El caso de Isabel Cardoso sorprendió a los médicos que la atendieron y especialmente a su esposo, quien temía perderla desde el día en el que le dieron la noticia
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En noviembre de 2021, Isabel Cardoso se sometió a una cirugía estética en uno de sus senos. El procedimiento -realizado en Brasil- ocurrió después de que le extirparan un tumor benigno para lo cual le tuvieron que extraer una pequeña parte de su seno, algo que le molestó.
Tras la operación, Isabel sufrió falta de oxígeno, algo que su esposo, Luciano Bueno, dice que no está seguro de cómo sucedió. La falta de oxígeno en el cerebro, también conocida como hipoxia cerebral, puede causar daños graves e irreversibles en las células en cuestión de minutos, ya que el cerebro es un órgano muy sensible y depende de un suministro constante de oxígeno y nutrientes para funcionar.
La pérdida del flujo de oxígeno puede causar problemas neurológicos como pérdida de memoria y coordinación motora, dificultad para concentrarse, convulsiones e, incluso, el coma, que fue exactamente lo que le sucedió a Isabel. “En los días siguientes tuvo varias convulsiones y hubo que ponerla en coma inducido para que los medicamentos controlaran las convulsiones”, dice su esposo.
“Pero cuando le retiraron esos medicamentos, que es el momento de ver cómo reacciona la paciente, no pasó nada. Estaba totalmente dormida. A veces abría los ojos, pero era lo que los médicos llaman una apertura de ojos sin contacto. Ni siquiera sabíamos si podía ver”, agrega.
En ese momento, Isabel tenía 45 años y Luciano, 43. Llevaban casi 15 años de casados y estaban esperando en la lista de adopción la oportunidad de tener un hijo o una hija.
“Teníamos una vida planeada, sueños de hacer muchas cosas juntos. El primer momento fue un shock, pero mi expectativa era que ella despertara del coma inducido y que nos fuéramos a casa, retomando la vida poco a poco”, dice Luciano.
Los médicos fueron explicando poco a poco el difícil pronóstico de Isabel: cuanto más tiempo pasara, menores eran las posibilidades de que volviera a ser la de antes. Las posibilidades de recuperación de una persona que ha estado en coma durante más de un año son relativamente bajas. Según un estudio publicado en la revista científica Neurology en 2019, la tasa de recuperación tras un año de coma ronda el 4%.
El neurólogo Amauri Araujo Godinho, que no siguió el caso de Isabel, explica que la baja expectativa se debe precisamente a la gravedad de las lesiones cerebrales provocadas por la falta de oxígeno en el cerebro.
“Hay áreas cerebrales muy sensibles, especialmente las funciones autónomas, que cuando se dañan, dejan secuelas permanentes”, señala el médico, que trabaja en el Hospital Santa Lucía, en Brasilia.
“Una situación en la que el paciente abre los ojos sin contacto es un estado vegetativo y normalmente no vemos mejoría en estos pacientes. Nunca le diría a una familia lo contrario para no crear expectativas”, añade.
Según el neurólogo, en los niños la recuperación es algo más común debido a la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de un niño para cambiar su estructura y función en respuesta a estímulos y experiencias durante el proceso de desarrollo cerebral, aunque no está garantizado. “En estos casos, otras áreas del cerebro pueden asumir la función de aquellas que resultaron dañadas”, afirma.
“Me dijeron que la condición era irreversible”
El equipo médico le informó a Luciano que tendría que llevar a su esposa a casa, adecuando los espacios para que pudiera hacer un “cuidado domiciliario”, con la ayuda que necesitaba Isabel.
“Fue un golpe, porque pensé que se quedaría allí en el hospital hasta que mejorara”, indica. “Al principio no podía entender los beneficios que podría tener en casa, pero después de mucha investigación, comprendí que el hospital es inhóspito para alguien en la posición de Isa”.
Al trabajar en su propia empresa con su hermano, Luciano pudo tomarse un tiempo libre para cuidar a su esposa. A pesar de que Isabel estaba siendo bien asistida, un paciente en cama, en general, tiene una salud más frágil. Esto la hizo necesitar hospitalizaciones recurrentes.
“La gripe, para nosotros, no es lo mismo que para una paciente en su estado. Isa estaba hospitalizada para tratarle afecciones respiratorias, trombosis… Siempre se tardaba 15 o 20 días en solucionar cada problema puntual”, recuerda su marido.
“El médico me dijo que la condición era definitiva, que era irreversible. Dijo que las posibilidades de que Isa despertara eran del 2%. Yo abracé ese número”. Luciano explica que empezó a “buscar activamente ese 2%”.
“Hice una investigación exhaustiva sobre pacientes que se habían despertado de estados de coma. Busqué en la literatura científica, pero ningún caso era similar al de mi esposa”.
El milagro de la UCI 4
En marzo de este año, Isabel tuvo que ser hospitalizada para tratarle una traqueobronquitis. Durante el período en el hospital, comenzó a tener convulsiones y tuvo que ser llevada nuevamente a la UCI.
De vuelta en la sala de recuperación, una de las enfermeras, que solía hacer visitas frecuentes a la habitación de Isabel, le deseó los “buenos días” de siempre.
“Cuando la vimos, Isa estaba moviendo la boca. Como tenía una traqueotomía (la presencia de un tubo en la región de la garganta), para que salga el sonido, hay que tapar ese agujerito. Hicimos eso, y ella fue capaz de responder, con mucha dificultad, diciendo su nombre y asintiendo con la cabeza que sabía que estaba en el hospital”, asegura Luciano.
“Fue demasiado emotivo. Recordé en ese momento que el médico nos dio solo un 2% de posibilidades, pero mi esposa se despertó”.
El equipo de médicos y las enfermeras que habían participado en el tratamiento de Isabel durante el último año y medio fueron llamados a la sala.
Gustavo Tarre, coordinador de la UCI del Hospital Marcelino Champagnat, en Curitiba, donde estaba Isabel, dice que el “despertar” de la paciente fue una sorpresa para todos.
“Nunca había visto un caso como el de ella. Algunos pacientes muestran una mejoría progresiva después de un coma inducido, pero el de ella fue realmente sorprendente, porque un día estaba de una manera y al día siguiente amanecía completamente diferente”, indica.
El médico explica que no se sabe qué provocó que Isabel volviera a interactuar. Según él, no se le administró ningún fármaco o terapia distinta a la que ya había utilizado en otras hospitalizaciones.
En el hospital, el caso llegó a denominarse el “milagro de la UCI 4″, en referencia al número de la unidad de tratamiento donde Isabel permanecía la mayor parte del tiempo.
La recuperación
La improbable evolución mantiene la esperanza de Luciano en la recuperación de su esposa, aunque el camino sea difícil.
Su esposo dice que presenta señales que indican que al menos parte de su memoria permanece intacta, a pesar del daño neurológico.
Recuerda su nombre, se emociona cuando ve a miembros de la familia, pero parece no tener recuerdos del perro de la pareja, adoptado poco antes del episodio que la llevó al coma.
“A pesar de la sorprendente mejoría, todavía no se puede decir que se haya recuperado porque todavía tiene muchas secuelas”, dice Tarre.
El tratamiento realizado en casa consiste en sesiones de logopedia y fisioterapia, además del seguimiento con un psiquiatra.
Mientras Isabel continúa en el camino de su recuperación, Luciano dice que la mantiene lo más cómoda posible, incluso consigo misma.
“Agendo sesiones con un podólogo, que es algo que ella siempre ha necesitado, además de profesionales que la peinan, le humedezco la piel… Creo que mantener su autoestima es importante para ella”, afirma.
“Es un paso cada día. Pero ahora sé que ella está aquí, que me escucha y, aun con limitaciones, logra interactuar. Es algo que me llena de esperanza”, concluye.
*Por Giulia Granchi
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