“Solo pido que haya paz”: la historia del monje que lleva 43 años sin bajar su brazo

Hasta 1978, Amar Bharati trabajaba en un banco en India y vivía junto a su esposa y tres hijos. Poco después, decidió dejar de lado todo lo que había construido hasta entonces y volcarse completamente a su fe. Empezó a ir al templo, a adorar a Shiva -deidad hindú- y emprender un camino espiritual que lo llevó a cuestionarse la forma en la que funcionaba el mundo. Así fue como un día levantó su brazo y no lo volvió a bajar: durante dos años sintió mucho dolor, pero su devoción fue más fuerte.

“No pido mucho. ¿Por qué peleamos entre nosotros? ¿Por qué hay tanto odio y enemistad? Solo pido que haya paz en el mundo entero para vivir unos con otros”, explicó, 10 años atrás, en diálogo con el medio Rediff. Desde aquel momento, su figura creció hasta volverse viral y su gesto impactó al mundo entero.

Si bien otros miembros de su culto siguieron sus pasos para manifestarse contra la violencia y la guerra, la mayoría resistió entre 7 y 13 años, máximo 25. Las más de cuatro décadas que Bharati lleva con su extremidad en el aire representan una hazaña jamás vista, ni siquiera por aquellos que profesan su religión y realizan sacrificios similares al suyo. No obstante, más allá del simbolismo y las convicciones que lo condujeron a mantener el brazo extendido por tanto tiempo, existe una razón médica que impide adopte otra postura.

En contacto con LA NACION, la licenciada en kinesiología y fisiatría Silvina Monti evaluó la imagen del hombre y explicó las consecuencias que la drástica decisión implicó para su salud. “Ante la falta de masa muscular y el estado de nutrición, [el hombro] quedó luxado y fuera de la cavidad glenohumeral. El mismo proceso inflamatorio se reorganiza en un tejido fibroso y queda organizando la estructura, toda la articulación ubicando al hombro en esta posición”, expresó.

Si Bharati quisiera mover su brazo debería, sí o sí, someterse a una cirugía y luego a un largo proceso de rehabilitación para recuperar su movilidad y posición. “Los años le generaron una artrosis también en sus dedos y no puede abrir la mano”, añadió la osteópata. Sin embargo, para obtener una conclusión más precisa, habría que estudiar las condiciones de salud y nutrición en el momento en el que alzó su extremidad por primera vez.

“Todo se puede llegar a mejorar. Es un trabajo de hormiga pero puede recuperar la movilidad del brazo, desbloquear los músculos y liberar. Pero tiene mucho que ver la parte emocional”, cerró Monti.

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