A los 18 años decidió explorar sus raíces argentinas y decidió quedarse en una provincia que considera privilegiada
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Alessandro creció escuchando hablar de Argentina. A sus oídos llegaban siempre palabras positivas que remarcaban lo bueno que había en aquel maravilloso país, y que Brasil no tenía: “historias más bien idealizadas”, recuerda.
Con el paso del tiempo formó una imagen de Argentina cada vez más cercana, y con ella, la fantasía de vivir en aquella tierra comenzó a crecer. Su padre, quien había emigrado a Brasil en los años 80, se había enamorado y casado con su madre brasileña, y ahora a él -nacido y criado en Brasil- podría regresar para desentrañar una parte importante de su identidad.
La familia, en especial su progenitor, alentaba la idea de que pase una temporada de estudios en Argentina, donde podría vivir con sus abuelos, Helga y Carlos. Para su madre, sin embargo, fue difícil verlo partir cuando, a los 18, decidió hacer las valijas. Por delante llegaban varios años de estudio en Córdoba y ella lo sentía como un largo tiempo: “Debes volver siempre de vacaciones”, puso como condición. Sus amigos en Río de Janeiro y su hermano, por otro lado, fueron más evidentes: no querían que se fuera.
“Fue un momento de evaluación, pero la aventura de irse a otro país sonaba más divertida para un joven de 18 años. Además, aunque el país recién salía de la crisis de 2001, la imagen que proyectaba Argentina en aquel momento era distinta a la de ahora. Igualmente, la idea inicial era venir a estudiar y luego volver a Brasil una vez recibido”.
Y así, un buen día Alessandro aterrizó en una Argentina convulsionada. A pesar de que los velos rosas hacía tiempo habían caído, el joven arribó encantado, aunque sin imaginar que unos años se transformarían en toda una vida.
Recuerdos argentinos y el impacto de la adolescencia prolongada
Alessandro jamás olvidará la postal de su llegada a Córdoba Capital. En el aeropuerto aguardaban su primo y su abuelo, y en casa su abuela con el brazo fracturado. El joven observó a su alrededor y respiró profundo. Había estado tan solo tres veces en el pasado, pero de inmediato reconoció los diversos aromas, el olor característico del taller de chapa y pintura de su abuelo, quien a su vez trabajaba en la antigua fábrica de aviones militares: “Tanto el olor del taller como de la casa me hacían remontar a mi infancia”, cuenta.
Los estudios comenzaron pronto y fue entonces que llegaron los primeros impactos. Fueron dos aspectos los que llamaron especialmente la atención de Alessandro: que las salidas de los jóvenes comenzaran casi a la madrugada y terminaran cuando el sol ya estaba alto en el cielo, y no menos llamativo, que la adolescencia se estirara tanto: “Personas de 25 a 30 años que aún no trabajan, o que van por la tercera carrera universitaria inconclusa y que los padres lo siguen bancando”.
“Pero, a grandes rasgos, en muchos otros aspectos la sociedad cordobesa y la de Brasil son sociedades similares. No lo encontré así en otras provincias que conocí de Argentina”.
Argentina para vivir: “Córdoba la verdad lo veo un lugar privilegiado”
Los años pasaron, Alessandro se recibió y la pregunta acerca de su regreso emergió fuerte. Podría haber vuelto, tenía muchos motivos para hacerlo, pero para entonces Argentina ya se había metido en su piel, y cada vez que retornaba de visita a Brasil, siempre volvía a elegir Córdoba como su lugar presente en el mundo: “Aunque a veces fantaseo como sería la vida en otro lugar o país”, confiesa.
“Córdoba la verdad lo veo un lugar privilegiado, dado a que es una ciudad grande con todos los servicios que necesita una urbe importante, pero sin los problemas que tiene una gran ciudad como hacinamiento, embotellamientos o violencia extrema. La vivienda es más barata, hay muchos espacios verdes y lugares para la formación y para esparcimiento o propuestas culturales”, asegura.
“La gente en Córdoba es muy receptiva y lo adopta muy rápidamente al de afuera. Para trabajar fue complicado porque no es una ciudad con muchas empresas y fábricas en relación a su población (principalmente joven), por lo que muchos profesionales terminan trabajando en profesiones que no se relacionan a lo que estudiaron en la universidad, por falta de vacantes. De hecho, sucedió conmigo. Una vez recibido, no conseguí trabajar en lo que me formé”.
“De todos modos, creo que tuve suerte en cierto modo de no trabajar en los que me recibí, ya que comencé a explorar otras áreas que no conocía y especializarme allí en mi formación universitaria. Luego, con la pandemia, se abrieron trabajos remotos al extranjero, y como hablo portugués e inglés, trabajo desde mi casa; creo que estoy actualmente en el mejor de los mundos”, continúa Alessandro.
Una argentina, un hijo, y la circularidad de la vida: “Quiero que sienta que es tan brasilero como argentino, como yo”
Pero algo más sucedió en la Argentina. Allí, Alessandro trazó el mismo camino que su padre, pero a la inversa, fortaleciendo así el puente entre ambos países. En suelo austral, el joven brasileño conoció a una argentina, se casó y tuvo un hijo, que hoy tiene 5 años: “Quiero que sienta que es tan brasilero como argentino, como yo”.
“Me acuerdo al principio, cuando aún estaba en la universidad y volvía a Brasil, era toda una experiencia contar a mis amigos mis vivencias en Córdoba, volver a ver a mi familia”, agrega pensativo. “Luego se fue normalizando con el tiempo. Por fortuna, con mi trabajo como gerente comercial, viajo seguido a visitar clientes en Río o San Pablo”.
“Hoy en día, siempre cuando vuelvo a Brasil mis amigos hacen un asado (brasilero, de esos que duran todo el día y con mucha cerveza). Mi mamá siempre está contando los días del próximo viaje mío allá o cuando vendrá ella a visitarme a mí y a su nieto en Córdoba”.
“Más allá de todo lo vivido, creo que lo que más aprendí en este proceso es que ser feliz o estar satisfecho con uno mismo no depende de un territorio. Uno puede atribuir que el lugar influye en su bienestar o prosperidad, pero si no estás contento con lo que hacés o sintiéndote pleno con sus proyectos de vida, no será el país en donde resides lo que te ayudará a mejorar. Es decir, sentirse a gusto con uno mismo es una elección o decisión de vida que trasciende las circunstancias”, concluye.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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