Ha sido el maestro budista más conocido después del Dalái Lama, pero además fue escritor, poeta e incansable activista por la paz
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“Mientras uno lava los platos, solo debe lavar los platos, lo que significa que mientras lava los platos uno debe ser completamente consciente del hecho de que está lavando los platos”, dijo el influyente monje budista vietnamita Thich Nhat Hanh.
Quizás sorprenda que un maestro zen, escritor, poeta, erudito y pacificador de renombre mundial dé instrucciones sobre cómo hacer las labores del hogar, pero es que Hanh además es conocido como el “padre de la atención plena”. Todo eso lo hace el maestro budista más conocido, con la excepción del Dalái Lama. Pero ¿cuál es su historia?
Una noche de luna llena
Hanh, o Thây, empezó a transitar el sendero que lo llevaría a todo eso a los 24 años, cuando fundó el Instituto Budista An Quang en Saigón, Vietnam, tan solo 8 años después de ser ordenado. En 1961 se fue a Estados Unidos para estudiar y enseñar religión comparada en las universidades de Columbia y Princeton.
Regresó a Vietnam dos años más tarde para ayudar a liderar el esfuerzo de paz budista. En una noche de luna llena de febrero de 1964, estableció la Orden Tiep Hien o la Orden del Interser, en un momento en que la guerra de Vietnam se intensificaba y las enseñanzas de Buda “se necesitaban desesperadamente para combatir el odio, la violencia y la división que envolvía a su país”.
La Orden estaba compuesta por un pequeño número de dedicados seguidores —tres mujeres y tres hombres— que estaban involucrados en el trabajo social y eran fieles a los principios del Budismo Comprometido. La Orden se fundó sobre los Catorce Preceptos de la Orden del Interser, combinación de moralidad budista tradicional y preocupaciones sociales contemporáneas.
Para que te hagas una idea, he aquí unos cuantos:
- No seas idólatra ni te apegues a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso las budistas. Los sistemas budistas de pensamiento son medios de guía; no son la verdad absoluta.
- No pienses que el conocimiento que posees actualmente es una verdad absoluta e inmutable. (...) La verdad se encuentra en la vida y no meramente en el conocimiento conceptual. Prepárate para aprender a lo largo de toda tu vida y para observar la realidad en ti y en el mundo en todo momento.
- No obligues a otros, incluidos los niños, por ningún medio a adoptar tus puntos de vista, ya sea mediante autoridad, amenaza, dinero, propaganda o incluso educación. Sin embargo, a través del diálogo compasivo, ayuda a los demás a renunciar al fanatismo y la estrechez.
- No evites el contacto con el sufrimiento ni cierres los ojos ante el sufrimiento. (...) Encuentra formas de estar con quienes sufren, (...) despiértate a ti mismo y a los demás a la realidad del sufrimiento en el mundo.
- No acumules riquezas mientras millones pasan hambre. No tomes como fin de tu vida la fama, el provecho, la riqueza o los placeres sensuales. Vive con sencillez y comparte tiempo, energía y recursos materiales con los necesitados.
Por muchos años no se permitió que nuevos miembros se unieran a la comunidad central de la Orden. Hoy en día, miles en todo el mundo que recitan regularmente los Catorce Preceptos del Budismo Comprometido.
“Un apóstol de la paz”
Ese mismo año, junto con un grupo de profesores universitarios y estudiantes en Vietnam, fundó la Escuela de Jóvenes para el Servicio Social, en la que equipos de jóvenes iban al campo para establecer escuelas y clínicas de salud y reconstruir pueblos que habían sido bombardeados.
Dos años después, en 1966, fue exiliado de su país por oponerse a la guerra de Vietnam. Siguiendo al 12º Precepto de la Orden del Interser —”No mates. No dejes que otros maten. Encuentra todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra”—, en EE.UU. se reunió con Martin Luther King y persuadió al líder de los derechos civiles para que hablara en contra del conflicto.
King lo describió como “un apóstol de la paz y la no violencia”. Y en 1967, lo nominó para el Premio Nobel de la Paz, diciendo: “Este gentil monje budista de Vietnam es un erudito de inmensa capacidad intelectual.
“Sus ideas para la paz, si se aplicaran, construirían un monumento al ecumenismo, a la hermandad mundial, a la humanidad”.
Camotes y ciruelas
En 1969, Hanh dirigió la Delegación de Paz Budista a los Acuerdos de Paz de París y fundó la Iglesia Budista Unificada (UBC) en Francia. UBC estableció el Centro de Meditación del Camote en 1975. Se corrió la voz sobre sus enseñanzas, la comunidad creció y en 1982 el centro se convirtió en la Comunidad del Ciruelo, en el sur de Francia.
Comenzó como una granja pequeña y rústica, y se convirtió en el monasterio budista más grande de Europa, con más de 200 monjes y monjas residentes, que viven y practican en cuatro aldeas diferentes repartidas por la campiña francesa.
Ahora el Movimiento de la Aldea del Ciruelo cuenta con ocho monasterios más, ubicados en Estados Unidos, Alemania, Tailandia, Hong Kong y Australia, a los que anualmente llegan miles de personas de todo el mundo para asistir a retiros. La enseñanza de Hanh se destaca por su énfasis en la alegría, el compromiso con el mundo y la integración de la práctica de la atención plena en la vida diaria.
Ser consciente es tomar conciencia de lo que sucede en nuestro cuerpo, nuestra mente y el mundo que nos rodea, indica. Su enseñanza se centra en la respiración consciente y la conciencia plena de cada respiración.
¿Y los platos?
Lo de los platos apareció en su exitoso libro El milagro de mindfulness (1975), uno de los más de 100 libros que escribió Hanh, que fueron traducidos a más de 40 idiomas, incluidos los bestsellers La paz es cada paso, Buda viviente, Cristo viviente y La ira. Pero ¿por qué insistía en que había que prestarle atención al lavado de platos? ¿No es mejor distraerse pensando en otra cosa?
La idea es que cuando pensamos en el pasado o el futuro, según él, “no estamos vivos” pues o estamos reviviendo lo que ya fue o “succionados por un futuro” que existe solo conceptualmente. Así que únicamente cuando estamos atentos a lo que estamos haciendo, estamos verdaderamente vivos.
Claro que no es tan sencillo lograr concentrarse en el presente, pues los humanos tenemos una notable capacidad para existir fuera de él. Aunque esa costumbre tiene muchas ventajas —revivir el pasado y anticipar el porvenir nos permite aprender de nuestras experiencias y planear para el futuro— ser plenamente consciente en el momento actual era, para Hanh, el secreto de la felicidad.
Y ahí es donde entran en juego los platos: para entrenarte en el arte de vivir en el presente, practica mientras haces actividades cotidianas, como fregar la loza, enseñó Hanh. Es más: cualquier acto es una oportunidad para tocar lo sagrado, ya sea conducir un automóvil o, adivinaste, lavar los platos.
La felicidad
Además de volver al presente, el monje aconsejaba detener las guerras interiores y aquietar las mentes distraídas. “Si somos pacíficos, si somos felices, podemos sonreír, y todos en nuestra familia, toda nuestra sociedad, se beneficiarán de nuestra paz”. Eso permite descubrir que “No hay camino a la felicidad. La felicidad es el camino”.
En 2017, Hanh regresó a Vietnam y las autoridades le permitieron pasar sus últimos días en el templo de Tu Hieu. Su último libro se publicó en octubre de 2021. El 22 de enero de 2022, a los 95 años, el maestro Zen que escribió La muerte es una ilusión falleció.
No fue que se equivocó: para los budistas, la conciencia comienza antes de que empiece la vida biológica y continúa después de que termina: “El nacimiento y la muerte son solo una puerta por la que entramos y salimos”.
Lo importante, recuerda, es que entre esa entrada y esa salida, vivas en el momento.
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