Una casa de subastas de Boston vuelve a sacar a remate la correspondencia romántica del ex presidente de los Estados Unidos
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De haber vivido en esta época, John Kennedy no hubiera resistido un #MeToo, por más buenos gestos, discursos y obras que hubiera legado a su país. La saga de amantes, relaciones extramatrimoniales y múltiples evidencias de su “voracidad” bajo las sábanas, salidas a la luz desde su trágica muerte, siguen poniendo en duda su leyenda. Repasando su breve vida política uno se pregunta cuándo trabajaba este hombre, tan obsesionado como estaba con el sexo y las mujeres.
Ahora una casa de subastas de Boston vuelve a sacar a remate la correspondencia romántica del ex presidente de los Estados Unidos, esta vez una serie de cartas escritas a mano y dirigidas a Gunilla von Post, una sueca y aristócrata de 21 años que conoció en Cannes semanas antes de casarse con Jacqueline Bouvier, en 1953. Kennedy tenía 36, y no paraba. Fechadas entre 1955 y 1956, las misivas revelan el “trabajo obrero” que hacia el entonces senador por Massachussets para poder calmar sus apetitos fuera de casa. La primera carta deja en evidencia que Gunilla le había enviado una foto dedicada. “Se te ve estupenda y feliz”, respondía él, y enseguida pacta el encuentro que se produciría casi dos años después del encuentro en la Costa Azul. “Parece que el Congreso no finalizará hasta el 5 de agosto, así que zarparé en el United States, que llega a Le Havre [Francia] el 10 de agosto, y debería estar en Suecia el 12. Adónde voy. Mándame la dirección de Bastaad en la que estarás” escribía.
Según las fuentes, en agosto de 1955 (a los dos años de casado) al fin los amantes “pasaron una semana muy dichosa e íntima consumando la relación” en Suecia, momentos que él recordaría especialmente, como deja entrever en los textos, a la venta por un precio base de 30.000 dólares el próximo 12 de mayo. El futuro presidente se confesaba ansioso por verla, incluso a sabiendas de que ella estaba a punto de casarse: “pensaba volver el próximo verano para verte… y ahora qué pasará. En cualquier caso, hazme saber lo que vas a hacer. Si no te casas ven (a Estados Unidos) ya que me gustaría verte. Tuve un tiempo maravilloso el verano pasado contigo. Es un recuerdo brillante de mi vida… eres maravillosa y te echo de menos”. En otra de las cartas redactada en febrero de 1956 ya cae en la cuenta de que la joven no volvería a sus brazos: “Debo decir que me entristeció saber que, después de todo, no vendrás a EEUU y te casarás con un granjero”, respondía Kennedy con tono de reproche muy polait. Para la subastadora, en los textos se advierte que “los esfuerzos de Kennedy por terminar su matrimonio y traerla a Estados Unidos” fueron “frustrados por su padre, sus ambiciones políticas y la sensibilidad mutua de Kennedy y von Post por el aborto involuntario sufrido por Jacqueline en 1955”. Efectivamente, con la sueca no volvieron a verse hasta 1958 durante una gala en el Waldorf Astoria, cuando ambos estaban con sus respectivas parejas y Gunilla, embarazada. En 1997 von Post publicó un libro sobre los detalles del affaire, titulado Love, Jack como él firmaba en sus cartas.
Esta misma casa de remates RR Auction ya habia sacado al mercado una misiva de cuatro páginas que Kennedy habría escrito a una de sus últimas amantes, Mary Mayer, esposa de un alto funcionario de la CIA y con quien tuvo cerca de cuarenta encuentros furtivos en la mismísima Casa Blanca, aprovechando las ausencias de la Primera Dama. Pero Mayer apareció muerta mientras paseaba por un parque en Washington. El caso nunca fue esclarecido y la carta, datada en octubre de 1963, un mes antes del asesinato de Kennedy, nunca fue enviada a su destinataria. En esa misma época él también retozaba con becarias. Es de público conocimiento el caso de Mimi Alford, una menor de edad a la que el entonces presidente desvirgó se supone que con su consentimiento en la misma cama donde dormía con su esposa. Alford también escribió sus memorias y en ellas confesaba, además, que Kennedy nunca la besó en los 18 meses que duró el vínculo. Pero para entonces ya era conocida la poca “generosidad” de Kennedy para con sus amantes.
“Su frialdad, por no decir incompetencia, en las relaciones sexuales, ha sido corroborada por otras amantes suyas como Marilyn Monroe (que admitió estar “poco impresionada”), Jeanne Carmen (quien aseguraba que “no era bueno en la cama… era un hombre de dos minutos”), o Angie Dickinson (que ironizaba sobre “los veinte segundos maravillosos” con él)” recordaba en un artículo Manuel Pastor Martínez, doctor en Ciencias Políticas y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. “No dudo que en el pasado otros presidentes y líderes políticos en otros países de nuestro ámbito occidental pudieron tener también conductas cuestionables en materia sentimental y de infidelidad matrimonial, pero todo parece indicar que JFK marca un punto de inflexión, un cambio cualitativo hacia un tipo de adúltero compulsivo y frío, con un comportamiento serial delictivo, de depredador sexual”.
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