Al poco tiempo de terminar la relación se enteró que él había subido fotos íntimas suyas a unas 10 páginas pornográficas. Además, se animó a hacer la denuncia y fue desestimada.
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A los 17 años Florencia Villegas conoció a un hombre a través de una red social, en una localidad al norte de la ciudad de Santa Fe, y a partir de ese momento entablaron una amistad a la distancia que duró casi 10 años. Sin embargo, después de ese tiempo se vieron personalmente y unos meses después, cuenta, decidieron comenzar una relación abierta.
“Creo que era un vínculo normal, solo que era a distancia por lo que nos veíamos solo un par de veces al mes. Nunca fuimos novios, al ser una relación abierta cada uno podía estar con otras personas si quería hacerlo. Era algo pactado desde el comienzo, aunque alguna vez me hizo planteos por celos. De mi parte, nunca hubo planes a futuro”, expresa Florencia, a la distancia.
Una inesperada noticia
A pesar de alguna escena aislada de su pareja en ningún momento ella se preocupó o pensó que esa relación se le estaba yendo de las manos. Sin embargo, al año (mediados de 2017) sucedió un hecho que marcaría un quiebre en ese vínculo, pero más que nada una bisagra en su vida.
“Una tarde me llamó una amiga de un pueblo cercano contándome que un amigo suyo me había visto en una página pornográfica. Yo justo me estaba yendo a encontrarme con él y le pregunté qué era lo que había hecho. Él me negó todo y me dijo que le habían robado un pendrive donde tenía mis fotos por lo que iba a colocar cámaras de seguridad en su casa para que no volviera a ocurrir. Y como a la semana siguiente ya estaban instaladas, le creí.”
Fotos íntimas en una página de pornografía
Más allá de esa situación inesperada e incómoda, Florencia continuó la relación con ese hombre unos meses más y en 2018 decidió terminarla ya que, según cuenta, querían diferentes cosas y la historia terminó de buena manera.
“A los meses empecé otra relación (con su pareja actual) y en ese momento le dije a mi ex que quería dejar de hablar con él porque me parecía una falta de respeto para mi novio y para la chica con la que él estaba saliendo. Un tiempo después me escribieron de una cuenta falsa de Instagram con el nombre de un familiar mío diciéndome que había fotos íntimas mías en una página. Estaban las fotos que yo le había mandado a él y otras de mí Instagram como para que los demás usuarios me contactaran. Cuando entré a la página era el mismo usuario que me había dicho mí amiga”.
“Me quería morir, no veía otra salida”
A partir de ese momento Florencia comenzó un rally por distintas páginas de ese estilo y se encontró en cerca de 10 junto a otras chicas. En total, eran más de 30 mujeres que habían sido víctimas de este tipo de delito. “En ese momento me quería morir, no veía otra salida, no sabía qué hacer. Mi pareja me contuvo y me ayudó siempre, pero lo que pasa en este tipo de situaciones es que los nuestros lo padecen tanto como uno”.
Florencia estaba desilusionada, destrozada, rota. No podía creer como una persona con el que había compartido buenos momentos podía infligirle semejante daño. Más allá de la contención que tenía de sus seres queridos, se sentía sola, triste y desesperanzada.
“Sentía que todo el mundo me había visto desnuda”
Después de un tiempo decidió realizar una denuncia con más de 30 pruebas que incluían links de páginas, capturas de pantalla, conversaciones con gente de su entorno que le admitían que estaban al tanto de esta maniobra de su ex, pero le decían que no se iban a involucrar. “Me desestimaron la denuncia porque no afectaba mis bienes personales, pero yo no podía ir a trabajar, me agarraban ataques de pánico, dejé de salir, de juntarme con mis amigos. Recién ahora salgo un poco más porque sentía que todo el mundo me había visto desnuda”, confiesa.
Después de la desestimación de la denuncia Florencia comenzó a buscar por redes qué otro tipo de acciones para realizar porque no podía entender cómo su ex y otros hombres que cometieron este tipo de actos podían seguir impunes por la vida sin cumplir ningún tipo de pena.
Una luz de esperanza
En esa búsqueda se encontró con Eliana, una mujer de Tucumán que había sido víctima del mismo delito, y a partir de ese momento empezaron una campaña contra la violencia digital.
En ese recorrido que Florencia realizó junto con Eliana conocieron la historia de Olimpia Coral Melo Cruz, una joven mexicana que a los 18 años fue víctima de su ex pareja que difundió contenido sexual explícito de ella sin su consentimiento. Como consecuencia de este episodio logró que en su país se aprobara la ley que lleva su nombre, un conjunto de reformas legislativas que reconoce la violencia digital como un tipo de delito y se sanciona con multas económicas o penas de cárcel para quien viole la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales.
Enterarse de esta noticia fue el clic que necesitaba Florencia, que actualmente tiene 35 años, para renacer de las cenizas y comenzar a encontrar el para qué de aquello tan cruel que le había ocurrido. Entonces, junto con Eliana empezaron a trabajar (luego se sumó el estudio psicojurídico Gentic) en la redacción de los proyectos para lograr la sanción de una ley similar en la Argentina. La propuesta se la presentaron a Mónica Macha, diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, que fue quien la ingresó para que sea tratada en esa cámara.
La importancia de ser parte de un grupo de pares
Y mientras espera que se aprueben estos proyectos (algo que podría ocurrir en marzo de 2023) Florencia comparte muchas horas de sus días con otras mujeres de nuestro país que pasaron por situaciones similares. La importancia de formar parte de un grupo de pares radica en la identificación que se genera entre sus participantes y los sentimientos de optimismo y esperanza que se pueden generar en las reuniones.
“En Ley Olimpia Argentina somos todas sobrevivientes y para nosotras fue una salvación habernos encontrado porque no es fácil encontrar a alguien que entienda cómo una se siente después de ser vulnerada de tal manera. Nos llegan mensajes de víctimas todos los días, las escuchamos y les decimos que no están solas, que no es su culpa. Contenemos desde el lado de sobrevivientes y después las derivamos al estudio psicojurídico que se encarga de la parte legal. Hay psicólogas a disposición y esto se hace de manera gratuita”, comenta, orgullosa.
“Dejé de sacarme y de subir fotos personales a las redes sociales”
Florencia cuenta que todavía, aunque ya pasaron casi cinco años esos momentos tan tormentosos que quisiera olvidar, le cuesta hacer una vida normal a nivel social. Y dice que sale muy poco y cuando lo hace solo es para ir a la casa de familiares o amigos. “Muy de vez en cuando voy a otros lugares donde hay personas que no son de mi entorno. Además, dejé de sacarme y de subir fotos personales a las redes sociales y dejé de usar el Instagram que usaba para trabajar. Solo me saco fotos en alguna fiesta familiar o con mis compañeras de Ley Olimpia. También sigo con pesadillas, ansiedad y continuo bajo tratamiento psicológico”.
Más allá de que su vida no es como la de antes y actualmente tiene altibajos, Florencia no baja los brazos y siempre trata de salir adelante. Y sueña con que la violencia digital sea tipificada como delito para que las víctimas puedan tener “la justicia que no tuvimos nosotras”.
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