Cuando el mensaje de su ex llegó la felicidad se apoderó de ella, mientras sus amigas le decían: “Se dio cuenta de que fuiste lo mejor que le pudo haber pasado”
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Eran las 9 o 10 de la mañana de un martes, cuando Camila recibió el mensaje. Tomó el celular distraída, creyendo que se trataba de su amiga Sofía, con quien se reuniría por la tarde para estudiar una de las últimas materias que estaban cursando en la facultad. Pero entonces, cuando leyó el remitente, su corazón dejó de latir por tres segundos, o al menos así lo sintió ella: “¿Viste cuando te da como un vuelco en el corazón? Bueno, así”, explica.
El cuerpo de Camila comenzó a temblar y de pronto una sonrisa se dibujó en su rostro. Allí, después de dos años, tenía ante sus ojos un mensaje de Facundo, un chico del que se había enamorado como nunca antes y que le había quitado el sueño por mucho tiempo. Creía que ya se había recuperado, que lo había olvidado, pero su cuerpo entero le delató lo contrario. El pasado se había vuelto presente y estaba más vivo que nunca.
Un amor intenso y las ganas de tener otras experiencias
¿Qué hacés el viernes tipo 19? Qué te parece si nos juntamos a tomar algo.
Camila no podía salir de su asombro. Habían sido novios durante un año en el que, para ella, todo había sido mariposas, risas y pasión. Jamás pudo comprender del todo por qué habían terminado, aunque su terapeuta le había dicho que las razones que él le había dado eran más que suficientes.
“Cuando cortamos me dijo que se consideraba todavía muy joven para embarcarse en una relación tan seria. Que quería explorar el mundo y concentrarse en su carrera y trabajo. Que lo nuestro era hermoso pero que lo asustaba lo intenso y serio que se había vuelto todo”, rememora.
Pero ahí estaba él de nuevo. En un juego frenético, Camila miró la pantalla, comenzó a ensayar una respuesta y a borrar todo, una y otra vez, hasta que lanzó el celular al sillón, lejos de su alcance. Dejó pasar unos minutos, se levantó de su silla y se desplomó junto al teléfono sin saber qué hacer. No podía olvidar tanto daño, tanto dolor, pero debía admitir que nunca le había dejado de gustar, a pesar de sus esfuerzos. Tal vez, se dijo, podría volver a verlo y ver cómo se sentía cara a cara. Tal vez, algo nuevo y más fuerte podría volver a nacer.
Aun así, Camila no respondió. Había algo más importante que debía hacer primero.
En busca de los consejos: “Se dio cuenta de que fuiste lo mejor que le pudo haber pasado”
¿Por qué crees que quiere volver a verme?, tras un breve preámbulo, Camila lanzó la pregunta a dos de sus mejores amigas. Él quería experimentar otras cosas, sabemos lo que eso significa: estar con otras mujeres, respondió Marian. Tal vez ya se sacó las ganas y se dio cuenta de que fuiste lo mejor que le pudo haber pasado. Alma le respondió algo parecido, pero con una advertencia: Cuidate, no te olvides que te costó mucho superarlo.
Él quería verla, salir a tomar algo, ¿qué otro motivo podía existir más que el hecho de que la había extrañado y anhelaba retomar el vínculo? Camila tomó su celular y tipeó un mensaje breve, sin adornos ni entusiasmos, siguiendo el consejo de Alma: Qué loco saber de vos después de tanto tiempo. Dale, dónde nos juntamos. Facundo le dijo que no se preocupara, que la pasaba a buscar.
Las horas hasta la llegada del viernes fueron un laberinto emocional. Una y otra vez, los recuerdos volvían a Camila, quien no podía evocar ni una imagen triste junto a su viejo amor, salvo el final trágico. Rio y lloró al recordar esas noches de amor cuando se fueron de campamento. Se rememoró con sus amigos y los de él, en esos asados interminables donde era imposible de imaginar que uno de aquellos encuentros sería el último.
“Durante tres días me ilusioné, me imaginé una nueva oportunidad, más maduros, más fuertes, mejores”, relata Camila. “Durante tres días me hice tanto la cabeza, que llegué al viernes pensado que iba a un reencuentro de amor de película”.
La estafa emocional
Viernes. Camila respiró profundo, se miró al espejo y ajustó detalles de su ropa y maquillaje. Bajó los tres pisos en ascensor y buscó con la mirada el auto de Facundo. La primera señal de que no era la protagonista de una película romántica fue cuando él bajó la ventanilla, la saludó con la mano y esperó en el auto a que ella se subiera. Después, en un movimiento confuso la saludó con un beso y le preguntó cómo estaba con una voz un tanto nerviosa, pero sin delatar una enorme emoción por volver a verla. ¿Pero qué otro motivo podría haber? Nunca fueron amigos, hace dos años que no se veían y no habían dejado asuntos prácticos sin resolver.
Facundo manejó varios kilómetros, mientras las conversaciones triviales dominaban el ambiente. Con todos los bares que había ahora en Núñez, a Camila le llamó la atención que se fueran hasta microcentro, pero supuso que tal vez había un lugar atractivo para tomar algo que quería mostrarle, y en donde podría darle rienda suelta a sus sentimientos.
“Pero entonces, estacionó frente a edificios insulsos ahí por Corrientes y me sentí totalmente desorientada y se me cerró la garganta”, continúa Camila. “Caminamos unas cuadras y me contó que hacía un tiempo se había unido a una oportunidad de negocio increíble, donde vos podías ser tu propio jefe y en poco tiempo volverte financieramente independiente, viajar y tener autos de lujo, y que a las personas que a él le parecían maravillosas, las que quería, no podía dejar de mostrarles esta oportunidad, porque si no, sería un egoísta”.
Para entonces, la joven ya estaba tan perdida en la situación y las palabras, que, cuando ingresaron a un hall plagado de personas, sí sintió que estaba dentro de una película, pero no de amor: “Durante más de dos horas escuché una conferencia donde las personas hablaban de las maravillas de ser parte de ese negocio, de las riquezas que habían conseguido y cómo su vida estaba bendecida; mientras, muchos lloraban, como si se tratara de un sermón de gurú de un culto. ¡Y repetían pasajes de un discurso motivacional que los mandaban a escuchar todas las noches, claramente les lavaban la cabeza! Cuando mi ex me quiso reclutar me dijo que tenía que poner un montón de plata, pero que después iba a hacerme millonaria, ¡por favor!”; recuerda hoy Camila, entre risas. “En ese momento no me atreví a salir corriendo, estaba paralizada, pero era lo que quería hacer”, continúa.
“Mucho tiempo después, investigando ese negocio que mi ex me proponía, comprendí realmente que era algo así como un culto, una compañía MLM (Multilevel Marketing, marketing multinivel de venta directa), es decir de esquema piramidal. Para mí es estafa piramidal, donde se capta en especial a los vulnerables, que se exprimen y pierden dinero mientras otros se enriquecen a sus costillas. En fin, para mí fue una estafa emocional”.
Mirar al mundo con ojos bien abiertos: “Yo realmente me había ilusionado”
Aquel día Camila regresó a su casa destrozada. Rápidamente comprendió que su viejo amor era un completo extraño para ella. Le dolió en lo más profundo revelar que la intención de Facundo de volver a verla nunca tuvo que ver con el amor, sino con reclutarla, para él, a su vez, subir en la pirámide de su empresa.
Pero, tal vez, gracias a este suceso, ella por fin pudo soltar definitivamente ese amor y aprender a mirar al mundo con los ojos bien abiertos: “Es impactante cómo algunas personas son capaces de ir hasta las últimas consecuencias y de jugar con tus emociones, con tal de obtener lo que desean. A mí me tocó con esta secta/oportunidad de negocio, pero en realidad hay muchas formas en las que somos estafados en nuestros sentimientos sin darnos cuenta”.
“Hoy, la verdad, recuerdo todo con humor, fue una experiencia insólita. Pero eso sí, no le recomiendo a nadie meterse en una empresa de venta directa que esconde un esquema piramidal: en mí opinión transforma a las personas y la empatía se olvida. Yo realmente me había ilusionado”.
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