Modalidad 100% home office y sueldo en moneda extranjera son las principales características de una nueva forma de empleo que se impone en el mercado y seduce a los profesionales argentinos
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Ante los ojos de todos, ellos son unos afortunados. No sufren el tránsito para llegar a horario a sus oficinas, manejan sus agendas para estar más tiempo con sus hijos y además cobran su sueldo en moneda extranjera. Es un éxodo del que poco se sabe y mucho se idealiza. Sin embargo, como diría el refrán popular: “no todo lo que brilla es oro”. Federico, Juan Ignacio y Lucila cuentan, desde su experiencia, sobre las ventajas e inconvenientes de trabajar 100% home office para el exterior, una nueva modalidad de trabajo que creció en los últimos tiempos convirtiéndose en “la meca” para los trabajadores pero que, como contrapartida, preocupa a las empresas locales por la dificultad para retener su capital humano.
Federico Sandler (41):
“Mudarme a Brasil no era una opción para mí”
“Trabajé seis años en Mercado Libre y el cambio a Nubank fue habilitado principalmente por la pandemia”, cuenta Federico Sandler (41), Director de Relación con inversores de la fintech fundada y con sede en Brasil, con operaciones en México y en Colombia, y centros de ingeniería y desarrollo en Argentina, Uruguay, Alemania y Estados Unidos.
Desde su hogar, y ahora también oficina, en Barrio Norte, Federico cuenta que dejar la Argentina no era una opción para él. ”Soy hijo único y mi mamá estuvo muy enferma de cáncer, ocho meses en terapia intensiva, fue algo muy traumático para mí… long story short ella ahora esta muy bien, pero después de vivir eso, el valor que yo le asigno a estar cerca de ella no tiene precio. Por un lado pensaba ‘¿Por qué no me llaman los Nubank? Soy el chico perfecto para ellos, tengo fintech, finanzas, ecommerce, hablo tres idiomas a la perfección’; pero a la vez sabía que mudarme a Brasil no era una opción para mí. Era un pensamiento perverso, pero después llegó la pandemia y todo se volvió remoto”, dice.
Según Miguel Carugati, Managing Director en PageGroup Argentina & Uruguay, “la carrera por conseguir el mejor talento en el mercado es definitivamente global. Hoy las empresas nacionales tienen que competir en un mercado global por retener a sus mejores recursos humanos y la situación cambiaria definitivamente juega un rol importante para aquellas que no han logrado un compromiso de parte de sus colaboradores o no han sabido comunicar correctamente su propuesta de marca empleadora. Sin dudas, esto es más palpable en el sector de tecnología, donde empresas extranjeras con un tipo de cambio favorable ofrecen un salario altamente superador a la media nacional. Por eso, no es de extrañarse que, según nuestros relevamientos, el 87% de los profesionales de este sector estén abiertos a escuchar una nueva propuesta laboral en los próximos meses”.
Federico, gracias a la pandemia, pudo alcanzar el trabajo que deseaba y a la vez, lo preparó para afrontar el reto “más duro” de su vida de manera remota. “Cuando pase a Nubank tenía el desafío de llevar a la empresa a la bolsa (IPO) que era algo que no había hecho hasta ese momento. No conocí personalmente a ninguno de los miembros de mi equipo hasta el día del pricing (cierre de la transacción), a mi jefe también lo conocí ese día. Toda la preparación de los documentos la hice remoto. Cuando miro para atrás pienso que fue increíble. De hecho, me pasó que el día del IPO estábamos en Nueva York y me desperté quince minutos antes de que sonara la campana. No lo podía creer. ¡Me iba a perder el día más importante! Me bañé y salí corriendo. Por suerte el hotel estaba a cinco cuadras del NYSE (bolsa de Nueva York)”, dice.
Actualmente, desde Buenos Aires, Federico, dirige un equipo de cinco personas y reflexiona sobre los contras de la virtualidad: “Hay cosas de la diaria, como decirle al que está trabajando, sentado al lado tuyo “¿me pasas tal cosa?” que se perdió y ahora tenés que mandar un mail o hacer un zoom. Aunque uno se acostumbra, se extraña la relación persona a persona, porque no vas a hablar por zoom de tu vida personal. El vínculo que yo hice con uno de mis colegas, que es mi mano derecha y se vino conmigo cuando pasé a Nubank, creo que no la habría logrado de manera remota. También pienso que la virtualidad puede alterar la transmisibilidad del mensaje, no es lo mismo mirar a una persona a los ojos diciéndole algo que a través de una pantalla”.
Otra de las desventajas que analiza el joven directivo es que al tener la oficina en su casa, el tiempo que le dedica a su trabajo se incrementó considerablemente. “Me gustaría tener un poco más de aire para hacer más cosas de mi vida personal. Me gusta mucho el deporte, correr, jugar al futbol. Confío en que ahora, que ya salimos a la bolsa, la demanda de trabajo se va a estabilizar. En diez años me gustaría dedicarme más a mi vida personal. No tengo la aspiración de ser el número uno o un CFO, sino que quiero aprovechar la segunda mitad de mi vida para viajar o practicar deportes que no hice nunca. Vas a pensar que estoy loco, pero reservé un pasaje para ir a la estratósfera con un avión de combate ruso. Como nunca pude ser piloto naval o militar, lo más cercano a eso es el avión ruso. Así que estoy en la lista de espera. Los últimos 20 años de mi vida fueron trabajar y trabajar, por eso después planeo aprovechar el tiempo más para mí”, asegura.
“¿Si me arrepiento de algo? No. Aunque no cierro el capítulo de formar una familia, siempre tuve objetivos muy claros en mi carrera profesional y sabía que eso iba a imposibilitarme esa parte. De lo único que me arrepiento, aunque suene raro, es no haber vuelto antes a la Argentina. Estuve 10 años trabajando en los Estados Unidos. El día que le dije a mi jefe norteamericano que me volvía al país no lo podía creer, para él volver a la Argentina era irme a una tribu en la India, no lo podía entender. Para mí haber vuelto a la Argentina fue lo mejor que me pudo haber pasado. Otros países, como los Estados Unidos, me gustan y tengo muchos amigos allá, pero para ir de vacaciones. Buenos Aires tiene algo especial, por eso creo que sería muy difícil que me vaya de acá”, concluye.
Juan Ignacio Díaz (29) :
“La diferencia salarial es una locura. No podía decir que no”
Según Rodrigo Blanco, CEO de Aliancers, consultora de selección de talentos, al comienzo de la pandemia las búsquedas eran más acotadas a lo tecnológico, pero ahora se abrió a otros rubros, como marketing, contadores, ruteadores logísticos, incluso buscan administrativos rasos. También se incrementó mucho la búsqueda para “ciencia de datos”, que sería el análisis de la información para la toma de decisiones de negocio.
Como Juan Ignacio Díaz (29) que desde agosto del año pasado decidió renunciar al banco en el que trabajaba desde hace seis años para formar parte del área comercial de una empresa de software británica desde su casa en Buenos Aires. ”Me surgió por Linkedin. No tiene nada que ver con bancos, pero a ellos les interesó, además de mi perfil, mis conocimientos de idiomas: inglés y portugués.
¿Qué fue lo que me decidió?
La parte económica, que es muy superior. Tal vez, unos años atrás la diferencia no hubiese sido tanta pero ahora es una locura. No podía decir que no. Además sentí que era el momento de hacer un cambio y salir de mi zona de confort. Creo que esta oportunidad me abre las puertas a una industria interesante que está creciendo bastante”, dice.
El especialista de Aliancers sostiene que en estos tipos de búsqueda “la diferencia de salario es astronómica, porque el pago es en dólares. Hace poco, tuve el caso de un chico que ganaba alrededor de cien mil pesos acá, estudiante de ingeniería química, no está recibido, ahora lo contrataron desde Estados Unidos y gana 3000 dólares. Es el tipo de trabajo que están buscando todos. Para pagarles, generalmente lo hacen a través de plataformas americanas tipo Paypal. Abren una cuenta online, que no es bancaria y les mandan las tarjetas y ellos con eso hacen transferencias a cuentas, pueden ser de financieras que les cobran una comisión y les dan los dólares acá”.
La posibilidad del intercambio cultural con gente de todo el mundo es otro de los puntos a favor que Juan Ignacio incluye en su lista. “La empresa está en Londres, pero mi equipo es de los Estados Unidos y de mis compañeros de trabajo no tengo ninguno de la Argentina. Mi jefe es italiano y vive en Londres. Para las reuniones que tenemos en común buscamos un horario que nos quede bien a todos, como las 12 del mediodía de la Argentina que son las nueve de la mañana en Estados Unidos y las cuatro de la tarde en Londres”, explica.
Aunque Juan Ignacio agradece que ahora evita el tránsito del microcentro, al que define como una “odisea”, extraña sociabilizar con sus pares y jefes. “Si bien hago mucha videoconferencia no es lo mismo que juntarse físicamente con tu equipo. En el aprendizaje también hay diferencias, estás más por tu cuenta”, dice y añade que una vez por año la empresa organiza un encuentro entre los empleados para fomentar el vínculo, aunque en el último año no se hizo por la pandemia.
Otro punto que piensa que puede ser negativo es el tema de la estabilidad. “Cuando vos lo haces 100% home office es porque la empresa no tiene oficinas en el país entonces, de alguna manera tenés menos seguridad laboral. Yo soy soltero, no tengo hijos pero creo que eso es algo que tiene que tener en cuenta el que tiene familia a cargo”, dice.
Lucila Noé (40)
“Crecí profesionalmente desde mi casa”
Lucila, abogada y licenciada en ciencias políticas, es una pionera en el tema. Desde hace más de 10 años trabaja para una consultora de políticas públicas de salud radicada en los Estados Unidos, con alcance global. “La empresa es virtual desde que se creó, aunque su sede está en Miami. Tiene proyectos en 152 países y todos sus empleados, que son alrededor de 50, trabajan de manera remota desde distintas partes del mundo. Toman personas de distintos perfiles y profesiones”, explica.
A Lucila la cautivó lo innovador del negocio y la posibilidad de crecer en lo profesional y personal. “A la par de que logré realizar una carrera en la compañía -porque empecé desde abajo como investigadora y hoy soy directora, la mano derecha de la CEO-, trabajar desde mi casa me permitió desarrollarme personalmente. En su momento, finalicé mis estudios en la universidad, después me casé y nacieron mis hijos”, dice.
La importancia de la flexibilidad horaria
La flexibilidad horaria para Lucila es un punto importante. “No tengo horarios fijos, si bien tengo que cumplir con determinadas reuniones, puedo acomodar la agenda para llevar a mis hijos al colegio o al pediatra. También puedo hacer trámites o ir a la peluquería en horarios que no son pico. Trabajo desde la comodidad de mi casa y evito el tránsito para ir a una oficina. No me imagino trabajando de otra forma. Aunque no tener horarios tiene su contra, es difícil poner límites y hacer un corte, por eso terminás trabajando más que en una jornada común”, añade.
Lucila cuenta que siempre discute con su padre, gerente jubilado de una importante empresa, sobre la importancia de ir a una oficina para generar un vínculo y demostrar compromiso. “Él es de otra generación, está en contra del home office. Tal vez, siguiendo la idea de mi papá, lo que puede pasar es que perdés la posibilidad de que ‘te vean trabajar’ los líderes de la compañía. Pero nosotros trabajamos por objetivos y si bien, entendemos que para crear vínculos fuertes de colaboración es necesario el contacto humano, lo fomentamos a través de reuniones anuales, que antes de la pandemia hacíamos una vez por año. El propósito de esas reuniones es crear el vínculo y luego, fortalecerlo de manera virtual.”
“Sin prepaga o vacaciones pagas”
Dentro de lo negativo de trabajar para una empresa del exterior, Lucila destaca la formalidad y los beneficios sociales. “No te brinda esa parte social, como prepaga o vacaciones pagas, que trabajar para una empresa local si lo haría. Esa parte, nosotros la cubrimos con el trabajo de mi marido”, señala. El especialista de PageGroup añade que: “Si bien ganar en dólares o euros puede sonar muy tentador para cualquier argentino, hay ciertos aspectos que se dejan de lado. El trabajador tiene que hacerse cargo de gastos que antes los pagaba su empleador: el servicio de salud, seguros, capacitaciones y actualizaciones profesionales, mantenimiento de equipos, transporte y otros viáticos; aunque muchos no tienen problema, no deja de ser un gasto adicional a tener en cuenta. A su vez, en este esquema los beneficios como días de estudio, vacaciones pagas y otros quedan totalmente atados a lo que se negocie con la empresa extranjera y en ocasiones se pueden perder”.
Éxodo de talento argentino
Para el especialista de Aliancers, los argentinos son buscados en el mercado global porque, además de lo beneficioso del costo, los profesionales del país tiene un nivel todavía un nivel de formación por arriba de la media de la región. “Una clase media pujante que tal vez mandó a sus hijos a colegios bilingües o que viajaron por el mundo. Esos perfiles se buscan mucho. Hace poco, un cliente norteamericano me dijo algo que me dejó pensando: “No entiendo cómo una persona que estudió en un colegio que debe salir alrededor de 90.000 pesos quiera ganar casi lo mismo que lo que sus padres pagaron por su educación”, dice Blanco.
Pero la modalidad que seduce a los argentinos tiene un impacto negativo para el mercado local. Según Blanco, “¿Cómo hacen las empresas de acá para competir?. Es imposible. Pierden talento porque si contratan a un joven con los salarios que les ofrecen las compañías extranjeras, probablemente tendrían que pagarle lo mismo que lo que gana un gerente de la empresa acá, entonces se vuelve un tema de equidad. Por eso, los perfiles que terminan contratando son los que no hablan inglés”.
Finalmente, Carugati añade que “para suplir la escasez de perfiles informáticos y conseguir atraer a estos expertos, las empresas nacionales están reorganizando sus habituales escalas salariales y revisando su propuesta de marca empleadora: cambios en sus políticas de balance entre vida personal y vida profesional, programas de desarrollo profesional y cursos de formación o programas de capacitación”.
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