Teorías y misterios sobre el teléfono rojo: el aparato que conecta a Estados Unidos con Rusia
Una creencia popular asegura que hay uno en el Kremlin y otro en la Casa Blanca, para que haya una conexión directa entre las presidencias más poderosas del mundo; pero, ¿existe realmente?
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Existe en la creencia popular, la idea, de que hay un teléfono rojo instalado en Washington, Estados Unidos, y otro en Moscú, Rusia, que sirve como vía de comunicación entre el gobierno estadounidense y el ruso. Este aparato se utilizaría como vía de diálogo en situaciones internacionales críticas, y para evitar que los conflictos entre esos u otros países escalen a un nivel que puedan derivar una catástrofe nuclear. Incluso, el teléfono rojo volvió a ser noticia en estos días, en los que se dice que se abrió una “línea de distensión” entre ambas potencias para comunicarse de modo directo tras la invasión rusa a Ucrania.
Pues bien, la verdad es que no existe tal teléfono rojo. Pero lo que sí hay es un sistema de comunicación directa entre las autoridades de Estados Unidos y Rusia que, a diferencia de lo que se cree, no se relaciona con un teléfono, sino que nació como un dispositivo telegráfico con teletipos en los puntos terminales, ubicados en Washington y Moscú.
El sistema vio la luz en 1963 -hay distintas versiones sobre las fechas-, cuando John Fitzgerald Kennedy presidía Estados Unidos y Nikita Kruschev, Rusia, y fue utilizado varias veces desde su creación, en el contexto de diversos conflictos bélicos internacionales.
La idea de tener una línea directa entre ambos países que, tras la Segunda Guerra Mundial, se habían sumergido en una contienda silenciosa pero activa y global llamada Guerra Fría, surgió tras la muerte de Stalin, en 1953. Pero se consolidó como un proyecto imprescindible luego de la crisis de los misiles de octubre de 1962. Entonces, cuando la tensión entre Estados Unidos y Rusia subía a causa de los misiles que este último país había instalado en Cuba, la falta de una conexión directa pudo haber complicado más las cosas.
Sucedió que, en los comienzos de ese conflicto que tuvo en vilo al mundo, Estados Unidos tardó unas 12 horas en recibir un mensaje de 3000 palabras de Kruschev para bajarle la tensión al tema. La respuesta de Washington a ese mensaje llegó con tanto delay que los rusos ya habían enviado otro mensaje con un tono bastante más duro. Además, tampoco existía una absoluta seguridad de que los mensajes enviados y recibidos correspondieran a sus supuestos remitentes.
Como sea, la crisis de los misiles se superó, pero dejó la certeza de que, para evitar males mayores por la falta de comunicación, se debía crear una vía de intercambio de mensajes segura y sin interferencias ni retrasos entre los países que en aquel entonces lideraban y dividían en dos al mundo.
“El rápido zorro marrón saltó sobre la espalda del perro perezoso”
Así fue como se estableció ente ambos países un sistema telegráfico con un circuito que incluía un cable transatlántico de 16.000 kilómetros de largo que iba desde Washington a Londres, pasaba por Copenhague, Estocolmo, Helsinki, y finalmente llegaba a Moscú.
Según relata la revista del Smithsonian, para las terminales de este dispositivo de comunicación se enviaron cuatro teletipos fabricados en Estados Unidos a Moscú, y se instalaron en el Kremlin. A su vez, cuatro de estos aparatos realizados en Alemania Oriental se enviaron a la embajada soviética en Washington, y de ahí al Pentágono. Es decir, contrariamente a lo que se cree, la parte estadounidense del “teléfono rojo” no se encuentra en la Casa Blanca, sino en la sede del Departamento de Defensa.
Además, los dos países intercambiaron dispositivos de codificación para que los de Washington pudieran traducir los mensajes recibidos del ruso al inglés y viceversa.
Como todo este acuerdo de contacto entre las naciones representantes del capitalismo y el comunismo se manejó en principio bajo el más estricto secreto, existen diversas versiones sobre el inicio de su funcionamiento. Algunos señalan como el comienzo el 5 de abril -hoy se cumplirían, entonces, 49 años de ello-, pero otras versiones indican que fue el 30 de agosto de ese mismo año.
En favor de esta última teoría, hay que decir que, recién el 20 de junio del ‘63 fue cuando ambas potencias firmaron un memorándum de entendimiento en el que mencionaban este dispositivo para comunicarse. “Respecto al establecimiento de un enlace de comunicaciones directas”, era el nombre de este documento, que, entre otras cosas, aseguraba: “Para uso en tiempos de emergencia, el Gobierno de los Estados Unidos de América y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas han acordado establecer, tan pronto como sea técnicamente posible, un enlace directo de comunicaciones entre los dos Gobiernos”.
El primer mensaje de prueba de esta línea directa fue enviada por los Estados Unidos hacia Moscú era una curiosa frase: “El rápido zorro marrón saltó sobre la espalda del perro perezoso 123456789 (The quick brown fox jumped over the lazy dog’s back 1234567890″). La oración que llegó al Kremlin, que al parecer era desconcertante, en verdad había sido formulada para utilizar todas las letras del abecedario inglés, y todos los números arábigos. Esto era para probar la precisión del sistema, que pronto recibió también la primera frase escrita en ruso.
¿De dónde salió la idea de ‘El teléfono rojo’?
Pero es necesario detenerse en qué fue lo que pasó en el imaginario popular para que este dispositivo complejo de cables telegráficos y teletipos se transformara en un sencillo teléfono rojo. La respuesta a este interrogante puede pasar por el cine. En 1964, más específicamente, se estrenó la película Dr. Strangelove, cuyo título en español fue directamente: Teléfono rojo, ¿Volamos hacia Moscú? En ella, el presidente estadounidense Merkin Muffley, interpretado por el brillante Peter Sellers, utiliza un teléfono para comunicarse con la capital rusa para anunciar que va a caer sobre ese país un inminente bombardeo.
El mismo año, otra película, llamada Fail safe (Punto límite), el presidente -en esta ocasión interpretado por Henry Fonda- utiliza un teléfono llamado “rojo”, aunque no lo era, también para comunicarse con los rusos. La idea del teléfono rojo fue repetida además en uno de los capítulos del Superagente ‘86 y en otros productos de la cultura pop como comics, publicidades o canciones. De este modo, la idea de la existencia de un teléfono rojo que podría conectar a los líderes del mundo para evitar una catástrofe nuclear fue tomando forma en la población, y se convirtió prácticamente en una realidad innegable.
De vuelta en la política real, en 1967, fue el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson el primer mandatario en utilizar el sistema de comunicación para discutir con su par soviético Alexei Kosyguin los pormenores de la Guerra de los Seis días, el conflicto que enfrentó a Israel con varios estados árabes. El líder norteamericano Richard Nixon volvió a utilizar el dispositivo en 1971 y 1973 para tratar con Leonid Brehznev la guerra entre India y Pakistán, primero, y la guerra de Yom Kippur, más tarde. En el ‘73 también usó el comunicador para referirse a la invasión de Turquía a Chipre.
De acuerdo con el listado de los usos de este dispositivo que realizó el sitio NBC News, Jimmy Carter fue otro de los que utilizó el mal llamado ‘teléfono rojo’ en 1979 para expresar su disconformidad por la invasión rusa a Afganistán. Finalmente, el presidente Ronald Reagan (1981-1989) habría utilizado el dispositivo varias veces para hablar sobre situaciones de conflicto en el Líbano y luego en Polonia.
La modernización del sistema
Los tiempos fueron avanzando y aquel sistema original de 1963 recibió diversas actualizaciones que se adaptaban a las etapas tecnológicas que atravesaba el mundo. Así fue como a comienzos de los 70, el sistema se modernizó a través de el uso de enlaces seguros en la comunicación mediante servicios satelitales, aunque la línea terrestre se mantuvo como respaldo. Así, en 1971, Estados Unidos usó para esto dos satélites Intelsat y la entonces Unión Soviética, dos satélites Molniya II, según informa el sitio mexicano sobre tecnología Xataca.
En enero de 2008 el sistema recibió su última actualización importante, con la incorporación de la fibra óptica, que incluye software para poder hablar y para enviar mensajes mediante correo electrónico. Ese año también, Rusia y Estados Unidos firmaron un “Acuerdo de sistema de comunicaciones seguras”. Como parte del mismo, quienes operan este sistema en ambos extremos prueban su seguridad y funcionamiento cada hora del día.
En 2013, la administración de Barack Obama agregó al sistema un nuevo canal destinado a enviar mensajes con archivos adjuntos sobre incidentes cibernéticos. Entonces, el mandatario estadounidense advirtió a Rusia por esta vía de no interferir en las elecciones presidenciales de EEUU, luego de la filtración de correos de Hillary Clinton que fueron realizadas por hackers rusos.
En definitiva, el teléfono rojo nunca existió, pero eso no impidió que diferentes momentos de la historia reciente Washington y Moscú hayan tenido comunicaciones directas para decidir en conjunto cómo actuar ante conflictos internacionales que pudieran finalizar en una hecatombe nuclear o bien que pudieran, simplemente, afectar sus intereses.
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