Fue su tercera vez en la gala del Met y, sobre la pink carpet, la vimos más relajada y divertida que nunca. Vestida de mango –la fruta–, Sofía Sánchez de Betak (34) subió las escalinatas del Museo Metropolitano de Nueva York, que todos los años "guía" a unos pocos afortunados hacia el party más famoso de Manhattan, con la seguridad de alguien que se dedica a esto desde hace tiempo.
"Camp" era la consigna de esta edición de la fiesta, creada en 1948 por la relacionista pública Eleanor Lambert para recaudar fondos para el Costume Institute del museo, y la influencer argentina lo cumplió a la perfección. Casada con el productor de desfiles francés Alexandre Betak (50) y madre de una beba, llamada Sakura (1), Chufy asistió a la gala que pilotea Anna Wintour desde hace décadas con un traje creado junto con la estilista neoyorquina Mimi Cuttrell (es la creadora del look de Gigi y Bella Hadid) y el equipo de diseño de Mango, la marca de ropa española de la que es embajadora.
Anna [Wintour], el alma máter de la fiesta, quiere que la noche tenga la mejor vibra para que la reputación de la gala siga creciendo
Invité a un par de amigos a bailar durante el show de Cher y nadie quiso pararse. Terminé yendo sola
–Era una consigna difícil de interpretar. ¿Qué es para vos el "camp"?
–La exageración, lo conceptual, convertir algo ordinario en extraordinario. Es reírte de vos mismo, y, en ese sentido, me pareció fácil hacerlo y llevarlo.
–A diferencia del resto de las invitadas, que fueron de alta costura, vos confiaste en una marca accesible.
–Sí. Mango no es una marca que la gente suele elegir para ir a un evento de este calibre. Su equipo no está acostumbrado a diseñar alta costura y sentí que asumía un riesgo cuando acordamos que la temática del vestido sea la de un mango. Tuve un poco de miedo, pero todo salió espectacular. Caminar la alfombra roja con un vestido de alta costura francesa y joyas de diamantes es fácil. El desafío está en hacerlo con un vestido que no salga un disparate y accesorios de 30 euros.
–Ser invitado a la gala es considerado un honor y el paso por la carpet es todo un trabajo: los horarios de llegada están pautados, hay que dar notas, posar…
–Es muy técnico. Te asignan una escolta que te recibe, te anuncia y te acompaña a las notas que acordaste antes. Todo está calculado, no hay mucho margen de error.
–¿En algún momento se distienden?
–En mi caso, yo me relajé después de comer, cuando apareció Cher, pero la gente en general no se relajó mucho. Invité a un par de amigos a bailar durante el show de Cher, que lo dio todo, y nadie quiso pararse. Terminé yendo sola, me paré adelante y le bailé. ¡Hasta hicimos eye-contact!
–¿Es una fiesta divertida?
–Para mí, los invitados tienen miedo de romper el protocolo y de caer en la lista negra de Anna [Wintour]. Yo creo lo contrario: que ella quiere que la noche tenga la mejor vibra para que la reputación de la fiesta siga creciendo. Si todos se van con la sensación de que se aburrieron, no le sirve a nadie.
–¿Cuál fue tu balance de la noche?
–A mí, cada vez me resulta más divertida y menos estresante. Fue mi tercera vez, ya creo que puedo pasarme un par de años sin ir. [Se ríe]. Hablando en serio: es un evento imperdible.
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