Emigraron a España y preparan un plato Made in Argentina que enloquece a los turistas: “La gente la pide un montón”
Dejaron sus trabajos y comenzaron una aventura a miles de kilómetros, lejos de Buenos Aires; en diálogo con LA NACION aseguraron que no todo fue fácil, pero que el esfuerzo valió la pena
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Nicolás Javier Jiménez (28) y Katherine Pineda (25) son el claro ejemplo de esfuerzo y esmero. Con temor y una gran incertidumbre, cada uno por su lado decidió renunciar a sus trabajos en Buenos Aires con el objetivo de cambiar su vida y probar suerte en España. Allí, el destino los unió, se enamoraron y junto con su familia instalaron un restaurante con tinte argentino en O Vicedo, un municipio de la comarca de La Marina Occidental, en la provincia de Lugo, Galicia. Su historia está colmada de anécdotas, sentimientos y una gran tenacidad.
Nicolás, nacido en Martín Coronado, Tres de Febrero, dialogó con LA NACION y reveló que hace tiempo tenía en su cabeza la idea de armar las valijas y cambiar la rutina exigente que llevaba. “Trabajaba en la zona de microcentro, en una aseguradora de cargas que trabajaba con un sistema de seguridad. Arranqué este camino el 29 octubre de 2019, cuando llegué a la ciudad de Madrid. Desde ahí, me trasladé hacia Toledo, donde tengo parte de mi familia, y busqué trabajo durante mucho tiempo. Mi primera idea era trabajar en Talavera, cerca de la ciudad. Sin embargo, no sabía lo que iba a pasar después”, explicó sobre el momento que tomó la decisión de partir de su lugar de origen.
Si bien desde un primer momento sentía que finalmente su sueño por fin se había cumplido, cuatro meses después de su llegada, la noticia del inicio de la pandemia de del Covid-19 en Europa alarmó por completo a toda la población. A partir de ahí, tuvo que improvisar desde cero: “Trabajé primero en un lavadero de autos y en una empresa. No tuve una buena experiencia, me pagaron menos de lo que prometía la oferta laboral. Estaba tan frustrado que decidí cambiar de rubro”.
Si bien estos obstáculos lo hicieron desmotivarse por algunos instantes, esto no fue un impedimento para alcanzar su objetivo y se reinventó por completo: probó suerte en el rubro de la Hostelería. “En España no es lo mismo que en la Argentina. Acá significa dar un servicio de comidas, todo lo que tiene que ver con darle a la gente un lugar donde pueda pasar el tiempo. La primera experiencia fue en el bar La Alcaparra. Estuve un mes y medio, pero por diversas cuestiones no me sentía a gusto. Al poco tiempo me crucé con un argentino llamado Lucas, él fue el que me impulsó a cambiar y trabajar en otro Bar, llamado La Facultad. Llevaba dos semanas ahí y el 13 de marzo de 2020 nos encerraron por la pandemia, sostuvo.
La llegada de Kathe y el nuevo capítulo en la vida de ambos
Casi al mismo tiempo de la época en la que él vivía todas estas experiencias, pero a miles de kilómetros, Kathe Rosario Pineda atravesaba un momento de cambios. En el verano del 2020, también tomó la decisión de probar suerte en España, ya que sentía que en la Argentina no iba a poder progresar como quería. “Estaba por recibirme de Licenciada en Administración de Empresas y en un instante dije ‘chau’ y de un día para el otro saqué el pasaje”.
Por otro lado, corría con la ventaja de que ya conocía a Nicolás, ya que es el hermano de su mejor amiga. Como ya estaba instalado desde hacía algunos meses en España, el 24 de febrero de 2020 tomó coraje y decidió convivir con él. Sin embargo, vivieron juntos el escenario menos pensado: la cuarentena. “Pasamos situaciones feas. Vivíamos en un piso compartido con otra chica, pero a los pocos días nos confinaron. Nos comíamos nuestros ahorros, era mucha incertidumbre y no teníamos ayuda de ningún tipo. A finales de junio, cuando levantaron las medidas, los bares abrieron limitadamente, pero a él no lo llamaron. Era buscar trabajo desde cero. Por mi parte, cuidaba a dos nenes, pero tan solo tres días a la semana”, recordó Kathe.
Al poco tiempo, consiguieron trabajos fijos. Ella, en un bazar, y él, en otro bar. No obstante, los sueldos eran bajos. Para aquel entonces, la chispa del amor no había llegado y tan solo tenían un estrecho vínculo de confianza. “Ahí tomamos la decisión de mudarnos a un piso solos. Si bien sentimentalmente no éramos pareja, había como una relación de familia. En noviembre de 2020, cuando levantaron las restricciones nuevamente, vino el hermano de Nicolás, Fernando”, señaló.
El lugar en el que los tres se encontraban era Talavera. Allí, pasaron las fiestas de fin de año unidos y con un propósito en mente: comenzar el 2021 en otro lugar. Iniciaron la búsqueda y el primer destino en su agenda fue Lugo, situado en el noroeste del país, en Galicia. Allí se percataron que el costo de vida era más barato y emprendieron su viaje hacia principios de ese año.
“Justo fuimos el día de la tormenta Filomena, una helada enorme que hubo en Madrid. Como argentinos mandados dijimos ’vamos igual’. Fuimos a la estación, ahí llegamos y la nieve tapaba todo, se nos congelaban hasta las pestañas. Obviamente, el tren no salía porque no podía y nos quedamos varados un montón de tiempo hasta que de casualidad encontramos a un taxista. Una vez que salimos de esa zona, nos tomamos un tren, duró casi 10 horas el viaje. Llegamos a la noche, en un piso compartido, empezamos de cero nuevamente”.
En Talavera, la situación laboral aún no mejoraba. Era enero, hubo una nueva restricción por el avance del Covid-19. Sobre la marcha, trabajaron en una playa cercana hasta que, tras pasar por varios pueblos y lugares, decidieron trasladarse hacia Vivero, situado en la provincia de Lugo. Nicolás decidió ir primero y luego se sumó Katherine. “Fuimos a un piso compartido con un chico que nos ofreció trabajo como vendedores de Internet, pero a su vez seguíamos con la incertidumbre de no saber qué iba a pasar”, relataron.
En el medio de su viaje, Nicolás y Kathe se enamoraron y se casaron
Si bien nunca lo imaginaron, entre tantas anécdotas compartidas y momentos, ambos se dieron cuenta de que su vínculo no era simplemente de confianza y el amor traspasó todo tipo de relación. Comenzaron a salir y se casaron en la playa.
En simultáneo, habían encontrado el lugar específico que tanto desearon: O Vicedo: “Es un piso que podemos alquilar todo el año y más económico que en una ciudad. Es un pueblo turístico que está en la naturaleza misma, hay mucha gente que le parece un encanto pero simplemente para venir en vacaciones. Los adolescentes de acá generalmente se van a estudiar a otros lugares cercanos, por eso hay mucha gente mayor. Nos encantó porque veníamos de trabajar en microcentro, y lo que implica todos sus ruidos y acá había mucha tranquilidad. Nos acomodamos mucho mejor, al ser el costo de vida más barato y tener trabajo estable, fue muy positivo. Mientras tanto, nuestros jefes nos dijeron que teníamos trabajo todo el año, ahí fue cuando tomamos la decisión de quedarnos acá”.
El momento en el que decidieron abrir su propio restaurante: “El negocio marcha sobre ruedas”
Cansados de trabajar en relación de dependencia, comenzaron a organizarse y proyectar. Kathe, por su parte, homologó las materias de su carrera para finalmente recibirse, y Nicolás buscó un lugar para emprender. “Encontramos Os Cruces, un local que estuvo abierto hace 40 años. Antes de la pandemia el dueño falleció, después abrieron solo en temporada y luego cerraron. Nos encantó, era enorme, ya pensábamos en poner una parrilla”, señaló.
A la par, llegó la hermana de Kathe, Yohana, con su pareja, Germán. Juntos, decidieron instalar una empresa. “No estábamos familiarizados con la gastronomía gallega y por eso fuimos a lo seguro. En febrero de 2022 cumplimos con todos los trámites legales para instalarnos y el 1 de abril hicimos la inauguración. Al día de hoy me dicen que nos tendríamos que haber ido a otro lugar, pero nosotros estamos firmes con nuestras convicciones de tener nuestro lugar y argentinizarlo”, sostuvo Pineda.
La impronta de su local y los platos más elegidos
Como O Vicedo es una ciudad muy visitada, son muchos los turistas argentinos que llegan para probar sus comidas: “Vienen bastante, al igual que muchos uruguayos. Tenemos muy buena onda”. Sin embargo, son los españoles los que se enamoraron de los platos populares y de la cultura que tanto reflejan en el negocio.
“Lo que más sale con las ‘empanadillas’, como le llaman acá. Le dicen empanada a lo que es nuestra tarta. También piden mucho los chorizos criollos en la parrilla, la tira de asado -que acá le dicen banderita- y también salen bastante las milanesas napolitanas, a caballo, con papas”. Si bien ambos enumeran una amplia lista en su menú, ambos coinciden en que hay un éxito clave y que pocos españoles lo probaron: la bondiola. “Así tal cual con nuestro nombre. La gente la pide un montón, al igual que el matambre a la pizza”, mencionan.
En la actualidad, la familia trabaja con esfuerzo para llevar su negocio hasta lo más alto. Al mismo tiempo, descubren de a poco los paisajes que les restan conocer y que tanto los cautivan. En tanto, comparten todo el contenido del local en su Instagram @oscruces.vicedo. De esta forma, lo que fue un sueño atravesado por obstáculos, terminó transformándose en una historia de amor y llena de éxitos.
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