Sostiene Chiche
Segura de sí misma, capaz de exhibir carácter fuerte cuando se enoja, la señora de Duhalde sorprendió con varias de sus
Los caminos que conducen a la localidad de San Vicente están poblados de perros vagabundos, barrios pobres y desoladas inmensidades verdes. Veinte minutos atrás está la Capital, pero pese a la cercanía invade la sensación de ingresar en un país diferente donde la realidad se soporta todos los días. Y a veinte minutos de ese rotundo límite geográfico, su imagen se multiplica por todas partes: en los puentes, en las paredes, en el asfalto.
En cada esquina donde hay un poste de luz se extiende un pasacalles que flamea su nombre con rimas y colores diferentes: Chiche Duhalde : por los principios sociales. Su ausencia se corporiza y ejerce una especie de control invisible sobre tanta mansedumbre. Ella sonríe suspendida en los carteles celestes que se recortan contra el cielo.
En una villa de Bernal, el sector más humilde del partido de Quilmes, los vecinos están agitados: hay un ir y venir de hombres que hablan por teléfonos celulares, chicos descalzos con gorritas del Partido Justicialista, patrulleros y una orquesta de cuatro trompetas ensaya unos ritmos tropicales. La cita es a la siesta, y si todo sale como está planeado, a las 15 en punto ella inaugurará las flamantes cinco cuadras de pavimento de la calle Montevideo.
Mientras tanto, más adentro de la provincia de Buenos Aires, en la quinta Don Tomás, se respira la calma chicha del primer domingo de primavera: cerca del lago artificial un grupo de adolescentes juega al fútbol, los árboles del parque apenas se mecen, y a la sombra un hombre meditabundo mira a su alrededor sentado en un sillón de hierro, mate en mano.
Ella, una dama bajita, de peinado elevado, mirada prolijamente delineada con lápiz negro, espera en la puerta e invita sin formalidades a pasar al comedor diario, un lugar blanco decorado con austeridad y buen gusto donde la familia comparte el televisor y una mesa larga para 20 personas. Hilda Chiche González está en su casa, aunque, en realidad, kilómetros atrás ya se notaba claramente cuáles son sus dominios.
Con su mejor predisposición evita los clásicos preludios organizados para simpatizar o caer en gracia, y por momentos contagia una seguridad avasallante. Esta mujer implacable en sus definiciones, más conocida por decir exactamente lo que piensa en el momento en que lo piensa, es tan simple como parece y comprenderla resulta una empresa posible a medida que se expresa. La acusan de ser arrogante, de impartir órdenes a diestra y siniestra, pero es auténtica hasta cuando deja escapar una sonrisa, de las pocas que le autorizan las gélidas distancias que impone su temperamento desconfiado.
Le reconocen su honestidad, sus convicciones sociales, su inquebrantable mano de hierro. A simple vista, su aspecto enérgico la transforma de a ratos en una equilibrada mezcla de ama de casa obsesionada por la limpieza y eficiente administradora que conoce a fondo su trabajo. Puede agradar o no, sin contrastes.
Los caprichos de las encuestas que la colocan puntos arriba o abajo no la desvelan a estas alturas del mes. Tampoco ha leído los diarios que precisamente ese día describieron las diferencias que la separan de su principal adversaria en la contienda electoral, la senadora Graciela Fernández Meijide. "¡Mirá qué lindas fotos! Bueno, ella tiene 66 años, habrá que ver cómo llego yo a su edad!", dirá divertida detrás de los gruesos anteojos que delatan su pasado de maestra.
"Nuestros adversarios han dicho de todo sobre nosostros, Si tengo que debatir con la señora, no habrá ni un saludo que nos cruce. Yo no perdono"
Ella también era una chica de barrio que creció en Avellaneda, cuando las fábricas largaban humo por las chimeneas y las vacas gordas pastaban en campos ajenos. Su padre era empleado de una empresa de jabones que un día abandonó su casa cuando ella era una jovencita de 15 años que apenas soñaba con la docencia: "Una chica normal; además tuve otros novios, me casé con el único oficial", repite, por las dudas. A los 24 era la esposa de un promisorio abogado.
Hoy, 26 años después de haber participado como voluntaria en el primer programa alimentario que organizó su marido, Eduardo Duhalde, para combatir la mortalidad infantil durante su intendencia en Lomas de Zamora, dirige el mismo modelo, pero con alcance provincial, desde el Consejo de la Familia y Desarrollo Humano, que preside honorariamente hasta 1999. Las urnas la consagrarán el próximo 26 como diputada por el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, lo que no impedirá que continúe al mando de las 25.000 voluntarias que trabajan en el Plan Vida, su mayor mérito y su más cuestionado proyecto. Las manzaneras, ese grupo de mujeres que reparte huevos y leche en las zonas más carecientes son el eje sobre el cual gira su popularidad. Son, en definitiva, quienes pueden decidir su futuro como dirigente, cosa que sin reservas admite.
En su tiempo libre, desde hace tres años pinta con óleos con las directivas de una profesora particular, va al cine con sus hijos cuando puede ("La última película que vi fue la de Woody Allen, que me pareció fantástica"), lee publicaciones relacionadas con el trabajo, a Antonio Tabucchi, al que descubrió en Sostiene Pereira , o a Jaime Barylko, al que admira y con quien está trabajando en un libro próximo a publicarse. Le gusta hablar y lo hace sin hacerse rogar.
-Ya sé que lo contó varias veces, pero, ¿cómo nace la idea de importar la experiencia cubana y organizar el trabajo de las manzaneras en Buenos Aires?
-No, este plan nace en Lomas de Zamora en 1974. Después, en 1983, mi esposo lo vuelve a retomar durante su intendencia y logra bajar los índices de mortalidad infantil al nivel de la Capital Federal, que históricamente fueron los más bajos. Un día descubre una partida presupuestaria para féretros que se compraban para los barrios más humildes. Entonces, viendo las causas de mortalidad, aparecían en las partidas de defunción bronquiopatías en invierno, diarrea en verano. En realidad, tenían que ver con la pobreza. Viendo qué se hacía en otros países, se encuentra con que Allende en Chile había implementado un programa alimentario de estas características: leche y huevos. Yo no lo inventé. Cuando mi marido llega a la provincia, nos transfiere al Consejo de la Familia y Desarrollo Humano, me pide que lo ejecute en toda la provincia, cosa que era bastante difícil por su magnitud. Decidimos hacerlo con el mismo modelo de participación de la comunidad. Nosotros estamos convencidos de que la única manera de llevar adelante programas sociales es con la participación de la misma gente. Porque no pueden ser convidados de piedra, y después nos permite transparentar la acción: no es lo mismo llevarlo a través de los punteros políticos de cualquier partido, porque en nuestro partido mismo y en todos han pasado estas cosas; tampoco es lo mismo hacerlo a través de las mujeres, que en términos sociales tenemos mayor sensibilidad.
Chiche no cree demasiado en los políticos. Pero hace excepciones. La primera, por supuesto, es su marido, Eduardo Duhalde.
-¿No se siente presionada o con temor a responsabilizarse por algo tan grande? Digo, por la cantidad de gente que maneja que no conoce ni conocerá, algo puede escaparse de las manos, involuntariamente...
-No, en absoluto. Pueden fallar mil cosas, pero si uno se manejó con la verdad las fallas humanas son aceptadas. Ellas saben que yo jamás voy a irles con un doble mensaje, saben que cuentan conmigo para su crecimiento. Ahora son 25.000, y con 3000 más estaremos cubriendo todos los distritos de la provincia.
-Cuando sea diputada, ¿cómo va estar en varios lugares al mismo tiempo y sincronizar todo bien? ¿No cree que el plan puede desbordarse?
-¿Vos creés que estoy sola? Nooo... Yo sólo bajo las directivas, nada más. Se puede desbordar cualquier cosa como en cualquier actividad, pero ¡eso no me va a producir temor!
-Cuando llegan las críticas sobre el asistencialismo y los votos, usted pide que no se burlen. ¿Toma las críticas como una burla?
-Los que me critican no entienden... Cuando hablan peyorativamente de las manzaneras es una burla, porque no tienen la menor idea de lo que estamos haciendo. Fijate que en Chile, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Perú y Brasil nos piden el programa. Acá, por cuestiones políticas descalifican la acción, pero yo no voy a aflojar por eso, no puede caer el proyecto.
-Cuando esté en la banca, ¿cómo lo continuará?
-Mientras esté mi marido en el gobierno de la provincia va a seguir con el mismo vigor. Y después, si estos programas sociales son tomados por la gente, la gente los va defender, siempre con el acompañamiento del Estado, que no puede desentenderse.
-Dicen que asumirá como diputada y luego pedirá licencia para continuar con su tarea social. ¿Es cierto?
-No, eso es una barbaridad. ¿Cómo voy a ser candidata para pedir licencia? Eso es un disparate. Sería una falta de respeto hacia la gente; aclaro y sigo aclarando que la única manera que yo dejaría la banca sería si mi esposo llega a ser presidente de la Nación. La titularidad del Consejo termina en 1999, cuando él deje la gobernación.
-Convengamos en que la asistencia a la gente con alimentos tiene sus bondades, pero en definitiva es transitoria, que hacen falta soluciones de fondo. ¿Cuáles son?
-No es cierto, la asistencia y el desarrollo humano son dos acciones paralelas. Los países como Japón o Canadá, que lograron ser lo que son, apostaron al desarrollo humano, hicieron durante décadas programas como los que estamos haciendo en la provincia: fundar escuelas, garantizar la obligatoriedad de la primaria y la secundaria, asistir la salud. Por eso hacemos muchas escuelas y hospitales, para garantizar lo básico en educación, salud y ver cómo podemos, por medio de las microempresas, ir generando trabajo... En la Argentina, si hubiéramos sido coherentes con las políticas sociales, ya hubiéramos salido de esta situación. Chile, que empezó en la época de Allende, las continuó con Pinochet, Alwyn y Frei, y hoy tiene índices más bajos de mortalidad infantil. Si hubiéramos sido capaces de tener continuidad, no estaríamos haciendo asistencia; pero nunca hay que tratar la asistencia peyorativamente.
-¿Cuál será su primer proyecto? ¿Tiene algo pensado al respecto?
-Tengo muchas ideas. No voy a llevar a la Cámara proyectos que no tengan que ver con mi experiencia personal. Voy a generar proyectos para la Nación, según lo que vi en la provincia de Buenos Aires. Hoy las prioridades pasan por trabajo y vivienda. La provincia tiene garantizado en su Constitución, para los 104 distritos del interior, el derecho a la tierra. Todos los habitantes tienen derecho a tener un pedazo de tierra. Esto se está haciendo realidad. No se hace en el conurbano porque no debe crecer más de lo que ha crecido. Sí en el interior. Esto debe garantizarse en el nivel nacional, porque en un país donde sobra la tierra utilizable no puede ser que la gente robe un pedazo de tierra, porque además de ser pobre se convierte en delincuente. Hay que legislar para llevarlo al nivel nacional. Tampoco que en un país donde sobran los alimentos no se tenga qué comer... Como éstos, podría contarte muchos más, por ejemplo acerca de la sexualidad responsable...
-¿Se refiere al control de la natalidad?
-Sí, es una necesidad la sexualidad responsable. Por supuesto, librada a la conciencia y religiosidad de cada uno, pero según lo que he visto en estos cinco años de gestión en la provincia, las mujeres en los barrios plantean la necesidad de controlar su sexualidad, porque tienen ocho, nueve o diez hijos y no están en situación de tener más, ni quieren. Ni sus parejas ni ellas están preparadas para poder ayudarse en este sentido. Quedan cargadas de hijos que no pueden mantener. Entonces, hay que trabajar en un proyecto para que conozcan su cuerpo y se quieran; hay que elevar su autoestima, pues las mujeres de este sector la tienen muy baja.
-¿Propone algún método en particular de anticoncepción?
-La idea es que mediante la educación se informe en las unidades sanitarias y por medio de las mismas trabajadoras vecinales. El método anticonceptivo lo determinarán el médico y ellas mismas en la consulta, pero el Estado debe garantizarlo. Yo no puedo decir qué método es mejor, pero los profesionales que intervengan, sí. De hecho, a escondidas, en las unidades sanitarias, los médicos suministran anticonceptivos, porque además hay que prevenir las enfermedades de transmisión sexual, como el SIDA. Entonces, en todo sentido la educación es prioritaria para crearle a la mujer mecanismos de defensa que le permitan elegir cuántos hijos desea tener. Yo estoy en contra del aborto, y creo que ninguna quiere atravesar por esta situación, ni las más humildes. Les pasa porque no saben o no pueden luchar contra cosas como relaciones sexuales violentas. Si no se apoya a la educación en el barrio, descentralizada del Estado provincial o municipal, donde participen la escuela, la Iglesia, la unidad sanitaria, todos los programas sociales quedan en teoría.
-En varias ocasiones dijo que usted no es una mujer política, sino una mujer que está en política. ¿Cuál es la diferencia?
-Sí, no me defino como una política tradicional. No creo en los políticos, pero me parece que es una de las más nobles acciones del hombre.
-Pero su marido es político...
-Sí, hay excepciones. Pero no creo en términos generales, porque he vivido esto muy de cerca, he visto hombres y mujeres que se han servido de la política y no han sido servidores públicos. Llegan al cargo y se olvidan para qué. Por ejemplo, en el nivel más bajo, un concejal apenas llega al Concejo Deliberante, el primer día, estrena auto nuevo, vida nueva, mujer nueva, y a partir de ahí no visita más el barrio. No me identifico con esa política tradicional. Por eso no me siento una mujer política.
-Pero aunque no le guste se ha convertido en una política, porque es candidata a diputada y ocupa un cargo público en el gobierno de su marido. Aunque no le guste, es así.
-Sí, esto es así como vos lo planteás, pero voy a definirme como una mujer política el día en que los que la hacen mayoritariamente piensen de esa manera.
-Está bien, pero mientras tanto, ¿cómo se define? ¿Como una dama de beneficencia, una mujer con mano de hierro que administra fondos para acción social...?
-¡Qué horrible esa expresión, dama de beneficencia, no lo puedo permitir! (Visiblemente molesta.) ¡No, ninguna de las dos cosas! Yo soy una mujer que ha tenido la oportunidad que le brindó Dios, la vida, mi marido o como quieras llamarlo, de hacer una de las cosas más lindas que puede hacer un ser humano: ocuparse de la gente. De hecho, hay muchas mujeres en organismos no gubernamentales que lo hacen por vocación. A mí, en un momento de la vida me brindaron la oportunidad. Podría haberme dedicado exclusivamente a mis hijos, como lo hice durante muchos años, a las cosas que me gustan... Pero decidí hacerlo, y con mucho amor, con mucha voluntad y con mucha mano firme. Sí, nada de esto puede hacerse sin mano firme; no podés ser un blando en materia social, sobre todo porque es una herramienta político-partidaria donde te doy a cambio de , y es lo que los adversarios hoy tratan de decir de mí, que cambio votos por asistencia.
-No, yo les cuento que no es así, y la gente lo sabe. Por eso en los barrios humildes agradecen mi trabajo. Cuando el radicalismo era gobierno en 1989 llevaba adelante un plan alimentario, el PAN, que era muy necesario, sin duda. Pero cuando hubo que votar, la gente no los votó. Entonces, suponer que porque uno hace programas asistenciales cuenta con la adhesión de la gente es subestimar el voto del ciudadano y el trabajo que se hace.
-Bueno, la acción social otorga un gran poder.
-Cualquier acción bien hecha otorga poder. Si yo hago mal mi tarea, la gente me va a despreciar. Si cada uno de nosotros es bueno en lo que hace, consigue la adhesión de los demás, y eso no es malo. Por el contrario, el reconocimiento de la gente significa que he trabajado bien.
-¿Siente que es usted la carta fundamental que se juega Duhalde en sus intereses presidenciales? ¿Piensa que solo no hubiera podido?
-Es una enorme responsabilidad, pero este lugar me lo gané trabajando y siento que puedo ayudar al proyecto político de mi marido. Si no estuviera convencida de que es lo mejor para el país, seguramente me quedaría en mi casa y ustedes no me verían la cara. Pero creo que el proyecto de la provincia de Buenos Aires se puede trasladar a la Nación con éxito; por eso lo acompaño y me siento muy responsable. Seguramente él hubiera podido solo. Si ya les ganábamos separados... El radicalismo salía tercero, el Frepaso segundo, y tuvieron que unirse para pretender ganarnos. ¡El éxito ya es nuestro si dos partidos tuvieron que unirse para ganarle al justicialismo de la provincia de Buenos Aires!
-Con la llegada de la Alianza tambalearon un poco las encuestas. Dígame la verdad, ¿no le dio un poquito de miedo?
-En el momento que se hizo la Alianza nos hizo pensar. Pero después, en política dos más dos no son cuatro. Y la gente se adhiere, lo palpamos a través de las encuestas.
-A usted, que es nueva en esto, ¿no le resultan difíciles las críticas? Por ejemplo, hace poco Maradona hizo algunos comentarios...
-Bueno (risas) . La piel tiene que ir engrosando, ¿viste? Eso tiene que ver con lo que todavía es la política en este país. En vez de trabajar, mujeres y hombres buscan atacar al adversario, cómo agredir más...
-¿Qué responde cuando dicen que usted no está capacitada para debatir, que por eso rehúye el debate?
-Yo nunca me negué. Eso es algo que ellos (por la Alianza) han tratado de imponer y los medios lo toman no sé con qué intencionalidad. La primera vez que me hicieron esa pregunta dije: si vamos a debatir, será con ideas. ¿Qué interpretación hicieron los medios? No quiere debatir. ¡Por favor! Pero, ¿qué piensan? ¿Que soy una nena de pecho? Tengo personalidad. Cuando arrancó la Alianza, dije: cuando sepamos quiénes son los candidatos, vamos a debatir. Ya se va a acercar la fecha, que será en los últimos quince días. Seguramente se hará con personas civilizadas que presenten ideas, con reglas de juego claras, sin agresiones. Parecería que en política del adversario se puede decir de todo. Que se desvían fondos, que es un cínico, que es corrupto, como si todo eso no tuviera un costo. Yo tengo cinco hijos que me miran todos los días, y esas expresiones tienen un costo muy alto. No puedo calificar así a una persona, me parece una atrocidad el agravio, y tengo principios. No acepto ni perdono, ahora ni nunca, ese tipo de cosas, y si tengo que debatir con la señora (aludiendo a Graciela Fernández Meijide) no habrá ni un saludo que nos cruce.
-No creo que llegue a tanto. Son dos damas...
(Clava su mirada) -Yo no perdono y ni siquiera habrá un saludo.
-No le gusta hablar del entredicho que tuvo con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, pero, ¿usted se siente agredida por la prensa?
-Nunca. Sólo me sentí agredida por Magdalena y respondí en la medida en que me agredió. Al contrario, me siento bien tratada. Pero creo que cosas así no hay que aceptarlas, porque es como los políticos. Después se encuentran en la Cámara o en una fiesta y se saludan como si nada. Eso no lo tolero.
-¿Está de acuerdo con la libertad del palo ?
-Por favor... (Risas.) Esas son expresiones del Presidente. Prefiero no responder...
-¿Qué piensa del editorial publicado en el New York Times, donde se nos presenta como un gobierno corrupto, que limita a la prensa?
-Sabemos perfectamente que la prensa nunca tuvo tanta libertad como ahora.
-¿No cree que el caso Cabezas demostró que no es así?
-No, la policía y otros personajes quisieron callar a un periodista, a un medio en particular, por otras causas. Pero no se puede decir que tenga que ver con la libertad de prensa. El Presidente privatizó los medios. Durante el gobierno de Alfonsín, eran todos del Estado.
-¿Cree que el verdadero autor intelectual del crimen de Cabezas será juzgado?
-Estoy absolutamente convencida. El hecho de tener adentro a los autores materiales y tener idea de por dónde rondan los intelectuales, que parecería que están entre la policía de Buenos Aires y algunos personajes.
-Volviendo a la familia, ¿qué lugar ocupa en su vida, ahora que tiene menos tiempo?
-Siempre el primero, yo no me rasgo las vestiduras por ningún cargo; haré lo mejor que pueda, pero no puedo hacer nada para afuera si adentro no tengo a los chicos bien, la pareja armónica.
-¿Está en contra del divorcio?
-Sí. ¿Cómo no? Mis padres son separados. Mi padre ahora falleció, pero cuando yo tenía 15 años se separó de mi madre.
-¿Es cierto que cuando el vicegobernador Romá se divorció a usted le molestó y lo persiguió por todos lados para que recompusiera su familia?
-¡Pero por favor, que barbaridad, cómo va a ser cierto! Ves, es tan terrible; las cosas que se dicen... Eso salió en un libro, Las que mandan, un espanto, porque esa mujer (alude a Any Ventura, la autora) no me conoce, no me vio nunca. Cuando leí casi me muero. ¿Qué voy a interceder si no los conozco ni soy amiga de ellos? El vicegobernador no es amigo ni enemigo, no tiene por qué participarme de su vida íntima. Su vida privada es como la de cualquiera, privada. Con respecto al divorcio, no soy partidaria de mi divorcio porque sigo enamorada de mi marido, porque formarmos una buena pareja y una buena familia.
-Cuando aceptó la candidatura, ¿lo conversó con sus hijos?
-Por supuesto, todo lo charlamos.
-¿Cómo lo tomaron?
-Yo trabajé siempre fuera de casa, pero soy bastante organizada. Me voy a la mañana y las 5 de la tarde vuelvo a casa. Ahora estoy en campaña, así que les he dicho: bánquenme, que esto se termina, después vuelve ordenarse todo. De todos modos, son grandes, salvo los dos de 16 y 14. Son muy libres y hacen su vida.
-¿Una de ellas le da una mano en el Consejo?
-Fuera del Consejo. Recibo 14.000 cartas por mes y armé un equipito en el lugar donde tenía mi fundación para leerlas. En él está mi hija.
-Cuando determinaron el cierre de los boliches a las 3 de la mañana, ¿qué les dijeron sus hijos? Me imagino que les gustará salir a divertirse. ¿No les pasaron alguna factura?
-A los chicos puede no gustarles, como a cualquier adolescente, pero el que gobierna no puede pensar que todo tiene que gustar. Es como en casa, a veces las medidas que se toman no agradan a los hijos. Lo cierto es que en los cementerios, acercate como periodista y preguntá las edades de los que se entierran, vas a ver que no son mayoritariamente ancianos, sino jóvenes que mueren por drogas, accidentes, alcohol, suicidios. Entonces, el gobierno debe contraponer este efecto. Si se mantienen despiertos hasta las 8 de la mañana, o consumen alcohol, drogas o algún estimulante, se matan en las rutas. El Estado tiene que poner límites, que no alcanzan para solucionar problemas, pero por lo menos después de las 3 de la manana, la responsabilidad es de los padres. A mi hija de 16, que es la única que sale a bailar, le digo: El baile temina a las 3, 3.10 estás en casa. Si no, la próxima no sale. Libertad no es libertinaje.
-¿Usted es muy católica?
-Normal, más que nada por convicción.
-¿Eso influyó para que una de sus hijas tomara los hábitos?
-No, es ella, la que está ahí. (Señala a Analía, que la ha observado todo el reportaje.) Nada más que no tiene los hábitos, es laica consagrada.
-¿Cómo tomaron la decisión de ella?
-Un desastre, un desastre... (Su hija la mira, ella también.) Teníamos planes para ella, como todos los padres. La imaginábamos casada, con hijos, pero lo que uno quiere para ellos no es lo que ellos quieren. Al principio nos costó hacernos a la idea. Hubo que acostumbrarse a no verla. Pero, bueno, está a 200 kilómetros de casa, en Arrecifes. Cada tanto viene. Después, cuando uno los ve encaminados y satisfechos con sus elecciones...
-¿Realmente le molesta que la comparen con Eva Perón?
-Sí, porque no es cierto. Ella pudo ser lo que fue en ese momento del país, y tuvo su personalidad. Ella fue única, irrepetible, y yo también, soy lo que soy, no quiero parecerme a nadie, me acepto a mí misma. Si es por lo social, ¿cualquier religiosa que trabaje en lo social va a ser la madre Teresa de Calcuta?
-¿Y qué le parecen las mujeres políticas? Por ejemplo, Elisa Carrió, María Julia Alsogaray, Adelina de Viola...
-La verdad, creo que están haciendo una política de hombres; tienen actitudes que no me gustan, usan la misma metodología de los hombres en la forma de manejarse. Pero no quiero dar nombres, son apreciaciones personales.
-Ultimamente se la ve más linda, más arreglada, como que ha profesionalizado su imagen...
-Siempre cuidé mucho mi estética;, mi aspecto me importa, fui siempre muy coqueta. Ahora me sacan más fotos, me miran más. Entonces, con más razón...
-¿Es cierto que en Estados Unidos contrató a un cubano experto en imagen que la está asesorando?
-¿Le parece que a mis 51 años no puedo hacerlo sola?
-Seguro que sí, pero si lo contrató hizo un buen trabajo. ¿Qué tiene de malo?
-¡Por favor! Voy sola a la peluquería, me arreglo yo misma, compro mi ropa, que elijo si tengo tiempo, y ando por la Capital o miro vidrieras en Lomas. Yo no necesito asesores de imagen.
En la villa de Bernal, la gente se impacienta. Es casi la hora. Antes de partir para el acto y la posterior caravana, ella posa complaciente para las fotos, y después de algunas insistencias, sus hijos Tomás, María Eva y Analía, tres chicos amables y sencillos, aceptan a regañadientes unas fotos. Cabizbajos, no les gusta esto de aparecer en los medios. Tomás parece el menos convencido.
-Mamá, dijiste que no había más fotos -¡Ay, Tomás, y lo que falta todavía...!
Reina de corazones
Por la tarde del domingo en que se hizo esta entrevista, cronista y fotógrafo acompañaron a Chiche a Bernal y a Francisco Solano. Si algo quedó en evidencia allí fue el grado de adhesión de su electorado más incondicional. Merchandising mediante (gorros, sombreritos, buzos, matracas y banderines), los vecinos de Bernal sentían que su sola presencia ya era motivo de festejo. Algunos no entendían qué pasaba, otros andaban a los empujones para alcanzar la primera fila. La siesta emergía caliente del asfalto nuevo y macilenta en las calles aledañas que, según lo prometido, pronto pavimentarán.
Clamaban por ella y nadie, ni el archiconocido Saúl Ubaldini con su camperita y cabellos retintos, ni el ecologista Osvaldo Mércuri, ni el mismo gobernador y otros señores elegantes que firmaban autógrafos por ahí, nadie significaba lo que ella, a quien aguardaban impacientes, con cartas en la mano y criaturas en los brazos. La fotografía estaba colmada: la orquesta tocaba temas del grupo Sombras, las tarimas en cualquier momento se venían abajo por el peso de la multitud, adláteres con anteojos Versace ofrecían a los periodistas la mejor ubicación en el escenario a cambio de un café y cazadores de autógrafos que vaya a saber con quién nos confundieron.
"Qué linda que está..." "Mirá, ¿no te dije que era chiquita?" "Chiche, acá ¡¡¡acá!!!" Su secretaria juntaba a manos llenas los pedidos de auxilio, todos querían besarla, abrazarla, decirle que en el barrio hacen falta luz y tantas cosas. Al final se dio vuelta. La secuencia duró fracciones de segundos. Ella, con zapatos charolados y pantalón de lana, tomó envión, contuvo el aire y se lanzó a complacer a todos con los consabidos gestos de cariño. Su marido la sostenía del brazo; los custodios, o algo así, la rodearon para evitar desmanes. En estampida salieron todos corriendo tras la trafic que la trasladaba a San Francisco Solano, veinte cuadras más adelante, donde encabezaría la Caravana de la Lealtad. "Duró un ratito, pero valió la pena", decían satisfechos. Fue la reina de la tarde.