La actriz australiana Hannah Gadsby –muchos la conocimos en esa joya de serie que es Please Like Me– puso el punto. Antes, escribió la oración que luego repetiría ante un teatro australiano colmado. Más tarde, esa oración se reproduciría en millones de cuentas de Netflix en todo el planeta. La comedianta anunció que se retiraba de la comedia. Que toda su carrera se había construido con chistes basados en sus desgracias, en cómo había sido humillada por el hecho de ser mujer y lesbiana. Que esos textos ya no le causaban gracia. Que nunca la habían hecho reír, que eran un mecanismo de defensa. Gadsby, en Nanette, el show que reprodujo la cadena de contenidos audiovisuales on demand más grande del mundo, transformó su clásico espectáculo de stand up en un manifiesto tan personal como áspero que puede condensar en poco más de una hora cómo funciona el sistema patriarcal capitalista que hace girar a la sociedad.
Gadsby, que se convirtió en una figura de alcance mundial, plantó también algunos interrogantes: ¿La comedia, sus chistes, sus focos deben reinventarse en tiempos de reivindicación de las mujeres y de la lucha por sus derechos? ¿Los chistes de antes van camino a dejar de ser graciosos? ¿Vamos rumbo a un humor feminista?
Antes de la australiana, Malena Pichot tuvo su especial en Netflix, la cadena que captó el fenómeno del stand up de mujeres y llevó a varias humoristas a su pantalla. En Estupidez compleja, la comedianta argentina, que desde hace años es una de las caras más visibles del feminismo nacional, tiene un discurso que va en la misma dirección que Nanette. Con un modo que ahonda menos en sus experiencias personales y que tiene un tono de stand up puro (Gadsby en un tramo de su show elimina los chistes por completo), Pichot también se refiere al cambio de foco en el humor. Menos explícita, más graciosa quizás, plantea lo mismo: un humor en tiempos de mareas verdes.
A pesar de asumir la influencia del contexto en la comedia, varias humoristas prefieren, sin embargo, evitar rótulos. Las etiquetas cierran, dicen. "Para mí, el stand feminista no existe, yo no hago eso", aclara Señorita Bimbo, comedianta y referente del movimiento de mujeres. "Yo hago stand up; mi obligación es hacer reír, y además soy feminista y otras cosas, y eso se refleja. No lo vendo ni lo encaro así, me aburre de solo pensarlo".
Poder latino
"Tanto en Argentina como en toda la región estamos viviendo en estado de shock, con acontecimientos que modifican los discursos que llegan a los escenarios", cree Ana Carolina, que hizo espectáculos en Nueva York, México y Madrid, y hoy tiene en cartel Persona en el circuito off porteño. "El stand up es, de alguna manera, un juego de observación y señalamiento de actitudes emocionales; entonces, si yo veo que el sueldo de mi amiga maestra es igual a su factura de luz, que los legisladores votan a favor del aborto clandestino, eso está conmigo cuando construyo los chistes".
El humor valiéndose del empoderamiento de las mujeres, las mujeres cambiando las reglas del humor, no es solo una realidad argentina. Jani Dueñas y Natalia Valdebenito en Chile, Alexis De Anda y Sofia Niño de Rivera en México son solo algunas de las comediantas que están haciendo lo propio en sus países.
"Hoy es increíble poder hacer comedia desde el punto de vista femenino", dice la mexicana De Anda, que también tiene su especial en Netflix, donde expone su postura, irónicamente, desde su ropa: vestida de novia. El crecimiento del stand up hecho por mujeres pone en escena que hoy las mujeres están hablando por ellas mismas. Son ellas quienes hacen los chistes sobre las cuestiones que las atraviesan.
"Creo que hay una parte de la hombría que se ve amenazada por una mujer con la capacidad de burlarse de ti. Es una característica que ha sido vista como masculina durante mucho tiempo", agrega De Anda respecto de la reacción de los hombres con las mujeres humoristas. "Ser comediante significa que tienes un cierto nivel de inteligencia. Una mujer con opiniones y sin miedo a expresarlas puede asustar a varios".
Esa línea que marca la mexicana es uno de los gags de las comediantas. Por ejemplo, Natalia Valdebenito –que en agosto trajo su show a la Argentina– dice en sus monólogos: "Yo no le metí nada en la cabeza a tu mujer, hombre. Seguro, tu mujer es inteligente mucho antes que yo. Relájate". Esa idea, por otro lado, queda parcialmente derribada con los hombres que concurren a sus shows –solos o en pareja– y celebran ese tipo de intervenciones.
"Las personas antes se reían de cosas de las que hoy ya no", dice la chilena Jani Dueñas. "Y las mujeres que hacemos comedia hemos ido modelando el humor según nuestra experiencia y visión de mundo. No es que las mujeres nos pusimos de acuerdo para ver de qué nos reímos. Hoy el mundo está más dispuesto a escucharnos".
Foto apertura de Andrés Blasina
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