“¿Te vas a lavar platos?” Emigró a Dinamarca para cambiar de vida, lo cuestionaron y demostró que estaban equivocados
Gastón Ferreyra se graduó de Licenciado en Relaciones Internacionales en Córdoba, pero antes de ejercer su título decidió ir a buscar oportunidades al viejo continente
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Gastón Ferreyra es un cordobés de 27 años que se recibió de Licenciado en Relaciones Internacionales en 2019. Hasta ahí, nada fuera de lo común. El caso es que el joven optó por emigrar a Europa en busca de nuevas oportunidades. Su decisión recibió los cuestionamientos de gente de su entorno, que le preguntaba si iba a viajar tan lejos “a lavar platos”.
Pero no se dejó llevar por las críticas y hoy, unos ocho meses después de haber dejado la Argentina, Gastón es el encargado de un café en Dinamarca, tiene planes para su futuro y no reniega de su experiencia. “Puedo afirmar que lavar platos me ayudó, entre otras cosas, a instalarme en un nuevo país y a consolidarme económicamente para poder proyectar mejor mi futuro profesional en este continente”, resumió el joven en un posteo en Linkedin.
“Básicamente, desde chiquito tuve el deseo de viajar y experimentar otras culturas. A los 16 años me fui de intercambio a Estados Unidos. Y desde que probé esa experiencia dije: ‘Voy a terminar la universidad y voy a vivir afuera’. Porque, más allá de la situación económica, siempre me interesó vivir en otro país, practicar otro idioma, conocer gente de todo el mundo”, cuanta Ferreyra en diálogo con LA NACION.
El joven cordobés oriundo de Hernando, que viajó a Europa junto a su esposa Virginia, hizo un breve racconto de su experiencia danesa en un posteo en la red Linkedin, que se llevó casi 25.000 Me gusta. El texto, que fue publicado a comienzos de esta semana, tiene como título la pregunta que a Gastón le hicieron en numerosas ocasiones cuando comentó su idea de viajar: “¿Tenés un título universitario y te vas a Europa a lavar platos?”.
“Esa pregunta me la hicieron -y me la hice, lo admito- cientos de veces antes de emigrar al viejo continente, por allá en abril de 2021, con solo dos valijas, una mochila y ahorros suficientes para subsistir los primeros meses”, escribió el Licenciado en Relaciones Internacionales y hoy encargado del Café Flottenheimer, un pequeño y elegante bar ubicado en pleno centro de Copenhague, capital de Dinamarca.
El trabajo de Gastón en Dinamarca
Luego de vivir la aventura del intercambio en los Estados Unidos, Gastón tuvo un breve paso por la carrera de arquitectura, y luego comenzó a estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad Siglo 21 de Córdoba. Allí ganó una beca para hacer otro intercambio internacional. “Yo quería regresar a Estados Unidos, pero el destino me mandó a España. Me fui seis meses a Madrid, en 2018, a la Universidad Rey Juan Carlos”, cuenta el joven y agrega: “Me enamoré de España. Mi norte cambió de Estados Unidos a Europa. Volví al país con la idea de hacer la tesis, recibirme y volver a España”.
Así fue como Gastón finalizó su carrera y sacó pasajes para viajar a Europa junto a su esposa (entonces, su novia) para septiembre de 2020. Claro que la pandemia de coronavirus trastocó los planes, y terminaron viajando unos meses más tarde. Pero la idea ya no era ir a vivir a la Madre Patria. “En España veíamos que la situación no estaba bien. Yo estaba dando clases de inglés a un amigo que vivía en Dinamarca. Conversamos sobre cómo era la vida acá… me empezó a contar, empecé a averiguar. Había mucha oferta laboral, la calidad de vida muy buena, una situación económica estable. Entonces, dijimos con mi señora: ‘Vamos a Dinamarca por un año a ver si nos gusta’”.
Gastón y Virginia llegaron a tierra danesa en junio de 2021. Él aclara que cuenta con la ciudadanía italiana. “Apliqué la ciudadanía y empecé a trabajar. Primero en algunos restaurantes, experimentando. Hasta que empecé en el café en el que estoy ahora. Arranqué como runner, asistente de camareros. Hacía de todo. Lavaba platos, llevaba la comida a la mesa. A la semana era camarero”, cuenta el joven, que dice que no tenía ninguna experiencia previa en ese tipo de tareas.
Café Flottenheimer es café durante el día y a la noche es un bar de tragos, explica el joven, que cuenta que tuvo que aprender a hacer ambas cosas. “Fui aprendiendo sobre la marcha”, dice. Con respecto al idioma, asegura que “el 90 por ciento de los daneses hablan inglés”. “Y el español también sirve. Hay muchos latinos, y al café también van muchos turistas de España”, añade.
“Hoy, seis meses después, me encuentro trabajando como encargado del turno tarde en el mismo café. Mi jefe y dueño del comercio me dio las llaves y tengo el doble de responsabilidades que cuando comencé. ¿Encargado? Sí, pero no llegué a ese punto sin antes oficiar de runner, barista, bartender, mesero y, sorpresa: lavaplatos. Incluso al día de hoy sigo ejerciendo todas esas tareas además de las propias del management, porque si hay algo que uno debe aprender cuando emigra, es a ser multitask”, escribió el joven argentino en su posteo en Linkedin, a modo de resumen de su carrera dentro de su lugar de trabajo.
Junto al texto de su posteo, Gastón Ferreyra subió una foto suya en la que se lo ve sonriente mientras lava un plato en la trastienda del café Flottenheimer.
Perspectivas a futuro y capacidad de ahorro
En sus propias palabras, las tareas del joven universitario como empleado de un café en Dinamarca lo ayudaron “a instalarme en un nuevo país y a consolidarme económicamente para poder proyectar mejor mi futuro profesional en este continente”.
En el sentido de las perspectivas a futuro, Gastón señala: “La idea es quedarnos hasta el año que viene y después tomar una decisión: vamos a España a continuar con nuestros estudios (su esposa es Licenciada en Producción de Imágenes) o seguimos acá. Acá hay muchas oportunidades, pero es difícil, porque en el campo profesional te piden que hables danés, un idioma que lleva unos años aprender correctamente”.
El joven cuenta que vendrá pronto a pasar un par de meses a la Argentina. Y cuando se lo consulta acerca de qué opinaron sus padres sobre su decisión de emigrar, responde: “Ellos siempre me apoyaron, sabían que en algún momento me iba a ir porque siempre me fui. Nunca me plantearon: ‘fuiste a una universidad para no ejercer’. Entienden que la prioridad era consolidarse económicamente, armarse de buenos ahorros para estar en un piso más sólido”.
Virginia, la esposa de Gastón, trabaja como personal de limpieza de un hotel de la ciudad. La mecánica de ahorro que les permite su vida danesa consiste en que viven con el sueldo de él, y ahorran el salario de ella. “Con lo mío vivimos los dos: pagamos el alquiler, el súper, los gastos, y el sueldo completo de ella se ahorra. Nos damos bastantes gustos que si querés, no te los das. Es muy fácil ahorrar”, asevera el joven, que cuenta que, tanto él como su esposa ganan unos 2000 euros en sus respectivos empleos.
El lado B de Dinamarca
En el lado B de su estadía en Dinamarca, el cordobés de Hernando señala que en el país escandinavo “lo que cuesta es acostumbrarte a la falta de luz solar, que se nota en el estado de ánimo” cuando los días son muy cortos. Además, añade que “la familia y los amigos se extrañan siempre”. “Es difícil estar lejos de la familia -se lamenta-. Mi abuela viajera (la que le inspiró la pasión por los viajes) falleció hace unos dos meses y no pude ir a despedirla, ni al funeral. Esas son cosas que uno deja atrás cuando uno toma la decisión de emigrar”.
Por otra parte, el joven añade otro elemento que echa de menos de su país. “Los daneses son muy buenos, muy respetuosos, yo pensé que iban a ser más fríos, pero igual, se extraña la espontaneidad nuestra. Acá la gente llama con tres meses de anticipación para hacer una reserva. Es muy loco como está todo muy estructurado. Nos cuesta adaptarnos a ese estilo de vida tan esquemático”, asegura Gastón.
Sin embargo, a la hora de hacer un balance de la decisión tomada luego transcurridos tantos meses es contundente: “Nos sentimos plenos, podría decirse. Hay días en que te lo replanteás, días que no, pero estamos contentos donde estamos ahora”.
“Hoy elijo estar en este lugar y en este trabajo, e intento dar lo mejor de mí. Quizás en el año venidero la vida me encuentre en otro espacio, ejerciendo un trabajo calificado, comenzando una maestría, o no. Sea en el escenario que sea, lo importante es la actitud. A la hora de emigrar, y en la vida en general”, concluye el joven en su movilizador texto de Linkedin.
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