Starlets en bañadores
Trajes de baño que marcaron hitos y personajes que brillaron luciéndolos
Splash! La onomatopeya del chapoteo en el agua designa, además, un libro de lectura indispensable sobre la historia del traje de baño de los expertos Richard Martin y Harold Koda –editado por Rizzoli–, que devino un clásico en su revisionismo del estilo en bañadores. Además de proponer un recorrido por trajes de baño que marcaron hitos y los personajes más emblemáticos del chic para playa o la piscina, reflejaron los infinitos ardides estéticos surgidos desde que los baños de mar dejaron de ser coartadas terapéuticas para convertirse en ocio; en su estructura visual agrupa imágenes de starlets (aspirantes a estrellas) en bikini, modelos fotografiadas cual diosas griegas para publicaciones de moda de 1940, a Johnny Weissmüller, ya sin el taparrabos de Tarzán sino en robe de toalla blanca y short. El sistema de Hollywood adoró y explotó el concepto de bathing beauty; desde 1930 los publicistas de los principales estudios vistieron a sus aspirantes a estrellas, femeninas y masculinas, con trajes de baño. De ahí que en las páginas de Splash! se pueda ver a Marilyn Monroe en 1950 con un dos piezas gris y también en entero azul al tono de las cintas que sostienen un par de sandalias con tacos de acrílico y simulando tirar de una soga, suma a Rita Hayworth y a Gene Tierney con modelos cándidos (la primera lleva un maillot rojo con una falda y la segunda, un traje de baño que aun en vísperas de la temporada verano 2017 sorprenden por su intrincada fusión de un short con festones y un corpiño ceñido mediante lazos.
Jayne Mansfield representa para las bikinis en animal print lo que Jackie O al vestidito negro: la actriz posó con bikinis y pieles falsas hasta en concursos de belleza en Groenlandia y sacó una línea de merchandising que consistió en esculturas plásticas de su cuerpo en bikini. Muchos de los modelos que las vestuaristas de cine clásico Irene Sharaff y Helen Rose bocetaron en los años 40 y 50 para Esther Williams fueron copiados por los fabricantes y las grandes tiendas norteamericanas. En 1980, la supermodelo de los films con proezas acuáticas finalmente logró también sacar réditos cuando puso a la venta una línea de trajes de baño con su nombre. En Escuela de sirenas, el film repleto de acrobacias propuso disparatadas mallas con capas de torero. Si bien algunos teóricos adjudicaron al cuadro El bañista, pintado en 1885 por Paul Cézanne, haber vaticinado estilos masculinos, el gran primer modelo de shorts masculinos fue Johnny Weissmüller, que protagonizó campañas de la firma Jantzen. Burt Lancaster erotizó el short de baño masculino en escenas de De aquí a la eternidad que transcurren a orillas de un mar.
Un anécdota cinéfila indica que en 1950 el padre de Brigitte Bardot decidió demandar al director Willy Rozier porque no respetó la consigna de vestir a su hija, aún menor de edad, con un traje decoroso. Por el contrario, la joven B.B. apareció en bikini y cuando ese film se estrenó en los Estados Unidos, se llamó La chica en bikini. Los bañadores volvieron a tener protagonismo en tramas de las beach party films protagonizadas por Annette Funicello y Frankie Avalon. Otros modelos santificados por el cine fueron el bañador de gamuza que Raquel Welch lució en 1966 en Un millón de años antes de Cristo, y la bikini blanca que Ursula Andress, en El satánico Dr. No. La actriz que representó a Honey Rider develó que participó del diseño de ese modelo junto con el director Terence Young y la vestuarista Tessa Prendergast y describió su ficha técnica como un dos piezas de algodón color marfil, ornamentado con un cinturón construido con una hebilla de metal procedente de la armada inglesa y provisto de una presilla para sujetar al cuchillo que ofició de accesorio.