Esta mujer es considerada pionera en lograr reconocimiento artístico en la época del Renacimiento, pero su popularidad no se compara con la de colegas como Da Vinci, Raphael o Caravaggio
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Aprendiz informal de Miguel Ángel, reconocida por el Papa y pintora de la realeza española. Sofonisba Anguissola puede considerarse una mujer pionera en lograr reconocimiento artístico en la época del Renacimiento. Pero, con la excepción de los conocedores de arte y los críticos, hoy en día es un nombre desconocido para muchos.
Con su prodigioso talento, Sofonisba impresionó a Miguel Ángel a los 20 años, convirtiéndose en una artista famosa y viajera que conoció y pintó a grandes personalidades hasta su muerte. Sin embargo, su popularidad no se compara con la de colegas como Da Vinci, Raphael o Caravaggio.
Nació en 1532 en la región de Cremona, en Italia, en el seno de una familia noble. Su padre, Amilcare Anguissola, un adelantado de su tiempo, tuvo la insólita actitud de animarla a convertirse en una pintora profesional.
Alentó no solo a su hijo Hasdrubale, sino también a todas las hijas, a obtener un alto nivel de educación y desarrollar habilidades artísticas. Con el tiempo, el talento de Sofonisba se volvió demasiado obvio para ignorarlo.
A los 14 años, comenzó a recibir lecciones del pintor italiano Bernardino Campi. Una de sus pinturas más famosas es un retrato de sus hermanas jugando al ajedrez, considerado un juego típicamente masculino en la época —muy asociado a la idea de racionalidad— en el que las mujeres jóvenes dominan el juego.
En otras palabras, Sofonisba vivía en una familia atípica de mujeres que aprendieron habilidades consideradas, hasta entonces, masculinas.
Según Claudinei Cássio de Rezende, profesora de historia del arte de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y becaria de posdoctorado en historia moderna, en aquel entonces era muy difícil para una mujer que no pertenecía a una clase acomodada ser artista, “porque la cuestión del arte, primero que todo, era una cuestión de clase”.
Cartas con Miguel Ángel
Sofonisba también comenzó a mantener correspondencia con Miguel Ángel. Después de ver su boceto del retrato de una niña riendo, le pidió que retratara a un niño llorando. Y la pintora le envió un boceto al carboncillo de su hermano llorando al ser mordido por un cangrejo.
Impresionado, Miguel Ángel reconoció su inmenso talento y compartió sus bocetos con ella, ofreciéndole consejos y una especie de tutoría informal.
Se cree que esta obra al carboncillo de Sofonisba inspiró, años después, el cuadro “Niño mordido por una lagartija”, de Caravaggio.
No tardó mucho en ganar fama internacional, convirtiéndose en la primera artista femenina en lograr la hazaña, según los registros históricos.
Según Rezende, Sofonisba pertenecía a un grupo muy particular: el de las mujeres artistas. “Es algo muy raro, especialmente en el mundo del Renacimiento y el Barroco, que ella sea la primera mujer, o al menos que sepamos, que tiene un relato documentado sobre cómo se convirtió en una persona célebre”.
Dama de honor de la Reina
En 1569, llamó la atención del gobernador español de Milán, el duque de Sessa. Y terminó siendo invitada a ser dama de honor de la reina de España durante el reinado de Felipe II, cuando trabajaba como retratista de la familia real. El Papa Pío IV incluso le escribió pidiéndole un retrato de la reina de España.
Para Rezende, el hecho de que Sofonisba ganara prestigio también tiene mucho que ver con la época en la que le tocó vivir. “Lo que teníamos hasta entonces eran artesanos. Hasta esa época el arte se veía como mera artesanía. A partir de ese momento, el arte pasó a ser el arte tal y como lo entendemos hoy”, explica.
Sin embargo, el hecho de que Sofonisba fuera una pintora de corte “no oficial” y que rara vez firmaba sus obras, significó que muchas de ellas fueran atribuidas a otros artistas, especialmente al pintor de corte oficial, Alonso Sánchez Coello.
Tras su paso por la corte española, regresó a Italia, donde vivió hasta su muerte en 1625, a la edad de 93 años. Poco antes dejaría de ser aprendiz para convertirse en maestra, guiando a Anthony van Dyck, que se convertiría en el principal pintor de la Corte de Inglaterra.
Su segundo esposo mandó grabar en su tumba en la Iglesia de San Giorgio dei Genovesi en Palermo, Italia, estas palabras: “A Sofonisba, una de las mujeres más ilustres del mundo por su belleza y por sus extraordinarias habilidades naturales, tan distinguida en retratar la imagen humana que nadie de su tiempo pudo igualar”.
Hoy, cada vez se identifican más obras de su autoría, avalando el legado de esta notable mujer.
Mercadeo del siglo XVI
Sofonisba Anguissola fue una de las primeras mujeres en salir de un círculo hasta entonces dominado por hombres. Pero, ¿cómo lo consiguió?
La respuesta está en la pregunta misma: con la ayuda de los hombres. Eso dice la socióloga Isabelle Anchieta, autora de la trilogía Imágenes de mujeres en el Occidente moderno. “Tiene doce autorretratos reconocidos hasta la fecha, quizás la única mujer que ha usado el autorretrato como estrategia de autopromoción. Frida Kahlo, ya en el siglo XX, también la adoptó”.
El padre de Sofonisba fue el que envió estos retratos a varias cortes y personajes importantes. “No es solo el talento, hay una estructura social interesante, una estrategia de mercadeo no solo de ella, sino también su padre”, analiza Isabelle.
En muchos casos, como también sucedió con la artista Lavinia Fontana, los padres fueron fundamentales para romper las barreras de género y alentar a las hijas. Pero, según la socióloga, esto no puede ser utilizado de ninguna manera para menospreciar el trabajo de estas artistas.
“Hoy entendemos que no estaban subordinadas a sus padres, sino que era la forma más efectiva y estratégica de que entraran en el mercado del arte. Esto no les resta talento, al contrario, demuestra astucia”.
El legado
Sofonisba fue una pionera en muchos sentidos: el hecho de que fuera aprendiz de pintores locales también sentó un precedente para que las mujeres fueran aceptadas como estudiantes de arte. Y, aunque casi todos los iconos del Renacimiento son hombres, ella vivió hasta los 93 años con el estatus social de artista, celebridad y gran persona, como explica Rezende.
Pero, ¿por qué entonces su nombre no se menciona de la misma manera que el de sus colegas masculinos? Según la socióloga Isabelle Anchieta, “la historia de las mujeres se compone más de eliminaciones que de ausencias”.
De hecho, históricamente el número de mujeres artistas es menor que el de hombres, pero eso no quiere decir que no existieran. “Lo que está pasando ahora es una recuperación de estos cuadros, una reubicación de las mujeres en la historia, en todos los sentidos. Las estamos redescubriendo. Y creo que eso atañe a las mujeres en todos los mercados, incluido el artístico”, evalúa.
Mujeres en museos
Sofonisba Anguissola abrió muchas puertas a otras artistas, entre ellos Lavinia Fontana, quien, en su autorretrato de 1577, se inspiró en los modelos de su colega para enfatizar el mismo estatus de mujer culta y artista.
Entre 2019 y 2020, el Museo del Prado, en España, acogió por primera vez una exposición conjunta de estas dos artistas que marcaron el Renacimiento. En su momento, el director del Prado, Miguel Falomir, calificó la falta de obras femeninas en el museo como una injusticia que la institución no escatima esfuerzos para corregir.
El Museo de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand (MASP) inauguró en 2019 la exposición Historia de mujeres, relatos feministas: antología. Entre las obras presentes se encontraba un autorretrato de Sofonisba.
Por Thais Porsch, para BBC News Brasil.
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