referencias del cine para poder escribir El otro.
En 1956 se estrenó la película La mala semilla, del cineasta Mervyn Le Roy, una producción en la que una nena de tan solo ocho años se ocupa de asesinar a un montón de personas (esta película se basó en una novela homónima de Toni Aparicio). Cuatro años después, en 1960, se estrenó El pueblo de los malditos, de Wolf Rilla, otra película que cuenta la historia de un ejército de niños con habilidades sobrenaturales que van por un pueblo matando gente (en 1995 John Carpenter hizo una remake de esta película y fue un éxito).
Un año después de la publicación de El otro, Tryon fue contactado por el director Robert Mulligan. Le dijo que iba a adaptar su novela al cine y le ofreció escribir el guión, tarea que Tryon aceptó. Sin embargo, el éxito que tuvo la novela no se trasladó a la película: el film se estrenó sin penas ni glorias y rápidamente se transformó en una esas películas que se pasan en el cable después de las 10 de la noche.
En paralelo empezó a escribir su segundo libro, Harvest Home (1973), que al igual que el primero fue un éxito. Stephen King escribió sobre este libro en The New York Times: “En cuarenta años, cuando la mayoría de nosotros estamos bajo tierra, todavía habrá una revisión de rutina una vez al año para las copias de la biblioteca de Harvest Home”. El autor también reconocería que usó esa novela como referencia al momento de escribir el cuento “Los chicos del maíz” en 1977. La segunda novela de Tryon también tuvo su adaptación audiovisual y se transformó en una miniserie para televisión.
Si bien él nunca volvió a pararse delante de una cámara su obra literaria sí. Varios años después, cuando publicó el libro de cuentos Cabezas coronadas (1976), en el que se contaban historias apócrifas de estrellas de Hollywood, uno de los relatos también se adaptó al cine: Fedora (1978). En esta oportunidad Tryon contó la historia de una actriz retirada, que había sido una de las mayores estrellas de la edad de oro del cine estadounidense y que consiguió mantener su belleza con el correr de los años. La mujer, a pesar del éxito y la fortuna que había conseguido, decide suicidarse tirándose abajo de un tren en París. Con esta adaptación, finalmente, se terminó la relación de Tryon con el cine.
El autor estadounidense sólo publicó dos libros durante los años 80: Wings of the Morning (1988) y The Night of the Moonbow (1989). Sin embargo, ninguna de estas obras tuvo la trascendencia que tuvieron los títulos que publicó en la década anterior. Pasaron al olvido rápidamente y ninguno fue traducido.
En 1991 falleció culpa de un cáncer de estómago. Dejó una novela terminada que no llegó a publicar y que fue un título póstumo que tampoco se tradujo. Sin planearlo, Tryon se convirtió en un autor de culto para los fanáticos del terror y su ópera prima, El otro, fue −y es− una referencia para muchos autores posteriores a él.
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