S.O.S. Navidad: la Nochebuena curada por expertos
Referentes de la gastronomía, el diseño, la ambientación, los vínculos y las bebidas nos dan tips para un festejo de autor, sin complicaciones
La cita es al mediodía de un viernes con un calor abrasador. Muy distinto de aquellas tardes donde el niño Donato De Santis amasaba junto a su mamá la pasta para la cena de Nochebuena y comprobaba si el viento que se colaba por debajo de la puerta de su casa de La Puglia, al sur de Italia, anunciaba una inminente nevada. Pero igual de sofocante que aquellas noches en Cipolletti, donde el termómetro rozaba los 30 grados, en las que una pequeña Mona Gallosi se disponía a "robar" -con la complicidad de su abuelo- los restos de sidra que sus padres abstemios jamás tomaban después de brindar. O similar a aquel año en el que una joven Fernanda Díaz realizó por primera vez la ambientación de la cena de Navidad de un importante hotel y pudo compartir ese espacio y momento especial junto con su familia. El calor abrasador de este viernes sin dudas remite a aquellas Navidades donde un ya adolescente Benito Fernández afilaba el ojo y era capaz de decir para sí mismo cuál de todos los invitados era el mejor y el peor vestido, o aquellas jornadas donde Miguel Espeche ya hacía gala de su habilidad de mediador y ponía paños fríos para que la noche fuera de celebración y no de conflicto.
Sin dudas, la Navidad es uno de los días más esperados del año. Por lo que significa, y también por cómo lo vivenciamos. Por algo los recuerdos asociados a esta fecha son casi siempre los que más atesoramos. Pero también es una de esas jornadas donde los potenciales conflictos suelen emerger, las emociones -tanto positivas como negativas- se potencian, los sentidos están alertas. Ese familiar que nadie soporta, pero hay que invitar igual; la suegra que insiste en cocinar para treinta aunque los invitados no llegan a diez; la tía que se viste y se peina como si fuera a la gala del Colón; la sobrina que va en ojotas como si fuera al club; el cuñado que no sabe tomar y antes de la medianoche ya está alcoholizado; la casa que parece más la sucursal de una tienda navideña que un espacio genuino de reunión y encuentro familiar.
¿Qué comemos? ¿Qué tomamos? ¿Qué nos ponemos? ¿Cómo preparar la casa para recibir a quienes van a venir? ¿Y la mesa? ¿Cómo manejar las ansiedades? ¿Es posible evitar que salgan a la superficie aquellos viejos rencores familiares? LA NACION reunió a un equipo de expertos para contestar estas y varias preguntas que surgen en vísperas de uno de los días más cruciales del año. Comida, tragos, ambientación, moda y vínculos son las áreas sobre las que opinan los más prestigiosos representantes en cada rubro. Desde Donato de Santis hasta Miguel Espeche, pasando por Benito Fernández, Mona Gallosi y Fernanda Díaz, la Navidad que se celebra mañana tiene un brillo especial si está curada por un equipo de expertos.
Lo primero que hay que decir es que casi todos coinciden en que la clave para transitar la noche sin sobresaltos es simplicidad. Cuando se trata de cocinar, preparar tragos o ambientar, lo prioritario es evitar complicaciones y tareas que demandan más energía de la que disponemos. Y no perder de vista nunca el objetivo real de la noche: estar juntos.
Mona Gallosi (bartender)
Es una de las voces más respetadas y autorizadas dentro de un ambiente que busca la innovación permanente. Con la premisa de trabajar "lo menos posible" en Navidad, Mona Gallosi sostiene que los tragos que se incorporen a la mesa de mañana deben ser simples y comunitarios, es decir, servidos en jarra o poncheras para evitar complicaciones.
"El típico ponche volvió como todo lo vintage. Hay de diferentes tipos: con vino blanco o con vermut rosso. A esa base le agregás manzana natural y en jugo, arándanos y te queda algo fresco, rico y sencillo". Mona confiesa que en Navidad tiene una preparación que no falla: "A la mañana pongo a hervir anís estrellado, cardamomo, rodajas de pomelo, pimienta y jengibre. Hago un buen té fusionado, lo vuelco en un bol y lo meto en el freezer. A la noche, dos horas antes de que lleguen los invitados, lo saco y lo pongo en una ponchera con un litro de vermut rosso, dos litros de jugo de pomelo y agrego almíbar o algunas cucharadas de azúcar. Se sirve con cucharón en vasos con hielo. Es simple y trabajé sólo un ratito a la mañana".
El clericó con vino rosado o la sangría con vino tinto también son opciones válidas, "Son primos hermanos del ponche -sostiene Mona-. Aunque hay que tener cuidado porque la fruta fermentada lleva a embriagarnos más rápido. También sale mucho la jarra con espumante, que es el gran protagonista de la noche. Yo recomiendo jugar mucho con el espumante, mezclarlo con jugo de pomelo y hojas de albahaca y de paso bajamos la graduación alcohólica. O con spritz y gin más unas rodajas de pepino y tenemos un cóctel más fuerte. También se puede servir con helado de melón antes del postre", dice la reconocida bartender, Otros tips están relacionados con la temperatura del espumante. "Alcanza con meter la botella en la heladera dos horas antes y nunca enfriarla en el freezer porque se arruina la burbuja. Y en la frapera llenar con 3/4 partes de hielo y después agregarle agua". Ah, e hidratarse siempre después de tomar alcohol: "No olvidar intercalar por cada copa de alcohol dos de agua para limpiar el organismo".
Benito Fernández (diseñador)
Es casi imposible pensar en referentes de la moda argentina y no detenerse en él. Ecléctico, arriesgado, audaz y amigo íntimo de los colores vibrantes, la de Benito Fernández es una de las opiniones más buscadas a la hora de dilucidar algo que suele ser un problema cuando nos plantamos frente al placard: qué nos ponemos mañana. ¿Buscamos impactar o nos conformamos con no desentonar?
Lo primero que dice Benito es lo que no debemos hacer: "A veces, en estas fechas uno peca por estar distinto. Pero lo distinto y especial para mi pasa por otro lado. El problema es que tenemos unos mandatos muy fuertes que vienen de afuera, de los que es difícil salirse. Es esa pomposidad que vemos en las películas que no tiene nada que ver con nosotros", plantea el diseñador devenido en conductor de Vestido de Novia.
"En general se tiende a un overdressed. Por un lado está bueno querer estar distinto, pero mi consejo es que hay que ser más relajados, salir de esa presión. Lo especial pasa por ser uno mismo lo más auténtico posible: ponerse una linda camisa, una musculosa de seda o de puro algodón y combinarla con unos accesorios como unos aros o un colgante importante, por ejemplo... Creo que la clave pasa por que sea lo más parecido a lo cotidiano de uno, pero con una vuelta de tuerca para que la gente con la que uno comparte esa noche sienta que te pusiste bien para ellos".
Sin embargo, Benito sostiene que en la fiesta de Año Nuevo el dress code puede virar hacia un estilo más osado. "Es otra cosa. A la tradición de vestirse de blanco que mucha gente adopta, se le agrega brillo y colores metalizados. En general todos están más relajados, de vacaciones y en ese contexto se animan a jugar bastante más, es como que vale todo. Por eso se juega un poco más con el look, se permite agregar cosas que en general uno no usa, como un sombrero, moños o el cinturón heredado de la abuela. Lo bueno es permitirse jugar... aunque sin dejar de lado nuestro estilo personal".
Fernanda Díaz (ambientadora)
Cuando toca ser anfitrión, nuestra casa pasa a ser el centro del encuentro. Y muchas veces, sin quererlo, eso nos carga de responsabilidad. "El hecho de ser anfitrión nos hace salir de nuestro eje y muchas veces hacemos algo que no nos representa, algo artificial porque sentimos que tenemos que demostrar algo diferente que no somos", asegura Fernanda Díaz, ambientadora (aunque confiesa estar peleada con esa palabra y prefiere que la llamen interventora o reinterpretadora de un espacio). "Creo que el error pasa por no fortalecer los recursos que tenemos en casa. No hay que salir a comprar algo impuesto. El secreto es volver a mirar nuestro hogar con ojos amorosos y reinterpretar esos objetos cotidianos". Un perchero que puede transformase en un árbol de deseos; una línea orgánica de copas que marcan un camino, con un principio y un final como el año que estamos dejando atrás o el que está por comenzar; una mesa envuelta en una tela traslúcida que simboliza un regalo. "La idea es profundizar desde la emoción. Hay elementos dentro de las casas que son muy estéticos, por ejemplo las cucharas. Cuando uno las pone en repetición arma algo hermoso. A veces basta con cambiar las cosas de lugar, o colgar aros o anillos en un objeto de arte. Hay que animarnos a mirar nuestra casa con ojos diferentes, a reinterpretar los objetos cotidianos, a cargarlos de un nuevo significado", insiste Fernanda.
Incluso -sugiere-hasta animarse a jugar con los objetos de nuestros hijos, hacerlos participar de esa gran construcción de sentido que estamos armando para recibir. "Una vez llené de globos de helio el pasillo, cada invitado se llevaba uno y lo soltaba al salir. Está bueno animarse y pensar qué es lo quiero comunicar con mi casa, cómo hago para dotarla de sensaciones, de sentimientos. Yo creo que hay que animarse a jugar y a redescubrir la alacena, el placard. Y preguntarse: ¿por qué no? Mientras más jugás, invitás a los otros a jugar también", concluye la creadora de sensaciones.
Miguel Espeche (psicólogo)
Los tuyos, los míos, los nuestros... Los presentes y los ausentes. Sin dudas las Fiestas han ido mutando al ritmo de las nuevas formas de familia y muchas veces no hacen más que sumar malestar a la mesa navideña. Por eso, para el psicólogo Miguel Espeche hay que partir de la base de que las celebraciones ideales no existen. "Por empezar, conviene no añorar las Fiestas ideales, de catálogo o de libro de cuentos. Gran parte del malestar que a veces se siente es porque se compara la realidad con un ideal imposible. Aceptar la realidad de las cosas es el primer paso para lograr generar una buena experiencia, que sea significativa, aunque no perfecta -dice el especialista en vínculos-. La complejidad de la familia de hoy es mucha, por lo que no siempre se está con aquellos más queridos y no puede evitarse "soportar" y "ser soportado" en el contexto del encuentro, sea en la casa de los propios, en lo de la familia política o donde se decida estar ese día. Conviene aceptar esa realidad, sin pelearse contra ella".
Para Espeche en el caso de las familias ensambladas, que involucran a padres separados, es importante ser flexibles y tolerar algunas frustraciones dolorosas como, por ejemplo, no pasar alguna de las Fiestas con los hijos. "No hay que extorsionar a los chicos o hacerlos sentir culpa por ser «desleales» al estar con el otro padre. Y no se les debe hacer decidir sobre cuestiones que van más allá de ellos. Lo deseable es que los grandes definan cómo se organizará la cuestión. Navidad con mamá y Año Nuevo con papá o viceversa. Pero no tirarles a ellos la responsabilidad de elegir. Y no trasladar a los chicos cinismos y amargos descreimientos. Ellos disfrutan de lo mágico, lo extraordinario".
Por último, Espeche pone el acento en algo que suele sobrevolar cada Navidad: la competencia. "No importa quién hace el mejor regalo o quién cocina el mejor plato -asegura-. Las Fiestas no van a solucionar los conflictos que subyacen en las familias y entre los amigos, pero sí pueden ayudar a recordar eso que está más allá de la espuma de las cosas: qué es lo que une a los que participan del encuentro".
Donato De Santis (cocinero)
"¿Algo sencillo y rico? Es un binomio que no funciona. Si le agregabas la palabra «barato» te decía que era imposible", dice lanzando una carcajada con su inigualable acento italiano el cocinero Donato De Santis. Claro, él, como todos, sabe que el rubro comida es muy importante en cualquier celebración, y si esa celebración es Navidad, la palabra que mejor define a lo que se ingiere pasa a ser clave.
"La realidad es que en las Fiestas no se come, se morfa. Es un término feo, duro, pero es la verdad. La comida antes era como una ofrenda. Hoy ese sentido se perdió porque se transformó en exceso". Tal vez por eso Donato asegura que en un menú navideño hay lugar para todo: no deben faltar los frutos de la tierra ni del mar. "La mesa ideal seria una mesa que cubra todo la que da la naturaleza y que pueda hacer el hombre -sostiene el cocinero y empresario detrás del restó Cucina Paradiso-. Mi consejo es que no hay que complicársela y que cada uno aporte lo que mejor le salga. La Navidad es color, variedad, abundancia. Un poco de legumbres, una rica pasta amasada... una ensalada... Hasta sushi. Lo frío y lo caliente, todo junto. Es la celebración de la abundancia".
Sin duda, la mesa dulce es otro de los puntos fuertes de la noche. Allí los crustoli (dulces fritos típicos del norte de Italia) son un pleno seguro, lo mismo que un buen panetone plagado de frutos secos o un fresco gelato. Claro, mejor ignorar las calorías que se suman al cuerpo con cada uno.
¿Donato cocina para su familia en las Fiestas? "Yo siempre digo que no voy a cocinar, que no voy a hacer nada y después me interno en la cocina por horas. También decimos que no vamos a invitar a nadie y después resulta que vienen como treinta. Es un festejo muy felliniano, casi folklórico. Pero yo lo vivo de afuera porque soy budista", confiesa el reconocido chef que para entrar en comunión con el espíritu Navideño escucha música alusiva. "Frank Sinatra, Mariah Carey, hasta José Feliciano. Me gusta ir entrando en clima".
Producción Gabriela Ballesi