¿Sociedades solitarias? A la generación Z no le interesa el sexo casual ni las relaciones románticas

A contramano de sus padres, abuelos, bisabuelos y más atrás, a los zoomers (o la llamada generación Z, lo que sigue a los millenials) les importa cada vez menos el sexo y el amor romántico tal como lo conocimos las generaciones anteriores, es más, los consideran un cliché y poco “representativo” de sus valores.

Criados en una época saturada de contenidos e imágenes explícitas, y en la sobrevaloración de las relaciones, este sentimiento de hastío hacia cualquier tema relacionado con la intimidad se evidencia en los resultados de estudios y análisis científicos recientes, lo que sugiere un cambio de actitud significativo respecto de los vinculos afectivos. De los pansexuales a la indiferencia total, el mundo parece encaminarse hacia sociedades cada vez más solitarias y complejas, tal como anticiparon filósofos, escritores, psicólogos sociales, sociólogos, historiadores y antropólogos a lo largo del siglo XX en diversos ensayos acerca de la problemática de la soledad contemporánea.

El impacto de ese agotamiento se manifiesta en la disminución del interés en los encuentros casuales, en las imágenes de desnudez y en los debates en torno a tópicos de la sexualidad, revela un estudio realizado por el departamento de Psicología de la Universidad de California (UCLA) y publicado a finales de 2023 luego de un sondeo entre chicos y chicas de edades que van entre los 16 y 24. Los resultados reabren el debate acerca de los vínculos amorosos habida cuenta de que el estudio, titulado Teens & Screens: Romance or Nomance - que examina anualmente las tendencias de los jóvenes respecto del consumo de contenido audiovisual, entretenimiento y redes sociales - arroja cifras contundentes.

Cifras que sorprenden

Entre los resultados surge que el 47,5% considera que el sexo y el romance tienen demasiada presencia en los medios de comunicación, mientras que la mayoría (51,5%) prefiere ver contenidos asociados a las cuestiones más bien “platónicas y de amistad”. El 44,3% expresa su rechazo hacia el formato de pareja tradicional, dato que refrenda la Encuesta Anual de Salud de California de 2021 en la que el 38% de los jóvenes de 18 a 30 años de Estados unidos informó no haber tenido parejas sexuales en el año anterior, en comparación con el 22% en 2011, una rareza teniendo en cuenta que son quienes impulsaron la visibilidad y el consecuente cambio en la forma de autopercibirse en el plano íntimo y emocional.

La ansiedad por el futuro y otros argumentos

Entre los argumentos que esgrimen los jóvenes se advierte un rechazo a ser clasificados por sus intereses amorosos o eróticos, al cliché de los mandatos familiares, y expresan el deseo de ver “vidas como las suyas” representadas en la pantalla; las respuestas también denotan una abierta preferencia por la soledad, con un 46% de encuestados que dicen sentirse felices estando solos y que no necesitan tener pareja.

En un artículo publicado en 2022 por la revista Psychology Today, el educador e investigador del Instituto Kinsey, Justin J. Lehmiller consideraba que ese notable desinterés coincide con el aumento del uso de la tecnología y los teléfonos inteligentes en la vida cotidiana, también con la sobreprotección de los padres, la incertidumbre económica y la ansiedad sobre el futuro del planeta, aspectos que invariablemente impactan en la libido de los jóvenes. Este cambio de actitud, sostiene, podría ser también consecuencia de la pandemia de la covid-19 y la dependencia de las plataformas digitales como sustituto del contacto presencial, lo que ha contribuido a moldear la percepción de los jóvenes sobre el contenido que consumen online. De hecho, hace pocos días el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, declaró a las redes sociales como una amenaza pública para la salud mental de los menores, acusando directamente a las plataformas digitales de generar depresión y otro trastornos de conducta.

Al margen de esa verdad irrefutable, probablemente ese hastío tenga un costado positivo: el indicio de una necesaria transición hacia una era de vínculos afectivos menos superficiales, más reales y honestos...

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