Él vivía en México, ella en Argentina y, aun sin conocerse, se hicieron amigos en una red social; durante dos años hablaron cada día hasta que una confesión lo cambió todo.
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Aldana jamás hubiera imaginado que las redes sociales pudieran servir más que para compartir estados, fotos y rastrear novedades de su interés. ¿Y para el amor? Las redes, se decía, no son para el amor, aunque sí, tal vez, para conocer gente.
Sin dudas, Buenos Aires y su vida se hallaban demasiado caóticas como para pensar en el amor cara a cara. Entre sus estudios, trabajo y amistades, no quedaban energías suficientes para citas en una ciudad que, por momentos, sentía demasiado acelerada. Para ella, chatear por las redes era su camino para bajar la velocidad, descomprimirla de sus obligaciones diarias e intercambiar opiniones y puntos de vista con personas de todas partes del planeta.
Le gustaba acercarse a otras culturas a través de algunos portales, aunque jamás hubiera imaginado que aquella distracción la llevaría hacia la aventura más importante de su vida.
Vos México, yo en Argentina: amigos a la distancia sin jamás haberse visto
A Jorge lo conoció en una comunidad online destinada a entablar amistades. Empezaron a intercambiar un diálogo casi sin buscarlo, la conexión fue inmediata y, a las pocas horas, él la agregó a Facebook, plataforma que se convirtió en su punto de encuentro desde entonces.
Con Jorge no había obligaciones, presiones ni pretensiones, tan solo intereses en común que dieron nacimiento a una bella y profunda relación de amigos a la distancia. “Yo estaba en Argentina y él en México, ya que es oriundo de dicho país”, cuenta Aldana.
Pronto se encontraron envueltos en una interminable charla que se interrumpía y se reanudaba al ritmo de sus actividades y su no tan drástica diferencia de husos horarios. Sin darse cuenta, los meses transcurrieron mientras las conversaciones desfilaban por tantos rubros como anécdotas de vida. Y así, en un abrir y cerrar de ojos, Aldana se dio cuenta de que, con Jorge, ya llevaban dos años hablando y que, a pesar de no conocerlo personalmente, siempre quería saber de él y lo extrañaba cuando por algún motivo se espaciaban demasiado sus charlas, ¿qué le estaba pasando?
Una confesión: “Somos dos locos”
Allá en México, a 7 500 kilómetros de distancia, una noche Jorge decidió compartir algunas copas con amigos. Aldana, como siempre, invadía casi todos sus pensamientos. Tan bella, sensible y profunda, era la mejor amiga que podía pedir y, sin embargo, su corazón lo alertaba cada vez que conversaban o la imaginaba. Pero. ¿qué pretendía? Tan solo eran amigos que jamás se habían visto en su vida y, para colmo, los separaba una enorme distancia.
Aquella noche las bebidas espirituosas nublaron el juicio de Jorge. Allí, mareado, rodeado de rostros y risas, y alejado de toda racionalidad, le escribió: “Tal vez sea una locura, pero estoy enamorado de vos”. En otro rincón del continente, el cuerpo de Aldana se estremeció y respondió temblorosa: “Somos dos locos”.
Fue así que Jorge sacó pasaje para volar a la Argentina y ver a Aldana por primera vez.
Buenos Aires mágica y hacer funcionar una relación a distancia
Se abrazaron con fuerza y no tardaron mucho en besarse, parecía increíble, pero se sintió tal como si se conocieran de toda la vida. Cada momento argentino fue hermoso, recorrieron lugares icónicos de Buenos Aires, todos cargados de esa magia provocada por el velo del enamoramiento.
“Después de tanto idilio llegó la despedida”, recuerda Aldana. “No queríamos separarnos y supimos que teníamos que encontrar la forma de hacer funcionar nuestro amor”.
Durante los siguientes cuatro años y medio alejados por la distancia de sus países, se vieron en México, en Argentina y, en una romántica oportunidad, en Italia, un momento inolvidable de sus vidas.
“El motivo por el cual vivíamos separados era porque cada uno estaba estudiando”, explica Aldana. “Yo estaba cursando mi carrera de nutrición en la UBA y él, justamente, ingeniería en Italia”.
Cuando la distancia se amplía y pone a prueba el amor
Jorge y Aldana ansiaban emprender juntos una vida de a dos. Finalmente, en otra jornada inolvidable, la joven argentina se recibió; su amado, por otro lado, anunció que estaba a pasos de terminar su maestría. La vida parecía haberse alineado, pero una nube negra e inesperada cubrió el mundo entero: coronavirus.
Una vez más, las circunstancias pusieron a prueba su amor. Seguros de lo que su corazón dictaba, pero impacientes por comenzar el primer día del resto de sus vidas, Aldana y Jorge contaron cada segundo hasta poder volver a verse.
Jamás hubieran imaginado que el mundo distanciaría a la humanidad entera de semejante forma. Un año y cinco meses tuvieron que esperar hasta poder concretar ese ansiado abrazo del reencuentro, un tiempo que se sintió más desolado que todos los kilómetros que los habían separado con anterioridad.
Por fin, la llave hacia esa otra vida que Aldana había encontrado en una red social, logró abrir del todo el portal del amor: “En mayo de 2021 viajé y nos casamos, actualmente estamos viviendo en Toluca, estado de México”, concluye con una sonrisa plena de felicidad mientras suena “No te apartes de mí” de fondo, el tema que eligieron para bailar el vals en su boda.
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