Tuvo una infancia que recuerda, en pocas pero contundentes palabras, como inestable. Nacido sin haber sido buscado por una pareja de jóvenes músicos en un pueblo del interior de Uruguay, sus primeros años de vida estuvieron marcados por sucesivas mudanzas y cambios constantes. "Mis padres se habían conocido en la década de los 80 y yo fui el resultado de una noche de descuido. Se tuvieron que casar y forzar una relación que no habían pensado tener y encima con un hijo. Se pasaban peleando y mudando. Se separaban, intentaban estar juntos de nuevo y se volvían a separar. Y mis hermanos y yo andábamos de casa en casa y de pueblo en pueblo. Cada mudanza era empezar de vuelta. Nueva ciudad, nueva escuela, nuevo barrio, nuevos amigos, nuevos compañeros de clase. Nunca desarrollé un sentido de pertenencia o vínculos profundos", recuerda Geremy Cajtak.
La vida de la familia era impredecible. Sus padres tenían una banda y Geremy siempre estaba en los ensayos, pruebas de sonido y viajes. "Al principio, en esos viajes, mi madre me armaba una cama en el estuche rígido de los teclados para que yo durmiera mientras ellos hacían el show. Siempre estaba rodeado de músicos, equipos e instrumentos. Entre los 12 y 15 años me metí en todo concurso de cantantes que me dejaran participar y luego empecé en un taller de música para niños. Con mis compañeros de ese taller formamos una banda donde yo cantaba y tocaba los teclados, con la que estuvimos por 8 años hasta que me fui a vivir a Montevideo".
De espíritu inquieto, no logró terminar la escuela secundaria y se dedicó a aprender aquello que realmente le interesaba. Mientras sus compañeros deseaban convertirse en abogados y doctores, Geremy buscaba parecerse a cualquier adulto que veía en la televisión: ingeniero espacial, doble de riesgo, hacker o músico. En esa vorágine obtuvo su primer trabajo: fue a los 12 años como cadete en la radio de su tío. Luego, y hasta los 16, actuó en publicidades, fue camarógrafo del canal, notero del informativo, compositor de jingles y cantante en una banda. También en esa época estudió teatro. "Cuando abandoné el secundario ya había aprendido por mi cuenta mil cosas mucho más divertidas que las que enseñaban en el colegio. Grababa y editaba audio, manejaba consolas, micrófonos, amplificadores, operaba cámaras, editaba video y era un nerd con las computadoras".
Vida de rockstar
Y fue en Montevideo donde Geremy vio nacer su propia banda, "The Party Band", que al comienzo hacía covers y música pachanguera. Los Auténticos Decadentes, La Bersuit, Ricky Maravilla, El Puma y Pocho La Pantera eran los grupos de algunos de los temas que interpretaban. "Nos disfrazábamos y hacíamos un show de música y humor. Luego de dos años empezamos a componer temas propios y nos fue muy bien. Tuvimos bastante fama en Uruguay y la pegamos con una canción que se hizo viral en varios países".
Fueron diez años intensos, de shows continuos. La banda tocaba todos los fines de semana y además, salió de gira por Sudamérica. "Nuestra canción Si nos organizamos... fue un éxito. Yo salía al escenario de peluca rubia, lentes de sol, bata roja y bóxer animal print. El show era un delirio y la gente se divertía muchísimo. Tocábamos de miércoles a domingos, dos o tres shows por noche. Fue muy intenso y pasó de golpe. ¡De repente empecé a ganar más dinero del que me daba el tiempo de gastar! Y eso que era un derrochador profesional".
Aunque la vida descontrolada nunca le llamó la atención, en el momento más exitoso de la banda, Geremy estaba desarrollando, en forma paralela, una empresa de música publicitaria y no tenía descanso. Llegaba de los shows sin dormir a sentarse a componer para terminar algún trabajo de última hora. Se alimentaba muy mal y dormía aún peor. Eso, sumado a dos años sin vacaciones lo llevó a tener un colapso nervioso. Por orden médica tuvo que parar. Fue la primera señal de que ese estilo de vida era peligroso y que iba a traer sus graves consecuencias.
Caos y depresión
Era cierto que tenía todo lo que siempre había querido tener. Pero él sabía que no era feliz. Estaba en una buena posición económica, podía darse todos los gustos, pero sentía que algo le faltaba. "Y esa infelicidad se veía reflejada en mi día a día. Estaba con 30 kilos de sobrepeso, me despertaba a las dos de la tarde, sólo consumía comida chatarra, tomaba tres litros de gaseosa por día y me la pasaba frente a la compu. Ni hablar de hacer actividad física. Mi casa era un caos y yo me hundía en la depresión".
Un día, tratando de entender qué hacer de su vida, se propuso completar un ejercicio de visualización. Tenía que escribir cómo iba a ser su vida los tres años siguientes, con lujo de detalles. "En eso que escribí me veía a mí mismo levantándome al amanecer, teniendo una vida activa, un cuerpo atlético, una dieta sana y dedicándole tiempo a cosas importantes: meditar, ejercitarme, leer. Era una vida con propósito. Fue un shock darme cuenta que estaba describiendo el exacto opuesto de la vida que llevaba".
Jamás iba a tener esa vida que había visualizado si seguía con la vida que tenía en ese momento. Y recordó una frase de Einstein: "No esperes resultados diferentes haciendo siempre lo mismo". Ese fue el disparador para el cambio. Entonces comenzó a hacer mínimas modificaciones en sus rutinas que lo inspiraron a ganar impulso. Fue como un efecto dominó. Renunció a la banda. Dos años después había vendido todo y estaba a punto de subirse a un avión para emprender la mayor aventura de su vida.
El cambio fue extremadamente movilizante. Geremy se despedía de la identidad que había tenido por 35 años, para empezar una nueva etapa. El 90% de sus pertenencias formaban parte de su antiguo yo. Y las dejó ir. "Del mismo modo en como el desorden de nuestra casa o en los íconos de la computadora refleja el desorden en nuestras mentes, cuando cambiamos por dentro, el cambio se ve reflejado en nuestro exterior. Empecé a levantarme a las 6 am todos los días, a salir a caminar, a dejar de pedir delivery y cocinarme sano. Empecé a tomar más agua, a meditar y a dormir todos los días a la misma hora. Y esa rutina me trajo muchos beneficios, entre ellos ¡bajar 20 kilos en 6 meses! Fue mucho mejor que cualquier dieta. Esos cambios me motivaron a buscar información, videos, libros, artículos, blogs, lo que fuera que tuviera que ver con una rutina más saludable. Me obsesioné con aprender estrategias de vida eficiente, productiva y enfocada. Y aprendí muchísimo".
Vender sus pertenencias fue una experiencia enriquecedora en todo sentido porque entendió la importancia absurda que le daba a sus objetos y a su ropa. "Y cómo mi auto, mis computadoras y los equipos de mi estudio eran en mi cabeza un símbolo de mi evolución profesional y de mis logros. Creo que pude deshacerme de todo porque entendí que no necesitaba esas cosas para validarme".
Sin retorno
La etapa más delicada fue cuando ya no había vuelta atrás. Geremy ya había vendido casi todo a mitad de precio y no podía volver a comprarlo. Había regalado y donado el 95% de su ropa, vendido el auto y le quedaba tan solo un mes para entregar la casa donde había vivido todos esos años. Todo esto sin tener el pasaje comprado o una idea clara de cómo iba a seguir la historia. "Pasé por mil sensaciones, fue muy intenso. Me alegro de haber decidido registrar todo el proceso con mi cámara". Eso le permitió luego después contar la historia en su canal de YouTube.
El destino elegido para empezar de nuevo fue Bali, en Indonesia. Y finalmente había llegado el día de partir. La travesía fue desafiante. Jamás había viajado solo en su vida. Sabía hablar inglés de oído y muy mal y no tenía una idea tan clara de cómo iba a ser el lugar. Pero, por otro lado, estaba cumpliendo su sueño, algo que le había llevado dos años preparar y que significaba un logro inmenso. "Todo fue muy extremo. Opuesto a lo que estaba acostumbrado. Fue un gran desafío para mí, que siempre había vivido en mi zona de confort".
Esa zona de confort también había implicado mantener un vínculo distante con sus padres. Geremy estaba enojado con ellos. Les reclamaba que se habían equivocado en la forma en que lo habían criado y en las cosas que le habían hecho vivir. Pero cuando entendió que habían hecho lo mejor que tenían en ese entonces al alcance de sus manos y con sus limitaciones, logró entenderlos y aceptarlos.
"Y dejé de sentirme la víctima de la situación. A mi simplemente me tocó estar ahí. Los errores que quizás ellos cometieron no fueron porque deseaban que yo sufriera. Hicieron lo mejor que pudieron. Suena simple y pequeño, pero fue la semilla del cambio. Fue el principio de todo. Yo no aceptaba a mis padres y tampoco aceptaba mi pasado. Pero eso es parte de mi historia, es una parte de lo que soy. Entonces yo no me aceptaba del todo a mí mismo. Ahí estaba el agujero existencial que me tenía deprimido e intenté llenar con excesos toda mi vida. Exceso de trabajo, exceso de pertenencias, exceso de entretenimiento, exceso de relaciones superficiales, exceso de comida. Con el último celular, una tele más grande o un reloj más caro. Sanar el vínculo con mis viejos y con mi pasado fue lo que me hizo dar cuenta que yo valgo, y que puedo ser una mejor versión de mí mismo".
Entonces decidió compartir su experiencia a través de un blog (minuevodestino.com) y de contenido audiovisual donde relata, en primera persona, el viaje que lo llevó a transformarse en quien es hoy. "Sentí que compartir era lo correcto. Porque descubrí un montón de cosas re copadas y me parece egoísta guardármelas para mi solo. Porque veo que la mayoría de los contenidos ricos en información que realmente nos pueden ayudar y motivar están en inglés y hay mucha gente por ahí que no sabe inglés y no tiene acceso. Además me encanta escribir y producir contenidos audiovisuales. Tengo facilidad para hacerlo. Y también lo hago porque estuve muchos años desarrollando contenidos que solo apuntaban al entretenimiento y ahora quiero generar valor desde otro lado".
Hoy Geremy se encuentra en Uruguay. Y dice que haber vivido en Bali lo transformó por completo. Es un nómade que viaje liviano con su mochila y su maleta de aquí para allá. "Hoy puedo darme el lujo de tener un costo de vida muchísimo más bajo (respecto a mi vida anterior), lo que me permite viajar a donde quiera y quedarme el tiempo que quiera. Ya estoy planificando cuál será mi nuevo destino...".
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Parado desde un lugar de profunda reflexión, asegura que no escribe ni genera contenido para ganar dinero ni tampoco para obtener reconocimiento. Esos eran los dos objetivos que perseguía en su vida anterior. "La plata está buenísima y es una gran herramienta. Pero la plata jamás debe ser la búsqueda ni el objetivo de lo que hacemos. Tiene que venir como el resultado de ayudar a otros, de hacer lo que disfrutás, de aportarle algo a tu comunidad, de evolucionar como persona. Y sí, sé que suena a filosofía barata new age, pero no lo es. Quiero quiero cambiar el mundo, aunque eso signifique que una sola persona vea mis vídeos y entienda que puede tener una vida mejor. Si eso sucede, misión cumplida".
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