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Jamás imaginó que a sus 19 años tendría que atravesar una situación tan dolorosa. Lo había conocido meses antes en un boliche bailable. Todo parecía marchar sobre ruedas entre ellos. Habían tenido encuentros informales hasta que, finalmente, él la invitó a una cita. Ella lo esperaba ansiosa en el lugar que habían acordado. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos y él no aparecía, su corazón comenzó a sospechar lo peor. ¿Qué era lo que había ocurrido con aquel dulce muchacho que de pronto la dejaba plantada y sin explicaciones?
Alicia regresó a casa con bastante tristeza. Pasaron los días y las noticias sobre él tampoco llegaron, por lo menos no las buenas noticias. Finalmente, luego de una semana, ella supo que él había fallecido en un accidente automovilístico. “Con mis 19 años fue algo muy fuerte de atravesar. Decidí llevarle flores al cementerio. Ese día, de casualidad conocí a su madre y las abuelas del joven. La mamá, muy cordialmente, me invitó a visitarla un día en su casa y así lo hice”.
Una visita con aires de esperanza
De visita en la casa de la mujer que había perdido a su hijo y con el corazón destrozado, conoció al hermano del chico que había frecuentado. Algo surgió casi de forma espontánea entre ellos. Y casi sin darse cuenta comenzaron a verse fuera de la casa maternal, a organizar salidas y pasar el rato juntos.
“No sé cómo nos enamoramos, fue algo que surgió de a poco. Creo que, de alguna forma, estábamos destinados a conocernos y a enamorarnos. Muchos lo llaman el hilo rojo de la vida. Carlos me llevaba quince años de diferencia cuando nos pusimos de novios. Yo tenía 21 años y él 36. Y siempre se mostró como un hombre atento, cariñoso, romántico, muy simpático y protector de su familia”.
“Me robó un beso y fue mágico”
La primera cita formal que tuvieron fue en el recital del cantautor Gian Franco Pagliaro. Alicia amó a Carlos desde el primer momento. Lo veía y se sentía la persona más dichosa del universo. “Nunca me voy a olvidar aquel 23 de noviembre de 1985 cuando me invitó a tomar un helado. Había mucho viento. El cuello de mi blusa se volaba hacia mi cara y él, con la excusa de que no me manchara la ropa con el helado me robó ese primer beso”.
Durante los años siguientes fueron muy felices. Se comprometieron también un día 23. Él la amaba tanto que cuando finalmente decidieron casarse le dijo a ella que lo único que le pedía a la vida era cinco años al lado de la mujer que había elegido para formar una familia. Estuvieron tres años de novios y doce de casados. Fruto de su amor, nacieron sus tres amados hijos: Florencia, la mayor, que tiene 32 años, Carlitos, que tiene 31 años y Tomas de 24 años.
Cuando el hilo rojo se corta
Pero la tragedia golpeó, una vez más, las puertas del corazón de Alicia (58). Carlos enfermó. En 1994 le detectaron cáncer de colon. “Luego de lucharla juntos por varios meses salimos adelante”. Sin embargo, en 1999, un cáncer de pulmón en etapa terminal puso fin a todos los sueños que tenían juntos.
“Su fallecimiento fue devastador para mí y nuestros hijos. Lo amé siempre, lo cuidé muchísimo, en especial durante sus enfermedades. Lo extraño demasiado. Al cerrar los ojos me imagino que llega a nuestro hogar y volvemos a empezar como cuando nos conocimos. Me hizo, me hace y me hará mucha falta su presencia para compartir la vida de nuestros hijos y nietos. Pero sé que, a pesar de los vaivenes de la vida y después de 22 años de su muerte, nuestros hijos son la continuación del amor que nos tuvimos. Cierta vez escuché que las verdaderas historias de amor no tienen final feliz y creo que por eso la vida nos separó. Estoy segura de que nos volveremos a encontrar. Se lo prometí antes de que cerrara sus ojos por última vez”.
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