¿Quiénes son?
Eileen Ebene (27 años) y Martín Bueno (50 años) son los socios fundadores de SmartCultiva.
¿Qué hicieron?
Desarrollan dispositivos y software para la agroindustria. Uno de sus productos fue seleccionado por la NASA para la misión a Marte en 2030.
¿Cómo lo hicieron?
Todo comenzó hace tres años cuando Martín tuvo la idea de diseñar y producir unas macetas en formato de bandejas para cultivos hidropónicos. Pensaba que lo que era una tendencia pronto se convertiría en una moda mundial. Este tipo de cultivos, si bien son de alto rendimiento en espacios reducidos y, en ciertos casos, se obtiene mejor calidad que la obtenida en suelo, requieren un estricto control de parámetros para garantizar el éxito. Por eso, el sello distintivo de su producto era un sensor interno que medía la temperatura del agua, el CO2, la luz, la humedad, y se complementaba con unas luces led para mejorar las condiciones de la planta.
La bandeja se vendió poco, pero gracias a eso conoció a su socia, Eileen, que vio reunido en ese producto dos temas que seguía de cerca: los cultivos hidropónicos y la tecnología IOT (Internet of Things) que permite recolectar datos con sensores y, a partir de la información que se genera, tomar decisiones. "En el trabajo cotidiano nos combinamos con tareas diferentes: Eileen se encarga de la etapa de producción y coordinación del equipo de ingenieros que diseñan nuestros productos. Yo estoy enfocado en el desarrollo del software y las aplicaciones para que esos dispositivos funcionen. Y ambos nos encargamos de la comercialización", explica Martín Bueno.
SmartCultiva diseñó un robot para monitorear en tiempo real la humedad, la temperatura y otras variables en grandes cultivos.
Hoy, la empresa diseña y produce más de 25 nanosensores que se exportan a Estados Unidos, Perú, México, Europa Central y Emiratos Árabes. En cuanto al desarrollo, tanto de software como de electrónica, la premisa principal sobre la que se trabaja es la optimización en el consumo energético y la reducción del tamaño de los dispositivos para lograr sensores más autónomos, mejor comunicados y de menor costo. Estos atributos fueron los que les abrieron el camino para llegar a la NASA.
Ambos emprendedores tomaron nota de que otro argentino, profesor de Ciencias de la Universidad de North Dakota, era uno de los responsables de convocar a diferentes proveedores mundiales para cubrir las necesidades de dispositivos que se utilizarán en uno de los módulos que la agencia aeroespacial norteamericana está armando para llevar a Marte en 2030. Se trata del módulo en el que los hombres que vivirán en Marte cultivarán su propio alimento. "Fuimos a la NASA en el mismísimo Cabo Cañaveral, donde tienen una réplica del módulo que instalarán en Marte. Llevamos nuestros sensores para que los astronautas pudieran medir con precisión el estado de sus cultivos y, por supuesto, cuando hicimos la prueba falló. Pero los mismos directivos de la NASA nos ayudaron a repararlos en ese momento y, cuando lo vieron funcionar, les pareció que era una buena solución. Y nos transformamos en proveedores de la NASA, lo que fue realmente un trampolín de nuestros productos para todo el mundo. Hoy, el 70% de nuestra producción la compran diferentes productores agropecuarios de Emiratos Árabes".
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