Steven Spielberg: "El héroe más convincente es la persona común"
Incansable narrador de historias asombrosas tomadas de la vida real o surgidas de su imaginación, Steven Spielberg parece estar atravesando el momento actual de su extraordinaria carrera con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro. "¿Y qué es lo que encuentro en el medio, entre uno y otro? ¡Nada! ¡El abismo! Es lo que siempre aparece cuando miro hacia atrás y hacia adelante al mismo tiempo. A veces reconozco que me siento un poco confundido", dice entre serio y risueño en uno de los salones contiguos al enorme comedor que los estudios Warner reserva para las reuniones de sus ejecutivos y los agasajos a los invitados especiales.
La escenografía entera puede verse como un símbolo perfecto del encuentro y de lo que Spielberg dirá sobre Ready Player One. Comienza el juego, su nueva película, la segunda que se estrena con su firma en menos de dos meses después de The Post: los secretos oscuros del Pentágono, todo un ejercicio retrospectivo sobre la épica y la ética del mejor periodismo posible, dispuesto a cuestionar los abusos del poder. Los hechos reales recuperados en The Post transcurren en 1971. La trama de Ready Player One, en 2045. En el medio, como se verá, aparece un creador también preocupado por el presente.
Las urgencias de la actualidad y su preocupación por el rumbo del gobierno de Donald Trump alteraron en los últimos tiempos las prioridades del cineasta. A fines de 2017, en vísperas del estreno de The Post, Spielberg reconoció a la nacion que en esta etapa de su carrera se encontraba más interesado en contar hechos de la historia de los Estados Unidos con relevancia en la actualidad que en las invenciones de su fantástica e inagotable imaginación. De hecho, The Post –que esta noche compite por el Oscar a Mejor Película y Mejor Actriz (Meryl Streep)– es la crónica de los hechos que llevaron a dos diarios (The New York Times y sobre todo The Washington Post) a revelar documentación que el gobierno estadounidense de entonces (la administración de Richard Nixon) quería mantener en secreto, porque dejaba al descubierto que se le estaba mintiendo a sus ciudadanos. A Spielberg le preocupan el relativo concepto de verdad que maneja Trump y los límites que enfrenta la libertad de expresión, situada hoy, en su opinión, "casi al borde de un precipicio".
Pero el hombre no puede con su genio y ahora está a punto de presentar un trabajo que, a priori, ya que todavía nadie pudo verlo terminado, responde a la atracción que ejerce la sociedad del futuro con sus interrogantes e incertidumbres, en la línea de A. I. Inteligencia artificial y Minority Report: sentencia previa. Y también a la fascinación que despierta todavía el mundo de los videojuegos en un creador que disimula perfectamente sus 71 años en un espíritu de constante innovación. Alcanza con verlo unos instantes interactuando con los muy jóvenes integrantes del elenco de Ready Player One para comprobarlo.
El lugar en el que transcurre la conversación se encuentra en medio de los característicos y enormes sets de los estudios Warner, toda una postal (junto a la torre de agua) del poder y la atracción que ejerce la gran industria del entretenimiento que eligió instalarse en Burbank, un tranquilo suburbio al que se llega desde Hollywood en menos de 10 minutos, siempre y cuando no estemos en hora pico, cuando la autopista colapsa.
Spielberg recibe a la prensa internacional con un atuendo muy apropiado para ese entorno cargado de historia (algunos de estos clásicos stages fueron construidos entre 1926 y 1935). Viste una campera vintage que bien podría lucir algún personaje de las aventuras de Indiana Jones y tiene entre sus dedos un cigarro apagado, que seguirá allí durante toda la charla. Reconoce con un saludo al enviado de La Nacion revista, con el que conversó en Nueva York a principios de diciembre último sobre The Post y se alegra al recibir la novedad del éxito de boletería que tuvo la película en la Argentina.
Pero ahora es el turno de hablar de la película rodada antes del film sobre periodismo, que se estrena recién este mes [el jueves 29, también en la Argentina]debido a las exigencias de una larga y meticulosa posproducción, exigida por el batallón de efectos visuales a cargo de los expertos de Industrial Light and Magic, que el propio director no deja de elogiar. Spielberg se dispone a hablar de realidad virtual, el tema central de la trama de Ready Player One y de buena parte de los desvelos actuales de la industria del entretenimiento. Cada vez hay más creadores, artistas, expertos en tecnología y ejecutivos de Hollywood atentos a la evolución de los mecanismos que la realidad virtual ofrece como ejercicio experimental y atracción novedosa para multitudes.
Él está convencido de todo eso, pero descree de la realidad virtual como la próxima frontera del cine tal como lo conocemos. "Tendrá que ir encontrando su forma, su modelo, sus contornos. Y para eso habrá que esperar. Lo que vemos hoy es que esta herramienta le entrega al público de manera muy amplia y libre la posibilidad de disfrutar de una experiencia en 360 grados de una realidad paralela, creada ante sus ojos con todos los detalles para interactuar con ella. Es algo fascinante, pero el cine es otra cosa", señala.
También aclara que esa libertad casi infinita funciona, paradójicamente, como un muro que puede condicionar y terminar anulando las posibilidades narrativas del cine: "En un escenario de realidad virtual podemos observar lo que pasa en todas partes, todo al mismo tiempo. Se hace muy difícil para un artista en estos casos lograr que el público fije su atención en algo determinado frente a tantos estímulos. Imaginemos que un director se propone instalar en un determinado momento la acción al lado de una puerta, pero resulta que usted tiene la vista atrapada en una nube y no quiere salir de allí. Por eso digo que la realidad virtual nos permitirá llegar a todos esos lugares que nos eran inaccesibles por una cuestión de tiempo (pasado o futuro), de lejanía o de costos. Pero no creo que pueda tener las características convencionales y sobre todo la duración de una película. En la realidad virtual no se podrían contar historias en tres actos, como ocurre en el cine o la televisión".
Spielberg cree que la realidad virtual estará de aquí en adelante más cerca de la ciencia, la educación y los viajes que del cine, tal como lo entendimos siempre. "Si quieren vivir esta experiencia vayan a Century City, que está muy cerca. Allí, mi amigo y exsocio Walter Parkes acaba de instalar en el centro comercial una experiencia de realidad virtual en la que el público puede visitar un zoológico lleno de aliens e interactuar todo el tiempo con ellos. Zooaliens dura apenas 12 minutos y la inmersión en ese mundo resulta profunda y completa", señala.
La historia de la adaptación al cine de Ready Player One empezó con un llamado de Greg Silverman, por entonces el máximo responsable global de producción de Warner (renunció a mediados de diciembre pasado). Acordaron un encuentro del que participarían varios altos ejecutivos del estudio. Cuando Spielberg llegó, Silverman y sus colaboradores lo estaban esperando con un ejemplar del libro de Ernest Cline y una copia del guion escrito por Zac Penn, autor de varias películas de Marvel, entre ellas la primera de Los Vengadores y X-Men: la batalla final. "Me dijeron que tenían una gran confianza en este proyecto y que pensaban que era la persona ideal para dirigirlo. No había leído el libro hasta allí. Quedé completamente atrapado por la historia. Capturó mi imaginación por completo".
Cline escribió Ready Player One en 2011. Ubicó la historia en un futuro distópico que tiene a la realidad virtual como única salida frente a la tragedia de un planeta devastado. A esa única alternativa recurren el jovencísimo Wade Watts (Tye Sheridan) y toda una generación de sobrevivientes convertidos en devotos de Oasis, un programa creado por el visionario James Halliday (Mark Rylance) que permite a sus usuarios crear sus propios avatares y vivir con ellos experiencias más plausibles de las que ofrece el marchito mundo real. El de Watts, por ejemplo, se llama Perzeval, un nombre que trae reminiscencias de hazañas medievales.
Sheridan y el resto del elenco más juvenil llegaron a Ready Player One luego de pasar por un exigente y muy riguroso proceso de casting. Cuenta Spielberg que en estos casos siempre se toma su tiempo (pueden ser semanas o meses) hasta encontrar al intérprete que considera más apropiado. En este caso fueron considerados para cada caso cientos de postulantes, a quienes se evaluó a través de registros grabados en DVD o participaciones previas en cine y TV. "Cuando ya tengo hecha una selección más aproximada a lo que busco y me quedan unos 20 actores por cada rol para elegir, entonces suelo convocarlos para hacer audiciones en vivo, frente a mí y a la directora de casting. Allí tomo la decisión final. Es lo que suelo hacer en todas mis películas", detalla.
Ese camino no resulta tanto una exigencia imposible de sobrellevar como una prueba de confianza. Poco antes del encuentro con Spielberg, Sheridan dice con una sonrisa plena que si tuviera que definir al director a partir de un solo rasgo diría que es alguien "que ama a los actores". Es la misma frase que Tom Hanks pronunció en diciembre frente a La Nacion en Nueva York al anticipar el estreno de The Post. En esto coinciden un actor prometedor como Sheridan, que por primera vez trabaja con Spielberg, y una estrella consagrada como Hanks, estrecho amigo y colaborador artístico del director en varios proyectos de gran trascendencia. Podríamos sumar como prueba de estos dichos el renovado vínculo entre Spielberg y un actor de otra generación como Rylance, que después de brillar en Puente de espías con un papel que le dio el Oscar como mejor actor secundario y protagonizar Mi buen amigo gigante volvió a ser llamado por el director para interpretar en Ready Player One el rol clave de James Halliday.
"Es una especie de Steve Jobs del futuro. Una mente brillante que supo crear este universo virtual. Y cuando muere, deja como legado un gran rompecabezas lleno de referencias a la cultura pop, sobre todo de los años 80, que funcionan como pistas de un gran desafío. Detrás de cada pista hay una llave, y quien encuentre primero las tres llaves que resuelven el enigma se convertirá en el dueño de Oasis y al mismo tiempo en el hombre más rico del mundo", explica Spielberg.
En el libro, la realidad virtual aparece como única escapatoria para los males y los peligros del mundo del futuro. ¿Podría verse así también en el presente?
Permítame un recuerdo personal, porque esto de escapar de un presente en apariencia peligroso es algo que me resulta muy familiar. Yo tenía tres años cuando mis padres compraron su primer televisor, en 1949. Recuerdo muy bien que enseguida me advirtieron sobre los peligros a los que me exponía si miraba demasiada TV. Decían que las personas podían quedar hipnotizadas por las luces negras, blancas y azules del aparato y hasta convertirse en robots esclavos de las órdenes salidas de la pantalla. Ahora es el tiempo de la realidad virtual, con las posibilidades ilimitadas que ofrece el acceso a todo tipo de experiencias en 360 grados y una historia que nos habla de todo lo que podríamos disfrutar con ella y también de los peligros que puede entrañar su uso. Lo bueno de todos aquellos miedos de la infancia es que finalmente me regalaron una carrera en el cine (risas).
A propósito de eso, el libro presenta a Oasis como un mundo virtual que permite salir de una realidad poco alentadora y bastante oscura. ¿Podría compararse esa experiencia con la que vivimos cada vez que vamos al cine?
¡Por cierto! Oasis es como una película. Frente a ella, usted se olvida de todo lo que pasa afuera. Se olvida de quién es y de lo que está haciendo. Y termina transformándose en eso que ve a través del espejo de Oasis. Los personajes de esta historia no conocen nada acerca de sus avatares, pero los terminan creando y convirtiendo en sus respectivos álter egos. Un avatar representa y expresa todo aquello que alguien hubiese querido ser. Hasta su exacto reverso. Lo que muestra Ready Player One es la realización completa de esos sueños que algún día todos querríamos hacer realidad.
Uno de los aspectos más comentados del libro de Cline es su obsesión por los años 80 y la cultura popular de esa década. Usted ya era un director de éxito en ese tiempo. ¿Qué le sugieren todas estas citas y referencias?
La historia transcurre en 2045, pero el punto de inflexión pasa por todas las referencias de estilo, música, alusiones al cine, la TV y la política de la década del 80, expuesta desde el libro como una especie de divisoria de aguas en el sentido cultural. También me parece interesante el hecho de que los 80, en comparación con los 70 y la época actual, fueron años políticamente muy tranquilos. Hay muchas alusiones en el libro a esa relativa paz. Estábamos en esa década más atentos a los peinados y a la moda que a la política. Duran Duran, Prince, Van Halen. Y en el libro también se habla de mi obra cinematográfica durante esa década. Esta es una de las razones, sino la principal, que me llevó a querer hacer esta película.
¿Se sintió orgulloso de la forma en que Ernest Cline lo trata en el libro?
Sí, pero la verdad es que hay mucho más de eso en el libro que en la película. Como todo lo demás, porque necesitaría 20 horas para hacer una película por cada libro de Cline. Mientras leía Ready Player One llegué a sentir que Cline se inspiró en parte de mi obra para escribirlo, lo cual me halagó mucho. Pero lo que más me agradó es que parte de esas alusiones tienen que ver con el eje del relato, porque en Ready Player One lo principal no es el tema de la realidad virtual o de las personas que experimentan con ella, sino la competencia por la herencia de Halliday. Por eso creo que lo más interesante de esta adaptación es que se mueve sobre una vía rápida. Hay que correr mucho para tratar de descubrir las pistas que estaban en la cabeza de ese hombre ya muerto y obtener esas llaves. Pero al mismo tiempo, esos mismos competidores pueden forjar una amistad y hasta en algún caso sentirse entre ellos más que amigos. Estos chicos sienten la necesidad de andar juntos y de crear entre ellos un espíritu de unión y colaboración porque enfrente hay personas muy malas que tienen el mismo objetivo. Y hay que enfrentarlas.
¿Quiénes son esos villanos?
Pertenecen a una gran corporación que provee el hardware de todo este gran sistema virtual. Se trata de una empresa muy exitosa y sabe que resolviendo el enigma se transformará en la más poderosa del planeta. Por eso también sale a participar de la competencia. Todo esto lleva a que en el fondo Ready Player One funcione como una nueva versión de la eterna pelea entre David y Goliat.
El héroe vuelve a tener la apariencia del más débil, pero su fortaleza viene de otro lado.
Es que el héroe cinematográfico se está pareciendo cada vez más a cualquiera de nosotros. Ya no existen como antes esos héroes que parecían más grandes que la vida misma. Hoy el héroe más convincente es esa persona común y corriente a la que le toca vivir una experiencia extraordinaria. Personas de la vida real. El Súperman de estos tiempos es Tom Hanks como Ben Bradlee en The Post o como James Donovan en Puente de espías.
De las muchas referencias del libro a la cultura pop de los 80 hay varias citas muy precisas, partiendo del propio título, a los videojuegos. ¿Cómo se lleva con ese mundo?
Muy bien. Me considero un buen jugador. Lo fui cuando aparecieron los videojuegos en la década del 70 y lo sigo siendo hoy. Este año no me pude ocupar del tema porque tuve que filmar dos películas, pero siempre me las ingenio para encontrar algún tiempo libre y seguir jugando. Empecé en 1974 con el Pong, jugando al tenis en esa pantalla tan elemental. Ese año estaba filmando Tiburon en Martha's Vineyard y al final de cada día de rodaje pedaleábamos con Richard Dreyfuss 20 minutos para llegar en bicicleta a un lugar que tenía un carrusel y todas esas máquinas. De allí en adelante no me faltó nada. Tuve la consola Atari 2600, la de Nintendo. Jugué muchísimo: Dig Dug, Asteroids, Defender, Pacman. ¡Y era muy bueno en todos! También Medal of Honor, una historia que escribí y dirigí. Alguna vez tuve una empresa de videojuegos, pero por poco tiempo. Y debo haber sido una de las primeras personas que manejó videojuegos de guerra. Volviendo a Ready Player One, debo aclarar que no es necesario ser un experto en videojuegos para entender la trama. Esta es una película sobre una competencia, no sobre un videojuego en particular.
Se viene hablando mucho también de cierta influencia que ejercería la cultura pop del Lejano Oriente en su mirada sobre el mundo futuro de Ready Player One.
Es algo que seguramente también van a ver en la película. Toda mi carrera estuvo marcada por algunas de esas influencias en distintas etapas. El animé y el manga. Las películas de Kurosawa y Toshiro Mifune. El viaje de Chihiro y toda la obra de Hayao Miyazaki.
¿Qué es lo que más añora de la década del 80?
Voy más lejos. En realidad lo que más añoro es la organización que existía aquí en los años 30 y 40 del siglo pasado. Extraño el sistema de los estudios. En esa época dorada, la producción industrializada de películas convivía a la perfección con las mejores expresiones artísticas. Fue la única época del cine en donde la industria y un grupo excepcional de artistas (directores, productores, guionistas, actores y técnicos) lograron coexistir de la manera más virtuosa en lo que hace a la creatividad. Gracias a eso se podían hacer entre 700 y 800 películas al año. Extraño ese tiempo en que los directores eran creadores y a la vez trabajadores capaces de filmar tres o cuatro películas por año. Me hubiese gustado ser parte de ese mundo. Hoy las cosas son muy distintas. Por más que trabajemos bajo la marca de algún estudio, todos somos, en el fondo, directores independientes.
¿Está preocupado por el futuro?
Por supuesto que sí. Pero en vez de preocuparnos por huir hacia adelante y escaparnos con la ayuda de alguna herramienta tecnológica de una realidad que no nos agrada, tenemos que aceptar la realidad en la que vivimos y tratar de resolver los problemas del presente. Ready Player One transcurre en 2045 y en un mundo que tampoco supo resolver sus problemas más acuciantes. Quienes viven esa realidad prefieren refugiarse en una realidad alternativa, virtual y digital. Pura imaginación. Y en el caso de esta película, lo interesante es que esa realidad virtual y paralela puede ser a la vez muy tangible. Vemos, por ejemplo, que los avatares que cada persona crea pueden comunicarse a través del tacto. El futuro nos entrega esos desafíos, pero lo primero es el presente. Tenemos esa responsabilidad y no podemos ni debemos eludirla.
Línea de tiempo
- 1946
Steven Allan Spielberg nace en Cincinnati, Ohio, Estados Unidos
- 1964
Escribe y dirige su primer film independiente (le costó 500 dólares), una aventura de ciencia ficción titulada Firelight
- 1975
Estrena Tiburón, que se convertirá en uno de los títulos más taquilleros de la historia y que instaura un modelo moderno de producción, con mucho marketing
- 1982
Con E.T., el extraterrestre, bate todos los récords de público e inicia una nueva era en materia de producción y merchandising
- 1985
Se casa con Amy Irving. La relación terminará en 1989. Luego se casará con otra actriz: Kate Capshaw
- 1993
La lista de Schindler le da su primer Oscar como director. El mismo año estrena Parque Jurásico, otro fenómeno de masas
- 2001
Presenta A.I. Inteligencia Artificial, proyecto que se había originado con Stanley Kubrick
- 2015
Con Puente de espías vuelve a la Guerra Fría; el film le da un Oscar al actor Mark Rylance
- 2016
Disney anuncia que Spielberg va a dirigir la quinta entrega de Indiana Jones, prevista para 2019
- El futuro
Inició en febrero el (largo) casting para la remake de Amor sin barreras, gran clásico musical. Spielberg busca un grupo de actores latinos que hablen castellano y puedan cantar y bailar. Pero su próxima película será la quinta aventura cinematográfica de Indiana Jones, otra vez con Harrison Ford. El guion está en pleno desarrollo