Espumantes. Seis décadas acompañando las celebraciones argentinas

Los argentinos, tan acostumbrados a los vaivenes, siempre terminamos encontrando motivos para celebrar. Algo debe tener esta tierra, en la que crecen esos talentos que sorprenden al mundo y cuyos logros nos dan grandes alegrías. Y algo debe haber también en nuestro ADN, para complementar con esfuerzo y pasión esa creatividad natural.

No debe ser casualidad entonces que de estas tierras se haya valido Chandon para desplegar aquí todo su talento y visión pionera para regalarles a los argentinos y al mundo nuevas categorías de espumantes. La historia comenzó hace exactamente 60 años, luego de que Robert-Jean de Vogüé y Renaud Poirier vinieran desde Francia para explorar suelos y climas que fueran propicios para desarrollar sus productos. Recorrieron Estados Unidos, Perú, Brasil, Chile y Argentina. Se decidieron, finalmente, por la región de Luján de Cuyo, en Mendoza, una zona desértica en la que nadie plantaba viñas. Pero ellos vieron allí todo el potencial para elaborar espumantes de excelencia, que estuvieran al mismo nivel que los de la Champagne en Francia.

Y entre nuevas fincas y cepas, las burbujas se fueron metiendo en las casas y los corazones de los argentinos. Dijeron presente en cada festejo, siempre que un argentino despertaba la admiración del mundo o que un éxito colectivo nos llenaba de alegría. Siempre apostando e innovando, Chandon acompañó esos logros. Así, entonces, es posible recorrer sus primeros 60 años de historia en clave de conquistas compartidas.

Y así llegamos al 2020, con Chandon cumpliendo 60 años y todos aprendiendo a disfrutar en casa. Por su espíritu pionero, su constante innovación y la calidad de sus productos, Chandon logró desestacionalizar el consumo de espumantes y llegar a nuevos públicos. Y, claro está, ganarse un lugar en el paladar de los argentinos.

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