Desde el primer día, en marzo de 2001, su programa lideró la franja de la “primera mañana”.
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Se fue de Radio 10 en diciembre de 2012. Lo echaron por teléfono: “Me dijeron que querían una opción más competitiva”, recuerda Marcelo Longobardi. La excusa le sonó por lo menos absurda: Cada Mañana llevaba más de una década liderando su franja horaria y concentraba el 41, 5 por ciento de la audiencia en lo que llaman “la primera mañana”. Meses antes, en abril de ese mismo año, a través de un comunicado, Daniel Hadad confirmó la venta de C5N y Radio 10 al Grupo Indalo, propiedad de Cristóbal López. El problema no era “de competitividad” ni “de resultado económico”: tras el cambio de dueño, el empresario kirchnerista prefería otra voz en su emisora.
Acá vale aclarar que Néstor Kirchner tenía especial animosidad contra Longobardi. La tensión entre el periodista y el expresidente alcanzó su pico en 2010, durante un encuentro que mantuvieron en la Quinta de Olivos: “Vino por el pasillo a los insultos; no podría reproducir las cosas que escuché. Cuando llegó al lado nuestro (estaba con Daniel Hadad) se me tiró encima como para darme una trompada”, recordaría luego el conductor de Cada Mañana.
“Cuando la radio se vendió, yo renuncié. Lo llamé al dueño entrante, sentí que había terminado una etapa. Ahí fui débil y me convencieron, por la responsabilidad en la radio, por la audiencia, una radio chica… Sentí una responsabilidad con mis compañeros, con los empleados. Y yo no tenía ganas de irme, entonces acepté una prolongación de mi contrato”, contó hace tiempo Longobardi.
La convivencia ente Cristóbal López y Marcelo Longobardi, que no llegó a nueve meses, no fue buena. Una vez concretada la compra de C5N y Radio 10 por parte de López, trascendió que la dirección de contenidos de todos los medios de Indalo recaería en manos de Javier Romero, conocido por su rol de “el profe” en el programa de televisión Duro de Domar. Longobardi no tardó en levantar la guardia y manifestó su desacuerdo al aire: “Me dijeron que las autoridades de Radio 10 van a estar emitiendo un comunicado desmintiendo la presencia de un comisario político (…) Hay cosas que tienen un límite. Yo estoy para discutir, pero para comisarios políticos no. Hoy es un día con un nivel de angustia y de desgano que nunca me pasó”, dijo.
Fue Cristóbal López quien lo llamó por teléfono, el 21 de diciembre de 2012 a las tres de la tarde para anunciarle que no tendría espacio en la programación de 2013. Le dijo que no seguiría con Cada Mañana en Radio 10, tampoco con Longobardi en vivo en C5N. Además del problema de competitividad, adujo una excusa más sincera: “diferencia de visiones”.
En Radio Mitre se frotaron las manos. Acomodaron su programación, corrieron un poco a Jorge Lanata, un poco más a Nelson Castro, e hicieron lugar para Cada Mañana en su horario original, de 6 a 10. La negociación entre las partes duró poco más que un suspiro. Longobardi sólo puso una condición: mudarse con todo su equipo. Antes de fin de año, el Grupo Clarín anunció con bombos y platillos: “Marcelo Longobardi cambió para no tener que cambiar. A partir del 4 de febrero, de 6 a 10 en AM 190. CADA MAÑANA”. En el nuevo estudio los recibieron con los brazos abiertos. María Isabel Sánchez, la histórica locutora del programa, recibió además un enorme ramo de flores.
“Nene, los jets pasan una sola vez… y a vos te pasa hoy”
Marcelo Longobardi, que no terminó el secundario, se volcó al periodismo “por curiosidad”: quería entender cómo funcionaba el país y, muy especialmente, la economía. La gran devaluación de 1981 que volteó al ministro Lorenzo Sigaut también terminó con su primer emprendimiento, un negocio de venta de equipos de música. En enero de 1983, junto a su amigo Gabriel Griffa, fundó la Revista Apertura.
En su particular formación no hay que soslayar el “máster” que hizo al lado de Bernardo Neustadt. “Primero conocí a Martín Redrado, que era un joven estudiante de Economía, y él me presentó a Neustadt. Tenía 10 segundos para verlo y una sola oportunidad de convencerlo. Se me ocurrió algo y lo dije: ‘Quiero ser su productor dos años gratis’. Me miró, dijo que sí y me dio una misión: ‘Está Octavio Paz en el hotel Plaza. Vaya y convénzalo de que esta noche esté en Tiempo nuevo’. No lo logré, pero quedé igual”, recordó Longobardi en una entrevista con Clarín.
Si bien tuvo un brevísimo paso por Radio Argentina en 1985 (con un programa autogestionado donde salía a buscar anunciantes para pagar el espacio), Marcelo Longobardi dice que su debut en las grandes ligas llegó de la mano de Fernando Marín, en 1986. “Nene, los colectivos pasan todo el tiempo, los trenes de vez en cuando. Los jets una sola vez y a vos te pasa hoy. Desde mañana conducís en Radio El Mundo”, le dijo el publicista. Empezó en el horario más competitivo, donde atravesaría el resto de su carrera: la primera mañana. También trabajó en Del Plata, Libertad y América.
En marzo de 2001, cuando todavía soñaba con parecerse a Carlos Pagni (“quería ser un columnista político”, insiste), desembarcó en Radio 10 invitado por su amigo Daniel Hadad, compañero en varios programas de televisión, para conducir un nuevo programa: Cada Mañana. Acá es donde podemos decir, sin exagerar, que nace la leyenda.
“Tengo una vida bastante aburrida”
Marcelo Longobardi lleva 21 años ininterrumpidos como dueño de la primera mañana. Sin embargo, nunca hizo alarde de su éxito. Con mucha modestia, siempre concedió parte de su consagración al contexto: a la radio que lo cobija y a los programas que lo rodean. También al equipo de Cada Mañana, al que le gusta definir como “de la gran flauta”. Rolo Villar y María Isabel Sánchez son “los históricos”, están desde el primer programa. “Rolo y yo pertenecíamos al ‘gobierno anterior’ (por un programa de Daniel Hadad) y nos heredó Marcelo en Radio 10″, contó alguna vez la locutora. Completan el equipo Willy Kohan -que además es amigo y suele jugar al golf con Longobardi-, el doctor Alberto Cormillot y el periodista deportivo Leandro Buonsant.
No suele dar entrevistas para hablar de su vida privada. No le gusta hablar de sí mismo, le parece “una costumbre argentina grosera”. Se excusa diciendo que es “un tipo común y corriente” y que tiene “una vida bastante aburrida”. Se reconoce “metódico”, “obsesivo” y “disciplinado”. Es padre de seis hijos, tuvo tres en cada uno de sus matrimonios. Con los tres mayores, los varones, comparte la pasión por el golf: cada año, en el mes de julio, viajan juntos a Escocia para jugar un torneo. “Como algunas familias van a Disney, nosotros vamos a Escocia”, explicó a un periodista sorprendido. Se levanta a las 4 de la mañana y, poco después un chofer de la radio lo pasa a buscar por su casa. Prefiere el diario en papel antes que leer las noticias en el teléfono. En su portafolio, inseparable, acumula recortes con las noticias que considera más importantes cada día. Suele resolver sus problemas en un diván. Más de una vez contó que le llevó varias sesiones asumir y reconocer públicamente que no había terminado el secundario. También trató en terapia la presión que sentía por el hecho de ser líder de audiencia, que lo llevó a sufrir ataques de pánico.
Es melómano, fanático de la música clásica y tiene una colección de “entre dos mil y dos mil quinientos” discos de vinilo que ha digitalizado con mucho cuidado. Compartió gran parte de sus tesoros con sus oyentes en la radio.
El fin de un ciclo
Marcelo Longobardi, que alguna vez se jactó de haber llegado tarde sólo dos veces a la radio (“y una de ellas fue por inundaciones”, se excusó) y trabajó el día que murió su madre, no se presentó a conducir Cada Mañana durante las últimas dos semanas. Fue reemplazado, como cada vez que sale de viaje o de vacaciones, por Willy Kohan. Su sorpresiva ausencia alimentó todo tipo de especulaciones. La primera teoría, la más obvia, giró alrededor de la tensa relación que mantiene con Jorge Lanata durante el último semestre.
Un poco de historia. En septiembre de 2013, meses después de su estreno en Mitre, Longobardi declaró que “con Lanata la química fue instantánea, la verdad es que lo pasamos bárbaro”. Durante los años siguientes compartieron “el pase” entre programas que solía extenderse por veinte minutos, de 10 a 10 y 20 aproximadamente. Compartieron momentos delirantes en el estudio, como cuando el Mago sin dientes los invitó a participar en un truco de escapismo. Sin embargo, la relación entre ellos se rompió este año cuando Lanata comenzó a quejarse, internamente pero también al aire, de que Longobardi le entregaba tarde el espacio para su programa. “Me come media hora”, se lamentaba el conductor de Lanata Sin Filtro. Y, para manifestar su disconformidad, hizo minutos de silencio frente al micrófono. Las autoridades intentaron una reunión conciliadora pero jamás lograron concretarla. Tampoco pudieron mediar entre las partes. Entonces, en agosto último, tomaron una medida salomónica: que Longobardi y Lanata dejaran de hacer “el pase”. ¿Pudo este conflicto desencadenar en la renuncia de Longobardi? Los que abonan esta teoría creen que que el conductor de Cada Mañana esperaba un apoyo contundente y explícito. ¿Acaso no ven que él tiene el un 45, 5 por ciento del share mientras que Lanata “apenas” alcanza el 36,8 por ciento?, se preguntan.
Justamente, en el mes de agosto, Marcelo Longobardi le manifestó por primera vez a las autoridades de la radio su intención de dejar Cada Mañana. Durante tres meses intentaron -sin éxito- hacerlo cambiar de opinión. Finalmente, el 26 de octubre presentó formalmente su renuncia. Tardaron dos semanas en aceptarla. Entonces, tal como anticiparon los periodistas José Del Río y Pablo Montagna ayer en La Nación, Longobardi comenzó a escribir su carta de despedida: “El éxito tiene un límite, si no te lo ponés vos te lo pone el otro. Pero te lo pone. Hay que manejarlo con mucho cuidado y uno tiene señales en las curvas a las que hay que prestarle atención. Son cambios dramáticos”, anotó en el primer borrador.
La tensión con Lanata, si acaso supera la categoría de “anécdota”, debe ser considerada como el “disparador final” de una idea que ya venía rondando su cabeza. En una entrevista de 2019 Longobardi confesó que había aprendido a disfrutar de cosas ajenas al trabajo, que ya no se definía como un workaholic. “Desde hace un tiempo vengo amagando con tomarme un año sabático… pero nunca lo cumplo. ¿Será esta vez?”, dijo. Al fin y al cabo, trabaja sin parar desde sus quince años. También comenzó a cuestionarse la importancia del éxito: “Todos mis antepasados exitosísimos, un día dejaron de ser exitosísimos”, manifestó.
La última mañana
Hoy, martes 2 de noviembre de 2021, veinte años y nueve meses después del primer Cada Mañana, tras dos semanas de misteriosa ausencia, en el programa 5406, Marcelo Longobardi volvió al aire de Radio Mitre. Después del informativo de las 8 y 30, tomó la palabra y ofreció un breve discurso de despedida. Usó la solemnidad del pretérito perfecto compuesto. “He decidido dejar la conducción de Cada Mañana”, comenzó. Dijo que durante los últimos 21 años “he disfrutado mucho de todo esto, he sido muy feliz”. Comentó: “He trabajado en otros programas y me han echado; bueno, esta vuelta me echo yo”. Citó al New York Times para explicar que su decisión no estaba basada en una crisis, sino más bien en un cambio de época. “Me parece que 21 años de éxito son suficientes. Es demasiado. Hay que saber desprenderse, ser agradecido, dejar que las cosas se vayan, asumir el desafío de dejar un éxito, dejar la zona de confort para ponerse a prueba de vuelta, para sentirse vivo, para no enamorarse equivocadamente del diablo. Son 21 años a 300 kilómetros por hora, de éxito, ganándole a todo el mundo es muy estimulante, pero uno tiene que saber poner un límite”, explicó. En un nuevo exceso de humildad dijo “yo tengo suerte, no tengo talento”. Contó que la decisión fue “compleja, traumática, producto de cuestionamientos muy profundos”. Y lloró cuando leyó un mensaje que le envió Diego Leuco. Dijo que ganó más premios que los que jamás soñó: mencionó el Konex de Platino y también su incorporación como miembro de la Academia Nacional de Periodismo, donde ocupa el “Sillón Alberto Gainza Paz”. En su lista de agradecimientos incluyó a Jorge Lanata. Después le dedicó unas palabras a cada integrante de su equipo y cerró su participación de la manera más simple: “Los quiero mucho. Nadie es indispensable. Besos, chicos”.
Ya no va a volver a Cada Mañana. No adelantó si el programa -que obtuvo el primer Martín Fierro de Oro otorgado a la radiofonía- va a continuar. Tampoco si va a tener un reemplazo. Dijo que va a regresar a Radio Mitre el 14 de noviembre para conducir el programa especial por las elecciones legislativas. Y las autoridades de la radio anticiparon, a través de sus redes sociales, que Marcelo Longobardi va a continuar como columnista, como lo soñó hace años.
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