Vivir en Marbella: tenían una casa hermosa y un restaurante premiado en Argentina pero faltaba algo que los animó a “tirarse a la pileta”

En La Pampa, con familia, amigos y bienes, se dieron cuenta que había cuestiones de fondo para emigrar

Carina Durn

PARA LA NACION

Para Mariano Braga y Florencia Borsani los primeros meses fuera de la Argentina fueron movilizantes. Habían llegado a España en pleno confinamiento por COVID y en medio de “La Filomena”, una de las mayores olas de frío que atravesó el país ibérico en los últimos años.

Su avión fue el último en tocar tierra en Barajas, antes de que cerraran el aeropuerto a causa de la nieve. Con tres hijos cansados, desorientados, y diecinueve valijas, arribaron a una Marbella inundada, atravesaron parte de la ciudad e ingresaron a una casa fría. Tras dormir a sus pequeños se sentaron, se miraron a los ojos y rompieron en llanto. “¿Qué hacemos acá?” Aquella noche parecían no tener respuestas.

“Al día siguiente salió el sol, pero no solo en el cielo, así lo vivimos internamente también nosotros”, rememora Mariano. “Esa mañana salí con el auto al supermercado y le mandé un WhatsApp a Flor: `Chu, estamos en el paraíso´, le dije, y hasta el día de hoy lo sigo sosteniendo”.

La pregunta del millón y las cuestiones de fondo para emigrar: “Queríamos apostar por nosotros”

En La Pampa, Argentina, Mariano y Florencia lo tenían todo, un excelente pasar económico, buenos trabajos, comodidades, amigos íntimos y a una gran parte de la familia. Empezar de cero en aquel 2020, en un mundo convulsionado, parecía una locura, pero aun así decidieron encarar aquella aventura junto a sus hijos, el mayor con parálisis cerebral y la más pequeña con apenas dos meses.

Por qué irse era la pregunta del millón cuando en apariencia nada les faltaba; a pesar de los vaivenes económicos y sociales del país, en Santa Rosa su casa era hermosa y no vivían situaciones de inseguridad. Pero para el matrimonio existían cuestiones de fondo, una semilla se había instalado en ellos, una profunda necesidad de jugarse por algo nuevo.

“Queríamos apostar por nosotros, enriquecernos, se avecinaban nuestros años laboralmente más productivos; también fue una apuesta por el futuro de nuestros hijos. La verdad es que teníamos trabajos espectaculares, un restaurante que estaba en un momento excepcional llamado Pampa Roja, que codirigía junto a mi mujer -cocinera-, y que costó dejar atrás”, continúa Mariano, quien es sommelier y cuyo restaurante fue reconocido como el mejor de la Argentina por el Luxury Travel Guide de Inglaterra, en el 2018.

Vivir en Marbella y las costumbres que se traen consigo: “Nunca nos sentimos muy foráneos”

Situada a orillas del Mediterráneo, entre Málaga y el estrecho de Gibraltar, Marbella los conquistó casi desde el comienzo con sus callejuelas sinuosas en el Casco Antiguo, las Murallas del Castillo, la atmósfera alegre de la Avenida del Mar y el Parque de la Alameda, entre otros parajes de ensueño.

Se instalaron cerca de las montañas, en la zona de Puerto Banús, un lugar colmado de glamour y locales gastronómicos: “Es asombroso, realmente espectacular. Es el destino turístico de miles de personas de todo el mundo, una tierra que muchos sueñan con visitar, y uno vive ahí. Eso es un privilegio”, agrega Mariano.

A pesar de los días de nostalgia, inevitables, de extrañar a los amigos y la familia, el clima andaluz y la calidez de su gente provocaron en Mariano y Flor una sensación de pertenencia casi inmediata. A sus hijos optaron por enviarlos a la escuela pública, que nunca cerró por COVID y en donde hallaron un ambiente totalmente multicultural: “Tienen compañeros suecos, británicos, marroquíes, rusos y, también, españoles. Entonces, sinceramente, nunca vivimos un impacto. Nunca nos sentimos muy foráneos”.

“Por otro lado, cuando salió la noticia de que cerrábamos Pampa Roja porque nos veníamos a vivir a Marbella nos contactó mucha gente, argentinos y no argentinos que viven acá. Así que hicimos amistades muy muy rápido; las costumbres uno las trae consigo. Nunca extrañamos el dulce de leche o el mate porque todo se compra en el supermercado: alfajores, medialunas, chinchulines. Se consigue todo. Pero sí adoptamos algunas costumbres locales. El pan con tomate de desayuno, la pata de jamón familiar para las fiestas”, continúa Mariano con una gran sonrisa.

“La verdad es que España es un gran país en muchísimos sentidos, pero a nivel gastronómico (y para nosotros este es un asunto de gran disfrute) están atravesados por la comida y por el producto de una forma maravillosa. Así que es imposible quejarse”.

Una transición orgánica y un podcast que alcanzó el número uno

Con una trayectoria de casi veinte años como sommelier en la Argentina, Mariano ya tenía un pie en el extranjero antes de llegar a España. A lo largo de su carrera le tocó escribir para medios internacionales, dictar cursos y catar en concursos en Europa, entre otras actividades relacionadas. Gracias a ello la transición fue orgánica y pronto supo reacomodarse en el mundo de la gastronomía, al igual que Florencia, quien, a su vez, creo una agencia de marketing digital llamada Roja Agency.

Y fue en febrero de 2022, que Mariano lanzó un podcast llamado MeLoDijoBraga, que recorre el mundo del vino de manera entretenida y descontracturada. Este se convirtió en el más escuchado de la Argentina en la categoría “gastronomía”, hasta alcanzar el puesto número uno.

“El universo del vino es inagotable, con mucho para aprender, y lo más lindo, beber”, dice con una sonrisa. “Es un camino, pero lo estoy disfrutando muchísimo. Este año, de hecho, fue de un enorme crecimiento. Vivir en Europa te da una conectividad increíble; desde acceder a vinos de cualquier rincón del mundo a que te envíen un paquete desde Suiza y lo recibas al día siguiente. Y ni hablar de los viajes; estamos a un radio de dos horas de vuelo a casi toda Europa, a minutos del aeropuerto de Málaga, que te lleva a casi cualquier rincón del mundo. Eso es impagable”.

“En un mundo como el de hoy uno nunca sabe cuál es el próximo destino”

Existen almas arraigadas y otras nómades, esas que viven tras la conquista de nuevos presentes, que pueden durar un suspiro o largos años. Mariano y Florencia no tenían motivos para dejar La Pampa y cerrar el que supo ser uno de los mejores restaurantes de la Argentina, pero en ellos descubrieron un espíritu viajero en busca de desafíos en familia. Hoy es España, mañana, tal vez, los encuentre en otro rincón del mundo.

Mientras tanto, agradecen el aire del Mediterráneo y los paisajes inolvidables de Marbella, un lugar donde se respira calidad de vida: “Al vivir en La Pampa no nos afectaba la inseguridad, pero cuando hablás acá con otros argentinos que sí lo sufrían en su día a día, su cambio a nivel calidad de vida es rotundo”, afirma Mariano.

“La verdad es que no creo que exista un lugar del mundo perfecto, ni mucho menos. Burocracias, inflación… esto se halla en todo el planeta, mucho más post COVID. Pero el cambio en nuestro caso fue sumamente positivo. El andaluz es un pueblo maravilloso, sumamente abierto, extrovertido. Nosotros estamos felices”, continúa.

“Yo defiendo la idea de tomar decisiones. De tirarte a la pileta. Nosotros en Argentina dejamos un montón de comodidades. En su momento, nos vinimos con tres hijos, con un bebé de dos meses, con Mateo, que tiene una parálisis cerebral, es ciego y sordo. Son decisiones de vida que también requieren de determinación. Nos vinimos convencidos con mi mujer, que eso para mí es fundamental. El equipo. Pero nunca lo vivimos tampoco como algo definitivo: venimos, apostamos, pero en un mundo como el de hoy uno nunca sabe cuál es el próximo destino”, concluye.

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