Aunque nunca parece haber sido su plan, Sol Acuña Anchorena (51) siempre marcó tendencia. Primero, en los años 90, cuando imponía su belleza en las pasarelas y la publicidad y después como fundadora de Rapsodia –una marca de ropa que mezcla la bohemia y el rock–, que creó junto a su prima y amiga íntima, Josefina Helguera, hace ya veintiún años (en febrero de 2017 el fondo de inversión L Catterton adquirió parte de las acciones para darle proyección global). En el medio, se enamoró de Hernán Coudeu (50), fue mamá de Azucena (16) –le dicen Zuzu y es una ascendente influencer de moda y pastelería en redes sociales–, conoció el desgarro más intenso y el único dolor que no tiene nombre cuando, en diciembre de 2009, Ludivine, su segunda hija, nació sin vida; pero tras un trabajo de búsqueda interior muy profundo (y unos años en Uruguay) pudo rearmarse, resignificar todo ese sufrimiento y animarse a ser mamá otra vez. Así llegó Lucio (7). Será por eso que ahora, cuando habla, Sol transmite paz, tranquilidad y seguridad, como alguien que hubiera vivido cien vidas o hubiera estado cara a cara con algún Dios.
–¿Qué actividades o momentos compartís con Zuzu?
–Compartimos todo lo que sea hablar de moda, las compras cuando viajamos, y también pensamos juntas las cosas de trabajo. Azucena está empezando a hacer fotos, hizo las gráficas de Complot el año pasado y este, y bueno, al principio yo era una especia de "mamanager", pero no dejaba de resultar raro, así que empezamos a ver agencias. Al final, después de conocer varias, nos decidimos por Civiles, que tiene el perfil de valores que me gustarían para Azucena, con los que me siento cómoda. Estoy muy conforme porque como ella es menor de edad me preguntan todo, me consultan, y siento que la cuidan y la respetan. Eso es fundamental para que no se maree, para que siga estudiando, para respetar los tiempos de una chica de 16 o 17 años. Así que estoy chocha que hemos resuelto ese tema.
–Desde que empezó la cuarentena Zuzu inauguró un emprendimiento de repostería. ¿La ayudás con eso?
–Ella cocina muy bien y se le ocurrió poner en marcha un @zuzucooks, su emprendimiento de pastelería. Y la verdad es que es muy dedicada y responsable. Tiene pedidos, se ocupa de todo y no sabés lo bien que lo hace… Cómo decora y lo ricas que son sus tortas. Trabaja un montón. Yo la ayudo a comprar las cosas en el mayorista, a hacer los costos, pero en general se las arregla bien sola. Soy muy cercana a ella y siempre intento darle el lugar para que pueda confiar en mí, para que pueda hablar conmigo, para que me busque cada vez que me necesite.
–¿En qué la ves parecida a vos y en qué es completamente distinta?
–Es parecida a mí en algunas pasiones, como la moda y la música, y en ser emprendedora y responsable. Después tiene su personalidad, su carácter, y se hace respetar, pero nos complementamos bien. En lo que es distinta, por ejemplo, es en la tranquilidad. Yo soy toda nerviosa y ansiosa, y ella es muy tranquila. Yo camino rápido y ella camina despacio, y aunque las dos somos organizadas, es como que nos organizamos de maneras distintas. Yo soy muy apasionada con ciertas cosas y ella tiene una pasión más controlada. Esa es la gran diferencia. Azucena es decidida y yo capaz soy un poco más atropellada.
–¿Ahora que ella está transitando la adolescencia cambió el vínculo entre ustedes?
–Por suerte no cambió para nada. Siempre fuimos muy compañeras, trato de darle lugar para que se exprese, para escucharla, para preguntarle qué le pasa, qué siente, qué necesita, si tiene ganas de hablar. Siento que ella responde a eso y me habla sin vergüenza, me pregunta las cosas. Y está bueno, porque siento que la puedo ayudar. Ella confía en mí, por más que me tenga que decir algo que hizo mal. Es muy franca y no me lo va a esconder nunca. Sabe que puede decirme: "Mamá, me mandé una macana". Y que yo la voy a comprender y no me voy a enojar. Trato de ser una mamá comprensiva y si mi hija hizo algo mal o se equivocó, intento que vea el error y lo repare, en lugar de ponerme a gritar y que salte todo por el aire.
–¿Son de compartir ropa, accesorios, perfumes?
–Compartimos todo. Accesorios, ropa… Calzamos igual, ella mide como yo, así que podemos compartir la ropa y los zapatos sin problemas. Cuando algo no está en mi ropero es clavado que está en el de ella. Pero sabe lo que no puede tocar. [Risas]. Aunque en realidad no tengo nada raro que no pueda compartir con mi hija. Los perfumes no tanto, soy medio arisca con los perfumes. Me encantan las nuevas fragancias que sacó Rapsodia y participar de ese proceso de creación con el nariz, armar la botella, el packaging, y a ella también le gustan mucho pero, en ese caso, yo tengo los míos y Zuzu los suyos, para evitar conflictos.
–Hace unos años, contaste en una nota la dolorosa experiencia que te tocó vivir con tu segunda hija [el 24 de diciembre de 2009 nació sin vida Ludivine]. Sin embargo, pese a ese dolor, te animaste a ser mamá otra vez. ¿La llegada de Lucio te ayudó a sanar?
–La verdad es que la experiencia de haber perdido a mi segunda hija fue el cachetazo más grande que recibí en mi vida. Fue algo así como un silencio, una pausa en mi existencia que al principio parecía eterna. Después, con la ayuda de mi familia, de mi marido, de Azucena, de mi mamá, mi papá, mis hermanos, mis amigos, le puse mucha garra. No me dejé vencer y siempre traté de encontrar un porqué y de aceptar lo que había pasado. Mi segunda hija me trajo a mi hijo Lucio. Por eso estoy eternamente agradecida, porque si ella no hubiese partido, yo no habría conocido a Lucio. Ahí le encontré un sentido nuevo a la vida. Fue muy doloroso, muy difícil, pero bueno, las cosas suceden, y hay que atravesarlas con toda la entereza posible. Lo que me pasó me dio la oportunidad de volver a ser madre, aunque no resultó nada fácil. Fue difícil volver a quedar embarazada, pero Dios me dio una segunda oportunidad y tengo un hijo divino, y pude formar una familia divina, y eso para mí hoy es todo y lo celebro.
–¿Qué diferencias experimentás entre ser mamá de una mujer y ser mamá de un varón?
–La diferencia entre una mujer y un varón es como que la mujer es más de su papá y el varón es más de su mamá. Con Lucio, como es un niño muy buscado, también es muy mimado. Compartimos otros juegos, otras cosas, más deportes. Es una muy linda diferencia, me gusta y lo disfruto. Estoy feliz con mis dos hijos.
–En tu casa, ¿quién pone límites y quién es más permisivo con los chicos, vos o tu marido?
–Y, yo soy brava. Soy brava y pongo límites. Me gustan las cosas claras, me gusta el orden, soy bastante pesada en ese sentido. En la cuarentena ha salido afuera también todo eso del orden, la responsabilidad, los horarios. No me da lo mismo comer a cualquier hora, dormir a cualquier hora. Me gusta el orden. Me parece que enmarca una familia, una situación, que pone límites. Yo me siento cómoda así y me parece que a ellos los ayuda un montón a formarse en la vida, y Hernán, mi marido, también pone límites, también a él les gustan las cosas claras. Ojo, no somos unos sargentos. Nos encanta disfrutar, y cuando hay un jubileo es lo máximo también. "Hoy el que no quiere no se baña", y nos divertimos los cuatro. Pese a que los dos somos exigentes, a veces también podemos sacudirnos y romper alguna estructura. Además, naturalmente tendemos a hablar todo, consensuamos… me imagino que como todas las familias. Ayudar a los hijos, a que crezcan con un orden, con prioridades y a la vez con alegría, es lo que toda mamá y papá queremos. Sentido común, eso es lo que más me importa.
Otras noticias de Sol Acuña
Más leídas de Lifestyle
Le robaron 2 millones de dólares. Protagonizó una de las series más populares de los 2000 pero fue víctima de una secta
A.R.A Fournier. La historia de un naufragio que marcó a la Armada y a un hijo que nunca conoció a su padre
Según la IA. Los cinco alimentos que aumentan la concentración y mejoran la memoria
Beneficios. Cuál es el condimento repleto de Omega 3 ideal para personas con colesterol