Por José Montero
Carozo y Narizota, a pesar de todas las cartas que les escribiste, nunca fueron a tu casa a tomar la leche. Acaso por eso, en algún momento de la preadolescencia, pasaste del amor al renunciamiento, de la credulidad a la indiferencia. Los ninguneaste. Los desacreditaste llamándolos “Cargoso y Narizchota”. Pobres. Recibían miles de pedidos. Imposible tomar la merienda en cada hogar de la patria. El primero en aparecer en pantalla fue Narizota, allá por 1978, en un programa que conducían las Trillizas de Oro y Pipo Pescador. Al poco tiempo, las trillizas se fueron de gira con Julio Iglesias y los productores sumaron un nuevo muñeco, el perro azul y mofletudo de Carozo. Después vinieron ciclos con el Profesor Gabinete, Elvira Romei, Marcelo Marcote y el robot Tuerquita. En 1980, tuvieron su programa propio, El show de Carozo y Narizota, al que seguirían La granja de Carozo y Narizota y Carozo, Narizota y sus amigos. Los muñecos, creación del titiritero José Luis Telecher –quien nunca mostró su cara–, anduvieron luego por los canales latinos de Miami. A la vuelta, desde mediados de los 90 y hasta 2011, presentaron noticias de la tarde en Crónica TV. Ya de grande, más de una vez te descubriste hipnotizado porque aparecían ellos. Eras capaz de verlos cuando presentaban la quinta de Palermo o los números de la quiniela. En 2002, estuviste a punto de escribirles de nuevo. El extinto canal Uniseries produjo El sueño del pibe, programa cuyo objetivo era cumplir los anhelos frustrados de tu generación. En el debut, el premio fue tomar la leche con Carozo y Narizota. Cien veces empezaste ese mail y cien veces lo borraste. No estabas dispuesto a tolerar otro desengaño.
LA NACION